Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, II, 2, pp. 9-40, Madrid, Abada, 2009
Ya dijo Hermann Cohen en una observación ocasional sobre la idea antigua de destino que «se hace insoslayable conocer […] que son sus propios órdenes los que parecen ocasionar y provocar su misma defección». Y eso mismo sucede con la jurisdicción cuyo procedimiento se vuelve contra K. Ella nos hace retroceder de pronto, más allá de la Ley de las Doce Tablas, a un concreto pasado sobre el cual una de las victorias más audaces fue el derecho escrito. Ciertamente que aquí está el derecho como escrito en las leyes, pero permanece ahí, oculto, y, basándose en ellas, ejerce el pasado más remoto su poder de forma ilimitada.
Obras II, 2, pp. 12-13
En el mundo de Kafka [como podemos ver en El proceso] la belleza emerge solamente en los más recónditos lugares, por ejemplo en los acusados: «Esto es un fenómeno notable, propio en cierto sentido de lo que son las ciencias naturales [...]; desde luego no puede ser la culpa lo que los vuelve bellos [...]; y sin duda tampoco puede ser el castigo correcto lo que ya ahora nos los vuelve bellos [...]; eso puede deberse solamente al procedimiento incoado contra ellos, que se les adhiere de algún modo».
Obras II, 2, pp. 13-14
Recuerdo haber tenido una conversación con Kafka –dice Brod– cuyo punto de partida era la Europa actual y la decadencia de la humanidad. «Somos», dijo, «pensamientos nihilistas, ideas de suicidio que se alzan en la cabeza divina».
Obras II, 2, p. 14
Pues el mundo del mito […] es mucho más joven que el de Kafka, frente al cual el mito había prometido redención. Sólo sabemos esto: Kafka nunca atendió la tentación del mito. Como siendo otro Ulises [en su narración de Las sirenas], la dejó resbalar «por sus miradas, dirigidas a la lejanía; y las sirenas desaparecieron confrontadas a su resolución; y cuando estaba más cercano a ellas, él ya no sabía nada de ellas».
Obras II, 2, p. 16
Ulises está justo en el umbral que separa al mito respecto del cuento. La razón y la astucia han ido añadiendo sus fintas al mito, cuyos poderes dejan por lo tanto de ser invencibles. El cuento es el relato de la victoria lograda sobre ellos. Kafka escribió cuentos para los dialécticos cuando abordaba sus leyendas.
Obras II, 2, p. 16
Franz Kafka, Beim Bau der chineschisen Mauer. Erzählungen, Berlín, 1931, p. 39. Cit. en Obras II, 2, p. 16
Toda la obra de Kafka representa un código de gestos que, para el autor, no poseen significado simbólico seguro, por lo que él mismo tiene que buscarlo en diversos contextos.
Obras II, 2, p. 19
Kafka, tras cada gesto, como El Greco, nos presenta el cielo; pero igual que en El Greco –patrón de los expresionistas– sucedía, el gesto es aquí lo decisivo, el centro mismo de los acontecimientos.
Obras II, 2, p. 20
El hablar de ‘despliegue’ es muy ambiguo. Mientras el capullo se despliega hasta ser una flor, el pequeño barco de papel que hemos enseñado a hacer a un niño se despliega hasta ser una hoja lisa. Este segundo tipo de ‘despliegue’ es el adecuado a la parábola: el placer del lector la va alisando hasta que al fin su significado le resulte evidente. Pero las parábolas de Kafka se despliegan en el primer sentido, como el capullo se convierte en una flor. Por eso su producto es similar a la poesía.
Obras II, 2, p. 21
¿Le sería posible perdonar por su propia cuenta a un funcionario? Esto podría ser, en todo caso, un asunto propio de la autoridad en general, pero, probablemente, ni ella siquiera puede perdonar, sino juzgar tan sólo.
Obras II, 2, p. 28
Kafka vio aparecer en el espejo que el pasado ponía ante sus ojos en forma de culpa al futuro en forma de juicio. Sobre cómo se piense ese juicio (¿no es el Juicio Final?, ¿el juez no se convierte en acusado?, ¿el mismo procedimiento no es la pena?) Kafka no nos ha dado su respuesta. ¿Esperaba algo de ella? ¿O su intención era demorarla? En todas las historias que conservamos de Kafka la épica recupera el significado que tiene puesta en boca de Sheherezade: retrasar justo aquello que tiene que llegar. El aplazamiento, en El proceso, es la esperanza que abriga el acusado, pero ello sólo si el procedimiento no se fuera volviendo la sentencia.
Obras II, 2, p. 28
Creer en el progreso no significa creer que haya tenido lugar ningún progreso. Eso, precisamente, no sería creer.
Franz Kafka, Beim Bau der chineschisen Mauer. Erzählungen, Berlín, 1931, p. 234. Cit. en Obras II, 2, p. 30
El objeto mismo del proceso –el auténtico héroe de ese libro increíble– es el olvido [...], cuya cualidad determinante es el olvidarse de sí mismo [...]. El olvido ha quedado convertido en la figura muda que personifica el acusado, figura de grandiosa intensidad.
Willy Haas, Gestalten der Zeit, Berlín, 1930, pp. 195-197. Cit. en Obras II, 2, p. 31
Obras II, 2, p. 38