Nunca la ajena voluntad, aunque grata cumplas por propia. Manda en lo que haces, ni de ti mismo siervo. Nadie te da quien eres. No te muden. Tu íntimo destino involuntario cumple, sí. Sé tu hijo
Odas II, 124, vss. 1-6 [entero], p. 231
Quien eres no serás, que tiempo y suerte te mudarán en otro. Pues, ¿para qué empeñarte en ser aquello que no habrás de ser nunca? Tuyo es lo que eres, lo que tienes. ¿De quién lo que tendrías?
Odas II, 128, vss. 1-6 [entero], p. 235