Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», IX, vss. 13-14, p. 67
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
¡Ah, nuestros sentidos, enfermos que ven y oyen!
Si fuéramos nosotros como deberíamos ser
no habría en nosotros necesidad de ilusiones...
Nos bastaría sentir con claridad y vida
sin notar ni siquiera el que haya sentidos...
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLI, vss. 8-12, p. 135
SENSUALISMO / SENSACIÓN
No siempre logro sentir lo que sé deber sentir.
Mi pensamiento sólo muy despacio atraviesa el río a nado,
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 14-15, p. 145
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Aun así, soy alguien.
Descubridor de la Naturaleza.
Argonauta de sensaciones verdaderas.
Le traigo al Universo un Universo nuevo,
dado que al Universo traigo el mismo Universo.
Esto siento y escribo
con perfecta conciencia y sin dejar de ver
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 29-35, p. 147
FÁRMACOS
VERDAD
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 9-10, p. 145
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Estando enfermo debo pensar lo contrario
de aquello que pienso estando sano
(pues si no, no estaría enfermo);
debo sentir lo contrario de lo que siento
en cuanto soy yo en la salud;
debo mentir a mi naturaleza
de criatura que siente de cierta manera...
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XV, vss. 9-15, p. 79
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXI, vss. 16-17, p. 91
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El pastor enamorado», VII, vss. 16-17, p. 171
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El pastor enamorado», VII, vss. 16-17, p. 171
FÁRMACOS
¡Que no haya alma con que no se sienta!
¡Que no haya como un alma a componerme
con cordeles o alambres que se aguanten,
con maderas y hierros que no falten
y me den unidad al sostenerme!
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Carnaval», vss. 124-128, p. 101
FÁRMACOS
¿Seré como parezco en mí?
¿Seré como me creo verdaderamente?
Hasta en la sensación soy algo ateo,
y no sé si soy yo quien en mí siente
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Tres sonetos», I, vss. 11-14, p. 71
SENSUALISMO / SENSACIÓN
VERDAD
Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
vss. 3-5, p. 171
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
Sentir todo de todas las maneras,
tener todas las opiniones,
ser sincero contradiciéndose a cada minuto,
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 1-3, p. 57
FÁRMACOS
Sentir todo de todas las maneras,
vivir todo desde todos lados,
ser lo mismo de todos los modos posibles y aún al mismo
[tiempo,
realizar en sí toda la humanidad de la totalidad de losen un solo momento difuso y profuso, completo y remoto.
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 130-134, p. 67
FÁRMACOS
Me multipliqué para sentirme,
para sentirme quise sentir todo,
me desbordé, no hice sino extravasarme,
y me desnudé y me entregué,
y en cada rincón dentro de mi alma le dediqué un altar a un
[dios distinto.
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 170-174, p. 69
FÁRMACOS
Cuanto más sienta, sí, cuanto más sienta como varias
[personas,
y cuantas más personalidades tenga yo,cuanto más intensamente yo las tenga, más estridentemente,
cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
más unificado en lo diverso, dispersamente atento,
de que no tengo personalidad en sentido estricto,
[sino sentirme ahí,
encima de la silla, como un libro que la sueca se hubiera ahí[dejado!
Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,
Estoy de veras harto de sentir y de fingir pensar,
no acabé todavía.
Aún estoy escribiendo versos.
Aún estoy escribiendo.
Aún estoy.
Poesía V. Los poemas de Álvaro de Campos 3
«Cul de Lampe», vss. 25-29, p. 197
FÁRMACOS
He traído conmigo la espina esencial de ser consciente,
traje esa vaga náusea, la enfermedad incierta, de sentirme.
Esto me sirve de consuelo en esta oficina reducida, cuyas ventanas mal lavadas dan a una calle sin alegría. Me sirve de consuelo, y en ello tengo por hermanos a los creadores de la conciencia del mundo ―el dramaturgo desordenado William Shakespeare, el maestro de escuela John Milton, el gandul Dante Alighieri —e incluso, si se me permite la cita, el Jesucristo aquel que no llegó a nada en el mundo, hasta el punto de que los historiadores dudan de su existencia. Los otros son de otra especie ―el consejero de estado Johann Wolfgang von Goethe, el senador Víctor Hugo, el jefe Lenin, el jefe Mussolini
Para quien hace del sueño su vida y del cultivo en invernadero de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el primer paso, el que acusa en el alma que ya dio el primer paso, es el sentir las cosas mínimas como extraordinarias y desmedidas.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», p. 482
FÁRMACOS
SUEÑO
Para quien hace del sueño su vida y del cultivo en invernadero de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el primer paso, el que acusa en el alma que ya dio el primer paso, es el sentir las cosas mínimas como extraordinarias y desmedidas.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», p. 482
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Pulverización de la personalidad: no sé cuáles son mis ideas, ni mis sentimientos, ni mi carácter… Si siento una cosa, vagamente la siento en la persona visualizada de una criatura cualquiera que aparece en mí. Me sustituí por mis propios sueños.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar en los metafísicos», p. 496
FÁRMACOS
SUEÑO
Sólo me ocupo de mí mismo. El mundo exterior es para mí, de manera evidente, sensación. Nunca me olvido de que siento.
¿Qué hacer? Aislar el instante como una cosa y ser feliz ahora, en el momento en que se está sintiendo la felicidad, sin pensar nada más que en lo que se siente, excluyendo todo lo demás, excluyéndolo todo. Enjaular el pensamiento en la sensación.
Ante cada cosa, lo que el soñador ha de procurar sentir es la nítida indiferencia que esa cosa, en cuanto tal, le provocó.
Saber, con una inmediatez instintiva, abstraer de cada objeto o acontecimiento lo que pueda tener de soñable, dejando muerto en el Mundo Exterior todo lo que tenga de real ―eso es lo que el sabio debe procurar realizar en sí mismo.
No sentir nunca sinceramente los propios sentimientos, y elevar su pálido triunfo hasta el punto de mirar indiferentemente para sus propias ambiciones, ansias y deseos; pasar por sus alegrías y angustias como quien pasa por encima de quien no le interesa.
El mayor dominio de sí mismo es la indiferencia hacia uno mismo, teniendo el alma y el cuerpo por la casa y la quinta donde el Destino quiso que pasáramos la vida.
Tratar sus más profundos sueños y sus deseos más íntimos altivamente, en grand seigneur, poniendo una íntima delicadeza en no reparar en ellos.
El tedio de Khayyam no es el tedio de quien no sabe lo que hace, porque la verdad es que nada pudo o supo hacer. Ése es el tedio de los que nacieron muertos, el de los que legítimamente se orientan hacia la morfina o la cocaína. Es más profundo y más noble que eso el tedio del sabio persa. Es el tedio de quien pensó con claridad y vio que todo era oscuro; de quien pasó por todas las religiones y todas las filosofías y después dijo, como Salomón: «Vi que todo era vanidad y aflicciones del ánimo», o, como, al despedirse del poder y del mundo, otro rey, que era emperador, Septimio Severo: Omnia fui, nihil expedit. «Lo fui todo; nada vale la pena».
Estoy seguro de que, en un mundo civilizado perfecto, no habría otro arte sino la prosa. […] La poesía quedaría para que los niños se aproximaran a la prosa futura; porque la poesía tiene, sin duda, algo de infantil, de mnemónico, de auxiliar e inicial.
El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.
No supe nunca lo que sentía. Cuando me hablaban de tal o de cual emoción y la describían, siempre sentí que estaban describiendo algo de mi alma, pero después, pensándolo bien, pasé a dudarlo siempre. Lo que siento que soy, nunca sé si lo soy realmente, o si apenas creo que lo soy. Soy trozos de personajes de dramas míos.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 496
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
La única manera de que tengas sensaciones nuevas consiste en construirte un alma nueva. Baldío esfuerzo el tuyo si quieres sentir otras cosas sin sentir de manera diferente, y sentir de manera diferente sin mudar de alma. Porque las cosas son como nosotros las sentimos
La única manera de que tengas sensaciones nuevas consiste en construirte un alma nueva. Baldío esfuerzo el tuyo si quieres sentir otras cosas sin sentir de manera diferente, y sentir de manera diferente sin mudar de alma. Porque las cosas son como nosotros las sentimos
El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad.
El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad.
Es regla de la vida que podemos y debemos aprender de todo el mundo. Hay cosas de la seriedad de la vida que podemos aprender de charlatanes y bandidos, hay filosofías que nos suministran los estúpidos, hay lecciones de firmeza y de ley que por azar nos llegan desde aquellos que el azar eligió. Todo está en todo.
La locura llamada afirmar, la enfermedad llamada creer, la infamia llamada ser feliz ―todo eso huele a mundo, sabe a esa triste cosa que es la tierra.
Sé indiferente. Ama el ocaso y el amanecer, porque no tiene ninguna utilidad, ni siquiera para ti, el amarlos. Viste tu ser del oro de la tarde muerta, como un rey depuesto en una mañana de rosas, con Mayo en las nubes blancas y la sonrisa de las vírgenes entre las quintas retiradas.
Se arrastra hasta mis ojos la ciudad confusa y sosegada.
Las casas se desigualan en una aglomeración retenida, y a la luz de la luna, con manchas de incertidumbre, paraliza de madreperla las oscilaciones muertas de la profusión. Hay tejados y sombras, ventanas y Edad Media. No hay de qué haber alrededores. Se asienta en lo que se ve un vislumbre de lejanía. Por encima de mi lugar de observación hay delgadas ramas de árboles, y yo tengo el sueño de la ciudad entera en mi corazón persuadido. ¡Lisboa a la luz de la luna y mi cansancio de mañana!
¡Qué noche! Plugiera a quien provocó los pormenores del mundo que no hubiera para mí mejor estado o melodía que el momento lunar destacado en que me desconozco conocido.
Ni brisa ni gente interrumpen lo que no estoy pensando. Tengo sueño igual que tengo vida. Sólo me siento en los párpados, como si hubiera algo que pesara sobre ellos. Escucho mi respiración. ¿Duermo o estoy despierto?
nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos indiferentes a lo divino y menospreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo sutilizado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos indiferentes a lo divino y menospreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo sutilizado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»
¿Qué tengo yo que ver con la vida?
Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»
¿Qué tengo yo que ver con la vida?
A lo largo de la noche, durante horas y horas, el ruido de la lluvia descargó. A lo largo de la noche, conmigo en duermevela, su monotonía fría me estuvo insistiendo en los cristales. […] Mi alma era la misma de siempre, igual entre sábanas que entre personas, dolorosamente consciente del mundo. Tardaba en llegar el día como tarda la felicidad, y a aquellas horas parecía que tardaba indefinidamente.
El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.
Esto me sirve de consuelo en esta oficina reducida, cuyas ventanas mal lavadas dan a una calle sin alegría. Me sirve de consuelo, y en ello tengo por hermanos a los creadores de la conciencia del mundo ―el dramaturgo desordenado William Shakespeare, el maestro de escuela John Milton, el gandul Dante Alighieri —e incluso, si se me permite la cita, el Jesucristo aquel que no llegó a nada en el mundo, hasta el punto de que los historiadores dudan de su existencia. Los otros son de otra especie ―el consejero de estado Johann Wolfgang von Goethe, el senador Víctor Hugo, el jefe Lenin, el jefe Mussolini
Mi manía de crear un mundo falso me sigue acompañando, y sólo con mi muerte me abandonará. […] Tengo un mundo de amigos dentro de mí, con vidas propias, reales, definidas e imperfectas.
Pertenezco a una generación ―suponiendo que esa generación sean más personas que yo― que ha perdido por igual la fe en los dioses de las religiones antiguas y la fe en los dioses de las irreligiones modernas. No puedo aceptar a Jehová, ni a la humanidad. Cristo y el progreso son para mí mitos del mismo mundo. No creo en la Virgen María ni en la electricidad
En nosotros, innúmeros,
viven; si pienso o siento
no sé quién piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
donde se siente o piensa.
Tengo más almas que una,
hay más yos que yo mismo.
Los cruzados impulsos
de lo que sí o no siento
disputan en quien soy.
Los ignoro. No dictan
a quien me sé: yo escribo.
Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de espiritualidad que se sutilizan hasta llegar a un Ente Supremo, que presumiblemente creó este mundo. […] Dadas estas escalas de seres, no creo en la comunicación directa con Dios, pero, según nuestro refinamiento espiritual, podremos comunicarnos con seres cada vez más altos. Hay tres caminos para lo oculto: el camino mágico (que incluye prácticas como las del espiritismo, intelectualmente al nivel de la brujería, que también es magia), camino extremadamente peligroso en todos los sentidos; el camino místico, que no tiene propiamente peligros, pero es incierto y lento; y lo que se llama el camino alquímico, el más difícil y el más perfecto de todos, porque implica una transmutación de la propia personalidad que la prepara sin grandes riesgos, antes bien con defensas que los demás caminos no tienen.
Así el arte de los griegos también es grande según mi criterio, y lo es sobre todo según mi criterio. La belleza, la armonía, la proporción no eran para los griegos conceptos de su inteligencia, sino disposiciones íntimas de su sensibilidad. Por eso eran un pueblo de estetas, buscando, exigiendo la belleza todos¸ en todo, siempre. Por eso emitieron con tal violencia su sensibilidad sobre el mundo futuro que aún vivimos súbditos de la opresión de esa sensibilidad. Nuestra sensibilidad, sin embargo, es ya tan diferente ―de trabajada que ha sido por tantas y tan prolongadas fuerzas sociales― que ya no podemos recibir esa emisión con la sensibilidad, sino sólo con la inteligencia. Ha consumado este desastre estético nuestro la circunstancia de que hemos recibido en general esa emisión de la sensibilidad griega a través de los romanos y los franceses.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», pp. 258-259
LECTURAS / ESTÉTICA
Son incontables, en todo el mundo, los discípulos de Nietzsche, y algunos hasta han leído la obra del maestro. La mayoría acepta de Nietzsche solamente lo que está en ellos, cosa que, además, sucede con los discípulos de todos los filósofos. […]
La única gran afirmación de Nietzsche es que la alegría es más profunda que el dolor, que la alegría quiere profunda, profunda eternidad. Como todos los pensamientos culminantes y fecundos de los grandes maestros, esto no significa nada. Por eso ha hecho tanto efecto sobre los espíritus: sólo en el vacío total puede ponerse absolutamente todo.
Hay gente tosca que puede creerse falsamente dotada de cualidades de construcción en arte; pero todo el mundo, y no algunas personas, se pueden creer artistas cuando las cualidades fundamentales exigidas son un sentimiento de vacío en los deseos, un sufrimiento sin causa y una falta de voluntad para trabajar, características que más o menos posee todo el mundo, y que en los degenerados y los enfermos del espíritu adquieren un especial relieve.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», p. 321
LECTURAS / ESTÉTICA
Lo definitivo acerca de los auténticos grandes genios es que no son precursores. […] Casi no hay, si lo hay, ningún gran artista en el mundo para el que pueda encontrarse un auténtico precursor.
El valor esencial del arte consiste en que es el indicio del tránsito del hombre en el mundo, el resumen de su experiencia emotiva de él […]
El arte y no la historia es el maestro de la vida.
Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de espiritualidad que se sutilizan hasta llegar a un Ente Supremo, que presumiblemente creó este mundo. […] Dadas estas escalas de seres, no creo en la comunicación directa con Dios, pero, según nuestro refinamiento espiritual, podremos comunicarnos con seres cada vez más altos. Hay tres caminos para lo oculto: el camino mágico (que incluye prácticas como las del espiritismo, intelectualmente al nivel de la brujería, que también es magia), camino extremadamente peligroso en todos los sentidos; el camino místico, que no tiene propiamente peligros, pero es incierto y lento; y lo que se llama el camino alquímico, el más difícil y el más perfecto de todos, porque implica una transmutación de la propia personalidad que la prepara sin grandes riesgos, antes bien con defensas que los demás caminos no tienen.
Sobre literatura y arte
Pessoa, F., «(Carta) A Adolfo Casais Monteiro», p. 48
PANTEÍSMO