El ‘orden moral del mundo’ no queda restablecido [en la tragedia], sino que, en su seno, el hombre moral quiere enderezarse, todavía mudo e infantil (y como tal se le llama ‘héroe’), en el temblor del mundo atormentado. La paradoja que constituye el nacimiento del genio en el silencio moral, en la que aún es infantilidad moral, es pues lo sublime en la tragedia. Probablemente ésa sea la razón de lo sublime en tanto tal, donde el genio aparece antes que Dios.
Lo profano no es una categoría del Reino, sino una categoría […] de su aproximación silenciosa.
Franz Kafka, Beim Bau der chineschisen Mauer. Erzählungen, Berlín, 1931, p. 39. Cit. en Obras II, 2, p. 16
Un camarero del Romanisches Café respondió a aquel cliente que se escandalizaba de que la taza de café de repente costara unos millones de marcos más que el día anterior, dado que el dólar aún no había subido: «¿No sabe usted cuál es hoy la divisa? Ser un filósofo, no pensar, ser un filósofo». Sin duda que quería decir esto: asombrarse en silencio.
Las sesiones del Comité de la Luna son muy breves, por cuanto el tiempo que se les concede a los oradores en la Luna es muy escaso. Pues los habitantes de la Luna no ingieren ningún otro alimento que el silencio de sus conciudadanos, que por tanto no les gusta interrumpir.