sentir

siento todo mi cuerpo echado en lo real,
conozco la verdad y soy feliz.

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¡Ah, nuestros sentidos, enfermos que ven y oyen!
Si fuéramos nosotros como deberíamos ser
no habría en nosotros necesidad de ilusiones...
Nos bastaría sentir con claridad y vida
sin notar ni siquiera el que haya sentidos...

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLI, vss. 8-12, p. 135


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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No siempre logro sentir lo que sé deber sentir.
Mi pensamiento sólo muy despacio atraviesa el río a nado,

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 14-15, p. 145


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Aun así, soy alguien.
Descubridor de la Naturaleza.
Argonauta de sensaciones verdaderas.
Le traigo al Universo un Universo nuevo,
dado que al Universo traigo el mismo Universo.

Esto siento y escribo
con perfecta conciencia y sin dejar de ver

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 29-35, p. 147


FÁRMACOS
VERDAD
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Trato de decir lo que yo siento
sin pensar que lo siento.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 9-10, p. 145


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Estando enfermo debo pensar lo contrario
de aquello que pienso estando sano
(pues si no, no estaría enfermo);
debo sentir lo contrario de lo que siento
en cuanto soy yo en la salud;
debo mentir a mi naturaleza
de criatura que siente de cierta manera...

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XV, vss. 9-15, p. 79


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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sentir como quien mira,
pensar como quien anda,

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XXI, vss. 16-17, p. 91


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Y no sé hablar porque estoy sintiendo,
escuchando mi voz como si fuera la de otra persona,

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El pastor enamorado», VII, vss. 16-17, p. 171


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Y no sé hablar porque estoy sintiendo,
escuchando mi voz como si fuera la de otra persona,

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El pastor enamorado», VII, vss. 16-17, p. 171


FÁRMACOS
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¡Que no haya alma con que no se sienta!

¡Que no haya como un alma a componerme
con cordeles o alambres que se aguanten,
con maderas y hierros que no falten
y me den unidad al sostenerme!

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¿Seré como parezco en ?
¿Seré como me creo verdaderamente?
Hasta en la sensación soy algo ateo,
y no sé si soy yo quien en mí siente

---------

Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,

---------

Sentir todo de todas las maneras,
tener todas las opiniones,
ser sincero contradiciéndose a cada minuto,

---------

Sentir todo de todas las maneras,
vivir todo desde todos lados,
ser lo mismo de todos los modos posibles y aún al mismo

[tiempo,

realizar en sí toda la humanidad de la totalidad de los

[momentos

en un solo momento difuso y profuso, completo y remoto.

Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

«El paso de las horas», vss. 130-134, p. 67


FÁRMACOS
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Me multipliqué para sentirme,
para sentirme quise sentir todo,
me desbordé, no hice sino extravasarme,
y me desnudé y me entregué,
y en cada rincón dentro de mi alma le dediqué un altar a un

[dios distinto.

Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

«El paso de las horas», vss. 170-174, p. 69


FÁRMACOS
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Cuanto más sienta, sí, cuanto más sienta como varias

[personas,

y cuantas más personalidades tenga yo,
cuanto más intensamente yo las tenga, más estridentemente,
cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
más unificado en lo diverso, dispersamente atento,

---------

de que no tengo personalidad en sentido estricto,

[sino sentirme ahí,

encima de la silla, como un libro que la sueca se hubiera ahí

[dejado!

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Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,

---------

Estoy de veras harto de sentir y de fingir pensar,
no acabé todavía.
Aún estoy escribiendo versos.
Aún estoy escribiendo.
Aún estoy.

---------

He traído conmigo la espina esencial de ser consciente,
traje esa vaga náusea, la enfermedad incierta, de sentirme.

---------

Para quien hace del sueño su vida y del cultivo en invernadero de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el primer paso, el que acusa en el alma que ya dio el primer paso, es el sentir las cosas mínimas como extraordinarias y desmedidas.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», p. 482


FÁRMACOS
SUEÑO
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Para quien hace del sueño su vida y del cultivo en invernadero de sus sensaciones una religión y una política, para ese, el primer paso, el que acusa en el alma que ya dio el primer paso, es el sentir las cosas mínimas como extraordinarias y desmedidas.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», p. 482


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Pulverización de la personalidad: no sé cuáles son mis ideas, ni mis sentimientos, ni mi carácter… Si siento una cosa, vagamente la siento en la persona visualizada de una criatura cualquiera que aparece en mí. Me sustituí por mis propios sueños.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar en los metafísicos», p. 496


FÁRMACOS
SUEÑO
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Sólo me ocupo de mismo. El mundo exterior es para mí, de manera evidente, sensación. Nunca me olvido de que siento.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Milímetros», p. 509


FÁRMACOS
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Porque yo no sólo soy un soñador, soy exclusivamente un soñador. El hábito único de soñar me ha dado una extraordinaria nitidez de visión interior. No sólo veo con formidable y a veces perturbador realce las figuras y los décors de mis sueños, sino que con igual realce veo mis ideas abstractas, mis sentimientos humanos ―lo que de ellos me queda―, mis secretos impulsos, mis actitudes psíquicas ante mí mismo. […] Por ello me conozco enteramente, y, a través del conocerme enteramente, conozco enteramente a la humanidad toda.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Vía Láctea», p. 551


FÁRMACOS
SUEÑO
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Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. El arte es la Cenicienta que se quedó en casa porque así tenía que ser.

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Perder el tiempo conlleva una estética. Hay, para los sutiles en las sensaciones, un formulario de la inercia que incluye recetas para todas las formas de lucidez. La estrategia con que se lucha con la noción de las convenciones sociales, con los impulsos de los instintos y con las solicitaciones del sentimiento exige un estudio que un simple esteta cualquiera no soportaría realizar. A una exacta etiología de los escrúpulos debe seguir una diagnosis irónica de las servidumbres que exige la normalidad. Hay que cultivar también la agilidad contra las intrusiones de la vida; un cuidado — debe acorazarnos contra el hecho de sentir las opiniones ajenas, y una blanda indiferencia encamarnos el alma contra los golpes sordos de la coexistencia con los otros.

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¿Qué hacer? Aislar el instante como una cosa y ser feliz ahora, en el momento en que se está sintiendo la felicidad, sin pensar nada más que en lo que se siente, excluyendo todo lo demás, excluyéndolo todo. Enjaular el pensamiento en la sensación.

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Ante cada cosa, lo que el soñador ha de procurar sentir es la nítida indiferencia que esa cosa, en cuanto tal, le provocó.

Saber, con una inmediatez instintiva, abstraer de cada objeto o acontecimiento lo que pueda tener de soñable, dejando muerto en el Mundo Exterior todo lo que tenga de real ―eso es lo que el sabio debe procurar realizar en sí mismo.

No sentir nunca sinceramente los propios sentimientos, y elevar su pálido triunfo hasta el punto de mirar indiferentemente para sus propias ambiciones, ansias y deseos; pasar por sus alegrías y angustias como quien pasa por encima de quien no le interesa.

El mayor dominio de sí mismo es la indiferencia hacia uno mismo, teniendo el alma y el cuerpo por la casa y la quinta donde el Destino quiso que pasáramos la vida.

Tratar sus más profundos sueños y sus deseos más íntimos altivamente, en grand seigneur, poniendo una íntima delicadeza en no reparar en ellos.

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Mi sensibilidad para lo nuevo es angustiadora: me siento tranquilo sólo donde ya he estado antes.

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Son intransmisibles todas las impresiones salvo si las hacemos literarias. Los niños son muy literarios porque dicen tal como sienten y no tal como debe sentir quien siente según otra persona. Oí una vez a un niño que decía, queriendo decir que estaba a punto de llorar, no «Tengo ganas de llorar», que es lo que diría un adulto, es decir, un estúpido, sino «Tengo ganas de lágrimas». […] «¡Tengo ganas de lágrimas!». Aquel chiquillo supo definir bien su espiral.

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El hecho es que creo ser el primero en dar en palabras el absurdo siniestro de esta sensación sin remedio.

Y la curo escribiéndola. Sí, no hay desolación, si es de veras profunda, mientras que no sea puro sentimiento, pero en ella participe la inteligencia, para que no exista el remedio irónico de decirla. Aun cuando la literatura no tuviera otra utilidad, tendría esta, aunque sea para unos pocos.

[…] Escribo como quien duerme, y toda mi vida es un recibo por firmar.

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La ruina de los ideales clásicos hizo de todos artistas en potencia, y por lo tanto malos artistas. Cuando el criterio del arte era la construcción sólida, la cuidadosa observación de unas reglas ―pocos podían atreverse a ser artistas, y buena parte de esos pocos son muy buenos. Pero cuando el arte pasó de ser considerado como creación a ser considerado como expresión de sentimientos, entonces cada cual pudo ya ser artista, porque sentimientos los tenemos todos.

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El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.

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Amo algunos poetas líricos porque no fueron ni poetas épicos ni dramáticos, porque tuvieron la justa intuición de no querer nunca más realización que la de un instante de sueño o de sentimiento. Lo que puede escribirse de manera inconsciente ―esa es la exacta medida de la perfección posible. Ningún drama de Shakespeare satisface tanto como un poema lírico de Heine.

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Leo y me siento libre. Adquiero objetividad. Dejé de ser yo y disperso.

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erijo esos dos principios en fundamentos generales de todo estilo: decir lo que se siente exactamente como se siente ―con claridad, si es claro; oscuramente, si es oscuro; confusamente, si es confuso―; comprender que la gramática es un instrumento, y no una ley.

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No supe nunca lo que sentía. Cuando me hablaban de tal o de cual emoción y la describían, siempre sentí que estaban describiendo algo de mi alma, pero después, pensándolo bien, pasé a dudarlo siempre. Lo que siento que soy, nunca sé si lo soy realmente, o si apenas creo que lo soy. Soy trozos de personajes de dramas míos.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 496


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraerle a una cosa su esencia.

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La única manera de que tengas sensaciones nuevas consiste en construirte un alma nueva. Baldío esfuerzo el tuyo si quieres sentir otras cosas sin sentir de manera diferente, y sentir de manera diferente sin mudar de alma. Porque las cosas son como nosotros las sentimos

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La única manera de que tengas sensaciones nuevas consiste en construirte un alma nueva. Baldío esfuerzo el tuyo si quieres sentir otras cosas sin sentir de manera diferente, y sentir de manera diferente sin mudar de alma. Porque las cosas son como nosotros las sentimos

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El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad.

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El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad.

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Perder el tiempo conlleva una estética. Hay, para los sutiles en las sensaciones, un formulario de la inercia que incluye recetas para todas las formas de lucidez. La estrategia con que se lucha con la noción de las convenciones sociales, con los impulsos de los instintos y con las solicitaciones del sentimiento exige un estudio que un simple esteta cualquiera no soportaría realizar. A una exacta etiología de los escrúpulos debe seguir una diagnosis irónica de las servidumbres que exige la normalidad. Hay que cultivar también la agilidad contra las intrusiones de la vida; un cuidado — debe acorazarnos contra el hecho de sentir las opiniones ajenas, y una blanda indiferencia encamarnos el alma contra los golpes sordos de la coexistencia con los otros.

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Saber no tener ilusiones es absolutamente necesario para poder tener sueños.

Alcanzarás así el punto supremo de la abstención soñadora, donde los sentidos se mezclan, los sentimientos se desbordan, las ideas penetran las unas en las otras. Así como los colores y los sonidos saben unos a otros, los odios saben a amores, los vigores a tedios, las cosas concretas a abstractas, y las abstractas a concretas. Se rompen los lazos que, al tiempo que todo lo ligaban, lo separaban todo, aislando cada elemento. Todo se funde y se confunde.

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Pero yo sé que lo que siento, lo siento yo.

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Nunca dejo que mis sentimientos sepan lo que voy a hacerles sentir… Juego con mis sensaciones como una princesa abrumada de tedio con sus enormes gatos ágiles y crueles…

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Nunca dejo que mis sentimientos sepan lo que voy a hacerles sentir… Juego con mis sensaciones como una princesa abrumada de tedio con sus enormes gatos ágiles y crueles…

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El resultado lo es todo. Lo que se sintió fue lo que se vivió;. Se retira uno tan cansado de un sueño como de un trabajo visible. Nunca se vivió tanto como cuando se pensó mucho. Quien está en un rincón de la sala baila con todos los bailarines. Lo ve todo, y por verlo todo, lo vive todo. […] Bailo, pues, cuando estoy viendo bailar. Digo, como el poeta inglés, cuando contaba que estaba viendo, tumbado a lo lejos en la hierba, tres segadores: «Hay un cuarto segando, y ese soy yo».

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Y asomado al parapeto, disfrutando del día, sobre el volumen vario pinto del conjunto de la ciudad, sólo un pensamiento me inunda el alma ―el íntimo deseo de morir, de acabar, de no ver ninguna otra luz sobre ciudad alguna, de no pensar, de no sentir, de dejar atrás, como un papel de envolver, el curso del sol y de los días, de despojarme, como de un traje pesado, a la orilla del lecho infinito, del esfuerzo involuntario de ser.

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No sé si duermo, o si sólo siento que duermo. No sueño la pausa adecuada, pero reparo, como si comenzase a despertar de un sueño no dormido, en los primeros ruidos de la vida de la ciudad, subiendo, como una riada, desde un lugar indefinido, allá abajo, donde quedan las calles que Dios abrió.

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Se arrastra hasta mis ojos la ciudad confusa y sosegada.

Las casas se desigualan en una aglomeración retenida, y a la luz de la luna, con manchas de incertidumbre, paraliza de madreperla las oscilaciones muertas de la profusión. Hay tejados y sombras, ventanas y Edad Media. No hay de qué haber alrededores. Se asienta en lo que se ve un vislumbre de lejanía. Por encima de mi lugar de observación hay delgadas ramas de árboles, y yo tengo el sueño de la ciudad entera en mi corazón persuadido. ¡Lisboa a la luz de la luna y mi cansancio de mañana!

¡Qué noche! Plugiera a quien provocó los pormenores del mundo que no hubiera para mí mejor estado o melodía que el momento lunar destacado en que me desconozco conocido.

Ni brisa ni gente interrumpen lo que no estoy pensando. Tengo sueño igual que tengo vida. Sólo me siento en los párpados, como si hubiera algo que pesara sobre ellos. Escucho mi respiración. ¿Duermo o estoy despierto?

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Mañana también yo ―el alma que siente y piensa, el universo que soy para mismo―, mañana, sí, yo también seré el que dejó de pasar por estas calles, aquel a quien otros evocarán con un «¿Qué habrá sido de él?». Y todo cuanto hago, todo cuanto siento, todo cuanto vivo, no será más que un transeúnte de menos en la cotidianidad de las calles de una ciudad cualquiera.

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Cada uno tiene su alcohol. Yo tengo alcohol bastante con existir. Borracho de sentirme, voy errante y seguro. Si es la hora, acudo a la oficina como otro cualquiera. Si no es la hora todavía, voy hasta el río a observar el río, como cualquier otro. Soy igual. Y por detrás de todo eso, cielo mío, me constelo a escondidas y tengo mi infinito.

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Y si no procuro vivir, actuar, sentir, es ―podéis creerlo― para no perturbar las líneas dibujadas de mi personalidad supuesta. Quiero ser tal como quise ser y no soy. Si viviera, me destruiría. Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no puedo serlo. Por eso me esculpí en calma y en extrañamiento y me coloqué en invernadero, lejos de los aires frescos y de las luces claras ―donde mi artificiosidad, flor absurda, pueda florecer en lejana belleza.

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Son intransmisibles todas las impresiones salvo si las hacemos literarias. Los niños son muy literarios porque dicen tal como sienten y no tal como debe sentir quien siente según otra persona. Oí una vez a un niño que decía, queriendo decir que estaba a punto de llorar, no «Tengo ganas de llorar», que es lo que diría un adulto, es decir, un estúpido, sino «Tengo ganas de lágrimas». […] «¡Tengo ganas de lágrimas!». Aquel chiquillo supo definir bien su espiral.

---------

El ansia de comprender, que en tantas almas nobles sustituye a la de actuar, pertenece a la esfera de la sensibilidad. Sustituir por la Inteligencia la energía, romper el lazo entre la voluntad y la emoción, despojando del interés todos los gestos de la vida material, eso es lo que, logrado, vale más que la vida, tan difícil de poseer por entero y tan triste de poseer parcialmente.

Decían los argonautas que navegar es preciso, mas vivir no es preciso. Argonautas nosotros de la sensibilidad enfermiza, digamos que sentir es preciso, mas que no es preciso vivir.

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El ansia de comprender, que en tantas almas nobles sustituye a la de actuar, pertenece a la esfera de la sensibilidad. Sustituir por la Inteligencia la energía, romper el lazo entre la voluntad y la emoción, despojando del interés todos los gestos de la vida material, eso es lo que, logrado, vale más que la vida, tan difícil de poseer por entero y tan triste de poseer parcialmente.

Decían los argonautas que navegar es preciso, mas vivir no es preciso. Argonautas nosotros de la sensibilidad enfermiza, digamos que sentir es preciso, mas que no es preciso vivir.

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El hecho es que creo ser el primero en dar en palabras el absurdo siniestro de esta sensación sin remedio.

Y la curo escribiéndola. Sí, no hay desolación, si es de veras profunda, mientras que no sea puro sentimiento, pero en ella participe la inteligencia, para que no exista el remedio irónico de decirla. Aun cuando la literatura no tuviera otra utilidad, tendría esta, aunque sea para unos pocos.

[…] Escribo como quien duerme, y toda mi vida es un recibo por firmar.

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¿Quién soy yo para mí? Sólo una sensación mía. Mi corazón se va vaciando sin querer, como un balde roto. ¿Pensar? ¿Sentir? ¡Cómo cansa todo cuando es una cosa definida!

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Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»

¿Qué tengo yo que ver con la vida?

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Otra vida, la de la ciudad anochecida. Otra alma, la de quien contempla la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sentidor. Soy como una historia que alguien hubiera contado, y, de tan bien contada, paseara carnal pero no mucho por este mundo novela, al principio de un capítulo: «A esa hora podía verse a un hombre caminando lentamente por la calle…»

¿Qué tengo yo que ver con la vida?

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La mañana del campo existe; la mañana de la ciudad promete. La una hace vivir; la otra hace pensar. Y yo sentiré siempre, como los grandes malditos, que más vale pensar que vivir.

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Ese lugar activo de las sensaciones, mi alma, pasea a veces conmigo conscientemente por las calles nocturnas de la ciudad, en las horas tediosas en que me siento un sueño entre sueños de otra especie, a la luz — del gas, entre el ruido transitorio de los vehículos.

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Ese lugar activo de las sensaciones, mi alma, pasea a veces conmigo conscientemente por las calles nocturnas de la ciudad, en las horas tediosas en que me siento un sueño entre sueños de otra especie, a la luz — del gas, entre el ruido transitorio de los vehículos.

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Ese lugar activo de las sensaciones, mi alma, pasea a veces conmigo conscientemente por las calles nocturnas de la ciudad, en las horas tediosas en que me siento un sueño entre sueños de otra especie, a la luz — del gas, entre el ruido transitorio de los vehículos.

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Lentamente me acoracé contra el sentimiento del ridículo. Me enseñé a ser insensible ya fuera para los reclamos de los instintos ya para las solicitaciones

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Me golpea entonces, siempre que así siento, la vieja frase de no sé qué escolástico: Deus est anima brutorum, Dios es el alma de los brutos. Así entendió el autor de la frase, que es maravillosa, que podía explicarse la certeza con que el instinto guía a los animales inferiores, en los que no se adivina inteligencia, o se adivina apenas un bosquejo de ella. Pero todos somos animales inferiores ―hablar y pensar no pasan de ser nuevos instintos, menos seguros, por nuevos, que los otros. Y la frase del escolástico, tan justa en su belleza, se me ensancha y digo: Dios es el alma de todo.

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Me golpea entonces, siempre que así siento, la vieja frase de no sé qué escolástico: Deus est anima brutorum, Dios es el alma de los brutos. Así entendió el autor de la frase, que es maravillosa, que podía explicarse la certeza con que el instinto guía a los animales inferiores, en los que no se adivina inteligencia, o se adivina apenas un bosquejo de ella. Pero todos somos animales inferiores ―hablar y pensar no pasan de ser nuevos instintos, menos seguros, por nuevos, que los otros. Y la frase del escolástico, tan justa en su belleza, se me ensancha y digo: Dios es el alma de todo.

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Nos sentimos contentos porque, hasta cuando pensamos y sentimos, somos capaces de no creer en la existencia del alma. En el baile de máscaras en que vivimos, nos basta el encanto del traje, que en el baile lo es todo. Somos esclavos de las luces y de los colores, entramos en el baile como en la verdad, y no somos conscientes ―salvo si, solitarios, no bailamos― del enorme frío de la ya bien entrada noche exterior, del cuerpo mortal por debajo de los andrajos que le sobreviven, de todo cuanto, a solas, juzgamos que es lo que esencialmente somos, pero al final resulta ser apenas la parodia íntima de la verdad de lo que creemos ser.

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El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.

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Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraerle a una cosa su esencia.

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Soy todas esas cosas, aunque no lo quiera, en el fondo confuso de mi sensibilidad fatal.

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Leo y me siento libre. Adquiero objetividad. Dejé de ser yo y disperso.

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Amo todo esto, tal vez porque no tenga otra cosa que amar ―o tal vez, también, porque nada hay que valga el amor de un alma, y, si tenemos que darlo por sentimiento, tanto vale darlo al pequeño aspecto de mi tintero como a la gran indiferencia de las estrellas.

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Lo que se perdió, lo que se debería haber querido, lo que se obtuvo y se disfrutó por equivocación, lo que amamos y perdimos y, tras perderlo, vimos, amándolo por haberlo perdido, que no lo habíamos amado; lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos; lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción; y el mar sin fin, acercándose, rumoroso y fresco, desde el fondo insondable de la noche inmensa, extendiéndose con suave agitación sobre la playa, en el curso nocturno de mi paseo por la orilla del mar…

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En nosotros, innúmeros,
viven; si pienso o siento
no sé quién piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
donde se siente o piensa.

Tengo más almas que una,
hay más yos que yo mismo.

---------

Los cruzados impulsos
de lo que sí o no siento
disputan en quien soy.
Los ignoro. No dictan
a quien me : yo escribo.

---------

Vuelvo sobre . Anduve de viaje algunos años recogiendo maneras de sentir. Ahora, habiéndolo visto todo y sentido todo, tengo el deber de encerrarme en casa, en mi espíritu, y trabajar, cuando pueda y en todo lo que pueda, para el progreso de la civilización y el ensanchamiento de la conciencia de la humanidad. Ojalá no me desvíe de esto mi peligroso carácter demasiado multilateral, adaptable a todo, siempre ajeno a mí mismo y sin nexo dentro de sí.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«(Carta) A Armando Côrtes-Rodrigues», p. 26


FÁRMACOS
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De la sensibilidad, de la personalidad definida que ella determina, nace el arte por medio de lo que se llama la inspiración: el secreto de que nadie habló, el sésamo pronunciado por azar, el eco en nosotros del encantamiento distante. La sola sensibilidad, sin embargo, no genera el arte; es tan sólo su condición, como el deseo lo es del propósito. Es preciso que a lo que aporta la sensibilidad se junte lo que el entendimiento le niega. Así se establece un equilibrio; y el equilibrio es el fundamento de la vida. El arte es la expresión de un equilibrio entre la subjetividad de la emoción y la objetividad del entendimiento, y como subjetiva y objetivo, se interponen, y por eso, conjugándose se equilibran.

Tiene el arte para nacer que ser de un individuo; para no morir, que parecer extraño a él.

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La metafísica puede ser una actividad científica, pero también puede ser una actividad artística. Como actividad científica, aunque sea virtual, procura conocer; como actividad artística, procura sentir. El campo de la metafísica es lo abstracto y lo absoluto. Ahora bien, lo abstracto y lo absoluto pueden ser sentidos, y no sólo pensados, por la simple razón de que todo puede ser y es sentido.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«2. ¿Qué es la metafísica?», p. 251


LECTURAS / ESTÉTICA
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Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa. Pero vivir es pertenecer a otro por fuera, y morir es pertenecer a otro por dentro. Las dos cosas se asemejan, pero la vida es el lado de fuera de la muerte. Por eso la vida es la vida y la muerte la muerte, pues el lado de fuera es siempre más verdadero que el lado de dentro, tanto que es el lado de fuera el que se ve. Toda emoción verdadera es mentira en la inteligencia, pues no se da en ella. Toda emoción verdadera tiene por tanto una expresión falsa. Expresarse es decir lo que no se siente. […] Fingir es conocerse.

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Ahora bien, el arte, como está hecho porque es sentido y para ser sentido ―sin lo cual sería ciencia o propaganda― se basa en la sensibilidad. La sensibilidad es, pues, la vida del arte.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 254


LECTURAS / ESTÉTICA
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Así el arte de los griegos también es grande según mi criterio, y lo es sobre todo según mi criterio. La belleza, la armonía, la proporción no eran para los griegos conceptos de su inteligencia, sino disposiciones íntimas de su sensibilidad. Por eso eran un pueblo de estetas, buscando, exigiendo la belleza todos¸ en todo, siempre. Por eso emitieron con tal violencia su sensibilidad sobre el mundo futuro que aún vivimos súbditos de la opresión de esa sensibilidad. Nuestra sensibilidad, sin embargo, es ya tan diferente ―de trabajada que ha sido por tantas y tan prolongadas fuerzas sociales― que ya no podemos recibir esa emisión con la sensibilidad, sino sólo con la inteligencia. Ha consumado este desastre estético nuestro la circunstancia de que hemos recibido en general esa emisión de la sensibilidad griega a través de los romanos y los franceses.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», pp. 258-259


LECTURAS / ESTÉTICA
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Como en política y religión sucede en arte. Hay un arte que domina captando, otro que domina subyugando. El primero es el arte según Aristóteles, el segundo es el arte según lo entiendo y defiendo. El primero se basa naturalmente en la idea de belleza, porque se basa en lo que agrada; se basa en la inteligencia, porque se basa en lo que, por ser general, es comprensible y por eso agradable; se basa en la unidad artificial, construida e inorgánica, y por tanto visible, como la de una máquina, y por eso apreciable y agradable. La segunda se basa naturalmente en la idea de fuerza¸ porque se basa en lo que subyuga; se basa en la sensibilidad, porque la sensibilidad es particular y personal, y dominamos con aquello que en nosotros es particular y personal, porque, si no fuese así, dominar sería perder la personalidad o, en otras palabras, ser dominado; y se basa en la unidad espontánea y orgánica, natural, que puede ser o no ser sentida, pero nunca ser vista o visible porque no está allí para ser vista.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», Sobre literatura y arte, pp. 257-258


LECTURAS / ESTÉTICA
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Hay gente tosca que puede creerse falsamente dotada de cualidades de construcción en arte; pero todo el mundo, y no algunas personas, se pueden creer artistas cuando las cualidades fundamentales exigidas son un sentimiento de vacío en los deseos, un sufrimiento sin causa y una falta de voluntad para trabajar, características que más o menos posee todo el mundo, y que en los degenerados y los enfermos del espíritu adquieren un especial relieve.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», p. 321


LECTURAS / ESTÉTICA
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Todo arte es el resultado de la colaboración entre el sentimiento y el pensamiento; […]

Ahora bien, el pensamiento puede colaborar con el sentimiento de tres formas. Puede ser la base de ese sentimiento; puede interpretar ese sentimiento; y puede combinarse directamente con ese sentimiento, de forma que lo intensifique por la complejidad. La primera forma de sentir es la del arte clásico, la segunda la del romanticismo, la tercera la que es peculiar de esos artistas que se ha dado en llamar decadentes.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Crítica e historia literaria», «6. Clásicos, románticos y decadentes», pp. 321-322


LECTURAS / ESTÉTICA
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Nuestra sensibilidad es de una complejidad tal que la antigüedad no podía ni soñarla. Así, nuestra disciplina de esa sensibilidad debe implicar el uso de una cantidad mucho más elevada de fuerza mental.

Los griegos podían sentir profundamente, intensamente, o salvajemente, pero lo hacían siempre racionalmente. Sus emociones surgían razonables aun cuando con fiereza y violencia. No sólo no podemos alcanzar esa calidad, sino que tampoco debemos; pues si tuviéramos el sentimiento griego y el intelecto griego, seríamos griegos de la antigüedad y no europeos modernos.

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Nuestra sensibilidad es de una complejidad tal que la antigüedad no podía ni soñarla. Así, nuestra disciplina de esa sensibilidad debe implicar el uso de una cantidad mucho más elevada de fuerza mental.

Los griegos podían sentir profundamente, intensamente, o salvajemente, pero lo hacían siempre racionalmente. Sus emociones surgían razonables aun cuando con fiereza y violencia. No sólo no podemos alcanzar esa calidad, sino que tampoco debemos; pues si tuviéramos el sentimiento griego y el intelecto griego, seríamos griegos de la antigüedad y no europeos modernos.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Eróstrato», 45, Sobre literatura y arte, p. 394


FÁRMACOS
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Para los sentimientos vagos que no comportan definición existe un arte, la música, cuyo fin es sugerir sin determinar. Para los sentimientos perfectamente definidos, de modo que la emoción es difícil en ellos, existe la prosa. Para los sentimientos que son fluidos y armoniosos existe la poesía. En una época sana y robusta, un Verlaine o un Mallarmé habrían escrito la música que habían nacido para escribir. No habrían tenido nunca esa tendencia a decir en palabras lo que la palabra no comporta. Pregunto al mayor entusiasta de los simbolistas franceses si lo conmovió Mallarmé tanto como una melodía vulgar, si la inexpresión de Verlaine alcanzó alguna vez la legítima inexpresión de un sencillo vals. No la alcanzó, y si me responden que prefieren para ese fin a Verlaine o a Mallarmé a la música, lo que me están diciendo es que prefieren la literatura como música a la música, me están diciendo algo que, fuera de compadecerlos, no tiene sentido.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«II. Arte y estética», «9. Regreso de los dioses: estética», p. 280


LECTURAS / ESTÉTICA
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El poeta superior dice lo que efectivamente siente. El poeta medio dice lo que decide sentir. El poeta inferior dice lo que cree que debe sentir.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«III. El poeta», «4. Nota al acaso», p. 290


LECTURAS / ESTÉTICA
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No existe nada, ninguna realidad, excepto las sensaciones. […]

El Sensacionismo pretende, consciente de esta auténtica realidad, realizar en arte la descomposición de la realidad en sus elementos psíquicos geométricos.

El fin del arte es sencillamente incrementar la autoconciencia humana.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Sensacionismo», «12. Los “Sensacionistas” portugueses», p. 125


LECTURAS / ESTÉTICA
REALIDAD
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Por eso no admito que fuera de la literatura haya realmente arte; considero las otras artes como representativas de un nivel humano inferior al actual, pero las considero imperecederas, porque siempre habrá gente que se satisfaga más con estas subartes que con el esencialmente aristocrático y difícil arte literario. Para la plebe de la sensibilidad existen las artes vitales: la danza, el canto y la representación teatral. Para la burguesía de la sensibilidad existen las artes como la pintura, la escultura, la arquitectura y, un poco menos e intermedia, la música. Para la aristocracia de la sensibilidad existe solamente un arte: la literatura, resumen de todas, que las trasciende a través de la idea.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Sensacionismo», «13. [Esbozo de una respuesta a un cuestionario literario organizado por Eurico de Seabra, el 31 de abril de 1916], p. 126


LECTURAS / ESTÉTICA
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Tomamos del simbolismo francés nuestra actitud fundamental de atención excesiva a nuestras sensaciones, y por tanto nuestra frecuente relación con el tedio, la apatía, con la renuncia ante las cosas más simples y sanas de la vida. […]

Ahora las diferencias. Rechazamos por completo, excepto ocasionalmente por razones puramente estéticas, la actitud religiosa de los simbolistas. […] Además de esto, rechazamos y abominamos la incapacidad simbolista para el esfuerzo prolongado, su ineptitud para escribir largos poemas y su viciada «construcción». […]

En cuanto a las influencias recibidas del movimiento moderno que comprende el cubismo y el futurismo, se deben más a las sugerencias que nos llegaron de ellos que a la substancia de sus obras propiamente dichas.

Hemos intelectualizado sus procesos. La descomposición del modelo que realizan (porque hemos sido influidos, no por su literatura ―si es que tienen algo que se parezca a literatura―, sino por sus cuadros), la hemos llevado hacia lo que creemos que es la esfera propia de esa descomposición ―no las cosas, sino nuestra sensación de las cosas.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Sensacionismo», «15. [Carta a un editor inglés], pp. 129-131


LECTURAS / ESTÉTICA
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Así, el arte tiene por asunto no la realidad (por lo demás, no hay realidad, sino solamente sensaciones artificialmente coordinadas), no la emoción (por lo demás, no hay propiamente emoción, sino solamente sensaciones de la emoción), sino la abstracción. No la abstracción pura, que genera la metafísica, sino la abstracción creadora, la abstracción en movimiento. Mientras que la filosofía es estática, el arte es dinámico; es precisamente ésta la única diferencia entre el arte y la filosofía.

Por concreción abstracta de la emoción entiendo que la emoción, para resaltar, tiene que ser dada como realidad, pero no realidad concreta, sino realidad abstracta. Por eso no considero artes la pintura, la escultura y la arquitectura, que pretende concretar la emoción en lo concreto. Hay sólo tres artes: la metafísica (que es un arte), la literatura y la música.

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Volviéndome así, cuando menos, un loco que sueña alto; cuando más, no un solo escritor sino toda una literatura, aun si no consigo divertirme, lo que para mí ya sería bastante, tal vez contribuya a engrandecer el universo, porque quien al morir deja escrito un verso bello, deja más ricos los cielos y la tierra y más emotivamente misteriosa la razón de que haya estrellas y gentes.

Con una falta tal de literatura como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de genio sino convertirse él solo en una literatura? Con una falta tal de gente con la que poder convivir como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de sensibilidad sino inventar sus amigos o, por lo menos, sus compañeros de espíritu?

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Textos generales sobre la heteronimia», 4, p. 62


FÁRMACOS
SUEÑO
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Claro en el pensar y en el sentir,
claro en querer;
indiferente si es el conseguir
mero obtener;
dúplice dueño, por no dividir
deber y ser.

No me pudo la Suerte dar amparo,
suyo no siendo.
Viví y morí calmadamente, bajo
los mudos cielos.
Fiel a la palabra y a la idea.
¡A Dios el resto!

Fernando Pessoa
Poesí­a VIII. Mensaje

«Don Pedro, regente de Portugal», vss. 1-12, p. 81


FÁRMACOS
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