La superioridad con que la historia cultural suele presentar sus contenidos es una apariencia que deviene de una falsa consciencia. El materialista histórico adopta una actitud bien reservada frente a dicha historia cultural. Para justificar esta actitud, basta solamente con echar un vistazo al pasado: todo el arte y la ciencia que el materialista histórico perciba tiene sin duda una procedencia que él por cierto no puede contemplar sin horror. Pues todo eso debe su existencia no tan sólo al esfuerzo de aquellos grandes genios que lo han ido creando, sino también –en mayor o menor grado– a la esclavitud anónima de sus contemporáneos. No hay ningún documento de cultura que no sea al tiempo documento de barbarie.
La actividad de un estilo en vías de definirse [...] se presenta generalmente como ‘evolución’, si se toma ese término en su acepción general y más vaga. Siendo controlada con cuidado [...] esa noción por las ciencias biológicas, [...] en tanto modo de clasificación la recuperó la arqueología. He señalado ya en otro lugar lo que en ella hay de peligroso por su carácter falsamente armónico, por su recorrido unilineal, por su empleo, en casos bien dudosos, [...] del recurrir a las ‘transiciones’, por su incapacidad de abrir espacios a la energía revolucionaria que es la propia de los inventores.
Henri Focillon. Vie des formes, París, 1934, pp. 11-12. Cit. en Obra de los pasajes, N 20