Por eso, cuando parezco no concordar conmigo,
fíjense bien en mí:
si estaba vuelto hacia la derecha,
ahora me habré vuelto hacia la izquierda,
pero siempre soy yo, asentado sobre los mismos pies–
el mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra
y a mis ojos y oídos bien atentos
y a la sencillez clara de mi alma...
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXIX, vss. 8-15, p. 109
FÁRMACOS
Sentir todo de todas las maneras,
vivir todo desde todos lados,
ser lo mismo de todos los modos posibles y aún al mismo
[tiempo,
realizar en sí toda la humanidad de la totalidad de losen un solo momento difuso y profuso, completo y remoto.
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 130-134, p. 67
FÁRMACOS
Galopada panteísta de mí mismo avanzando por dentro de todas
[las cosas,
galopada energética por dentro de las energías,sí, la galopada ya de mí por dentro del carbón que se quema,
[de la lámpara que arde,
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 250-252, p. 77
FÁRMACOS
yo, el explorador de todas las selvas internas del raciocinio,
el...
el creador de Weltanschauungen,
pródigo sembrador, en virtud de mi propia indiferencia,
de distintas corrientes de lo moderno, todas diferentes,
todas en el momento en que son concebidas cual verdades
todas personas diferentes, todas yo-mismo apenas,
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«La partida», vss. 90-96, p. 111
FÁRMACOS
VERDAD
¡Y de este miedo, esta angustia, este peligro propio de ultraser,
no se puede huir, no se puede huir, no se puede!
Cárcel del Ser, ¿no hay liberación de ti?
Cárcel de pensar, ¿no hay liberación de ti?
¡Ah, no, no hay ninguna –ni tampoco muerte, ni vida, ni Dios!
Nosotros, los gemelos del Destino, existimos en ambos.
Nosotros, gemelos de todos los Dioses, de toda su especie,
siendo el mismo abismo y la misma sombra,
porque seamos sombra, o seamos luz, siempre se trata de la
[misma noche.
Sí, porque al final todo es lo mismo...
Sólo yo no lo soy en cierto modo, aunque al fin eso sea lo
[mismo también.
Yo he visto siempre el mundo independientemente de mí
[mismo.
Por detrás de eso estaban mis vivas sensaciones,pero eso era otro mundo.
Poesía V. Los poemas de Álvaro de Campos 3
«Cul de Lampe», vss. 25-29, p. 203
FÁRMACOS
Pensar sin convicciones ni deseos,
ser dueño de sí mismo sin sufrir la influencia de novelas!
¡Existir sin Freud ni aeroplanos,
sin cabarets, tampoco los del alma, sin velocidad, ni en el
[cansancio!
¿Qué eres tú aquí?, ¿qué eres tú aquí?, ¿qué eres tú aquí?
¡Embárcate, incluso sin maletas, en ti mismo diverso!
Poesía VI. Los poemas de Álvaro de Campos 4
«Realidad», vss. 27-39, p. 133
FÁRMACOS
Vivir en un dulce y fluido estado de desconocimiento de las cosas y de uno mismo es el único modo de vida que a un sabio conviene y entusiasma.
―Saber interponerse constantemente entre uno mismo y las cosas es el más alto grado de sabiduría y de prudencia.
―Nuestra personalidad debe ser incorruptible, hasta por nosotros mismos: de ahí nuestro deber de soñar siempre y de incluirnos en nuestros sueños para que no nos sea posible tener opiniones acerca de nosotros mismos.
Y, especialmente, debemos evitar la invasión de nuestra personalidad por los otros.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Máximas», pp. 506-507
FÁRMACOS
SUEÑO
Ser puro, no para ser noble ni para ser fuerte, sino para ser uno mismo. Quien da amor, pierde amor.
Renunciar a la vida para no renunciar a uno mismo.
Ante cada cosa, lo que el soñador ha de procurar sentir es la nítida indiferencia que esa cosa, en cuanto tal, le provocó.
Saber, con una inmediatez instintiva, abstraer de cada objeto o acontecimiento lo que pueda tener de soñable, dejando muerto en el Mundo Exterior todo lo que tenga de real ―eso es lo que el sabio debe procurar realizar en sí mismo.
No sentir nunca sinceramente los propios sentimientos, y elevar su pálido triunfo hasta el punto de mirar indiferentemente para sus propias ambiciones, ansias y deseos; pasar por sus alegrías y angustias como quien pasa por encima de quien no le interesa.
El mayor dominio de sí mismo es la indiferencia hacia uno mismo, teniendo el alma y el cuerpo por la casa y la quinta donde el Destino quiso que pasáramos la vida.
Tratar sus más profundos sueños y sus deseos más íntimos altivamente, en grand seigneur, poniendo una íntima delicadeza en no reparar en ellos.
Nunca la ajena voluntad, aunque grata
cumplas por propia. Manda en lo que haces,
ni de ti mismo siervo.
Nadie te da quien eres. No te muden.
Tu íntimo destino involuntario
cumple, sí. Sé tu hijo
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis
Odas II, 124, vss. 1-6 [entero], p. 231
FÁRMACOS
En nosotros, innúmeros,
viven; si pienso o siento
no sé quién piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
donde se siente o piensa.
Tengo más almas que una,
hay más yos que yo mismo.