Bauen I
(la cabaña de Martin Heidegger)
El espacio de lo doméstico se debate, como las casas de Heidegger en Todtnauberg (el refugio del pensador - 1922) y Friburgo (la casa del personaje público - 1928), entre la construcción de la intimidad y la proyección hacia lo público.
El instinto de rastrear para encontrar un refugio, y más tarde de construir una casa, obedece a un deseo defensivo, introspectivo, de búsqueda del lugar que ocupa cada uno en el mundo. Más tarde este deseo primario se transforma, estableciendo relaciones entre el interior y el exterior, en un acto provocativo donde la piel, la envoltura, el límite, el cerramiento, será el lugar de las relaciones, de las transferencias entre interior y exterior.
La dialéctica interior-exterior (apoyada en imágenes poéticas y geometría implícita que «espacializa el pensamiento»Gaston Bachelard, Poética del Espacio.) se traduce en una relación de opuestos que se relacionan con conceptos como público-privado, dentro-fuera, individuo-grupo o visibilidad-invisibilidad y del interior con el «secreto» o tesoro que debe ser protegido.
Heidegger establece un paralelismo entre casa (como interior) y cuerpo como depósito de la memoria. Los recuerdos y las cosas están almacenadas en ella, es el lugar del acopio de los recuerdos que forman la identidad y permiten reconocerse en ellos, de tal modo que es la expresión de los que la habitan. Si la cara exterior del muro de separación entre interior y exterior se comporta como elemento de protección, más o menos estable en el tiempo, la cara interior, en continua interacción con el cuerpo y la mente, se deforma y adapta a las acciones y aspiraciones del que la habita.
La casa y su espacio interior como lugar de lo auténtico, donde toda penetración exterior es una agresión, se protege bajo el abrigo de la cubierta y de gruesos y densos muros que hacen que se ancle al terreno, abriéndose al exterior solo lo estrictamente necesario. Elementos como la luz, el viento, el clima o el paisaje logran significados que por si mismos no tienen cuando son manipulados, cuando se presentan recortados o transformados y los fragmentos aislados del exterior permiten la construcción de un mundo a través de otros.
El lugar del fuego como expresión del hogar, el interior como escenario de lo estable y conocido, de lo afectivo y sometido a los códigos sociales compartidos en la intimidad, la negación de la «técnica», los materiales naturales y locales, la utilización de repertorios formales tradicionales, hacen evidente mediante simples relaciones de cercanía y evocaciones sentimentales, la intención de pertenencia a un lugar.
Entre el hombre y el sistema espacial que se conforma a su alrededor se produce un círculo de acción sobre las relaciones o interacciones entre el sujeto y el espacio que ocupa y que ha construido, entendiendo (como Heidegger) que «construir es habitar y habitar es una acción, no una instalación»Bauen Wohnen Denken» (Construir, Habitar, Pensar» Martin Heidegger). Bauen, además, es el título del proyecto desarrollado por Emilio Pemjean. www.emiliopemjean.com..
El espacio doméstico, el refugio, el centro del mundo se constituye en una caja de resonancia, en el lugar donde transcurre la vida, se produce la muerte, donde dar sentido a nuestra existencia enlazando con el pasado y el futuro como un «puente» que establece relaciones de orden material y espiritual y donde el júbilo y el dolor se viven cotidianamente.