acusado

En el mundo de Kafka [como podemos ver en El proceso] la belleza emerge solamente en los más recónditos lugares, por ejemplo en los acusados: «Esto es un fenómeno notable, propio en cierto sentido de lo que son las ciencias naturales [...]; desde luego no puede ser la culpa lo que los vuelve bellos [...]; y sin duda tampoco puede ser el castigo correcto lo que ya ahora nos los vuelve bellos [...]; eso puede deberse solamente al procedimiento incoado contra ellos, que se les adhiere de algún modo».

Franz Kafka

Obras II, 2, pp. 13-14

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Kafka vio aparecer en el espejo que el pasado ponía ante sus ojos en forma de culpa al futuro en forma de juicio. Sobre cómo se piense ese juicio (¿no es el Juicio Final?, ¿el juez no se convierte en acusado?, ¿el mismo procedimiento no es la pena?) Kafka no nos ha dado su respuesta. ¿Esperaba algo de ella? ¿O su intención era demorarla? En todas las historias que conservamos de Kafka la épica recupera el significado que tiene puesta en boca de Sheherezade: retrasar justo aquello que tiene que llegar. El aplazamiento, en El proceso, es la esperanza que abriga el acusado, pero ello sólo si el procedimiento no se fuera volviendo la sentencia.

Franz Kafka

Obras II, 2, p. 28

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El objeto mismo del proceso –el auténtico héroe de ese libro increíble– es el olvido [...], cuya cualidad determinante es el olvidarse de sí mismo [...]. El olvido ha quedado convertido en la figura muda que personifica el acusado, figura de grandiosa intensidad.

Franz Kafka

Willy Haas, Gestalten der Zeit, Berlín, 1930, pp. 195-197. Cit. en Obras II, 2, p. 31

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