tormenta
En lo que hace a mí, que siento a veces el ridículo propio del profeta, bien sé que ahí no encontraré jamás la caridad que es típica de un médico. Perdido en la vileza de este mundo y rodeado por las multitudes, soy un hombre cansado cuyo ojo, vuelto atrás, a lo hondo de los años, ve sólo desengaños y amarguras, y, delante de él, una tormenta en la que nada nuevo se contiene.
Obra de los pasajes
Baudelaire. Œuvres, ed. Le Dantec, vol. II, p. 641-642. Cit. en Obra de los pasajes, J 47 a, 2