espejo

El curso de la historia, representado bajo el concepto de catástrofe, no puede reclamar del pensador más que el caleidoscopio en las manos de un niño, que a cada giro destruye lo ordenado para crear así un orden nuevo. La imagen tiene fundamentados sus derechos; los conceptos de los que dominan han sido desde siempre los espejos gracias a los cuales ha nacido la imagen de un ‘orden’.

Parque Central

Obras I, 2, p. 266

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Se dice que hubo un autómata construido en tal forma que habría replicado a cada jugada de un ajedrecista con una contraria que le aseguraba ganar la partida. Un muñeco con atuendo turco y teniendo en la boca un narguilé se sentaba ante el tablero colocado sobre una espaciosa mesa. Con un sistema de espejos se provocaba la ilusión de que esta mesa era por todos lados transparente. Pero, en verdad, allí dentro había sentado un enano corcovado que era un maestro en el juego del ajedrez y guiaba por medio de unos hilos la mano del muñeco. Puede imaginarse un equivalente de este aparato en filosofía. Siempre debe ganar el muñeco llamado materialismo histórico, pudiendo enfrentarse con cualquiera si toma a la teología a su servicio, la cual, hoy día, es pequeña y fea, y no ha de dejarse ver en absoluto.

Sobre el concepto de historia

Obras I, 2, p. 305

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Kafka vio aparecer en el espejo que el pasado ponía ante sus ojos en forma de culpa al futuro en forma de juicio. Sobre cómo se piense ese juicio (¿no es el Juicio Final?, ¿el juez no se convierte en acusado?, ¿el mismo procedimiento no es la pena?) Kafka no nos ha dado su respuesta. ¿Esperaba algo de ella? ¿O su intención era demorarla? En todas las historias que conservamos de Kafka la épica recupera el significado que tiene puesta en boca de Sheherezade: retrasar justo aquello que tiene que llegar. El aplazamiento, en El proceso, es la esperanza que abriga el acusado, pero ello sólo si el procedimiento no se fuera volviendo la sentencia.

Franz Kafka

Obras II, 2, p. 28

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Respecto al concepto de elemento alegórico: «Sobre cierto café [...] nos dice Dickens [...]: "Recuerdo [...] que estaba cerca de la iglesia y que, en la puerta de cristal, se veía un letrero [....] llevando las palabras Coffee Room pintadas en dirección a los peatones. Hasta hoy mismo me sigue sucediendo que si entro de pronto en un café donde hay también esta inscripción sobre una luna, y lo leo al revés (moor eeffoc) como lo hacía antes a menudo sumido en mis sombrías reflexiones, siento que me da un vuelco el corazón". Expresión tan barroca, moor eeffoc, es la divisa del verdadero realismo».

Obra de los pasajes

G. K. Chesterton. Dickens. En Vies des hommes illustres, nº 9, París, 1927, p. 32. Cit. en Obra de los pasajes, J 3, 2

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Los conceptos de la clase dominante son el perpetuo espejo con el cual se ha logrado formar una imagen de ‘orden’.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, J 61 a, 2

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