¡Los piratas, la piratería, los barcos, la hora,
aquella hora marítima en la que son asaltadas las presas
y el terror de los prisioneros que caen se hunde en la locura,
hora de horror y crímenes, y de barcos y gente, y de mar, cielo
brisa, latitud, longitud, vocerío;
[y nubes,
yo querría que fuese en su Todo mi cuerpo, en su Todo,[sufriendo,
¡sí, mi cuerpo y mi sangre, componiendo mi ser todo de rojo,y que al fin floreciera como lo hace una herida escociendo en la
¡Ah, ser todo en los crímenes! ¡todos los elementos componentes
de los abordajes a los barcos, de las matanzas y las violaciones!
¡Ser todo cuanto fue en el mismo lugar de los saqueos!
¡Ser cuanto vivió o cuanto yació en el lugar exacto de las
[ tragedias de sangre!
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Oda marítima», vss. 469-480, p. 193
FÁRMACOS
Ver y oír son las únicas cosas nobles que la vida encierra. Los otros sentidos son plebeyos y carnales. La única aristocracia consiste en no tocar nunca. No aproximarse ―he ahí la hidalguía.
Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»
¿Qué tengo yo que ver con la vida?
Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»
¿Qué tengo yo que ver con la vida?