Místico, tú ves en todo un significado.
Para ti todo tiene un velado sentido.
Hay otra cosa oculta en cada cosa que ves.
Lo que ves, lo ves siempre para ver otra cosa.
Yo, como sólo tengo ojos para ver,
veo ausencia de significado en todas las cosas;
lo veo y me amo, pues ser cosa es no significar.
Ser cosa es no ser algo que pueda interpretarse.
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 1-8, p. 107
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Místico, tú ves en todo un significado.
Para ti todo tiene un velado sentido.
Hay otra cosa oculta en cada cosa que ves.
Lo que ves, lo ves siempre para ver otra cosa.
Yo, como sólo tengo ojos para ver,
veo ausencia de significado en todas las cosas;
lo veo y me amo, pues ser cosa es no significar.
Ser cosa es no ser algo que pueda interpretarse.
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 1-8, p. 107
FÁRMACOS
Al conceder a aquello que pensamos la importancia de haberlo pensado, al tomarnos, cada uno de nosotros a sí mismo, no, como decía el griego, como medida de todas las cosas, sino como norma o modelo de ellas, creamos en nosotros, no una interpretación del universo, sino una crítica del universo ―y, dado que no lo conocemos, no lo podemos criticar―, y los más débiles y desorientados de nosotros elevan esa crítica a una interpretación impuesta como una alucinación; no deducida, sino como una simple inducción. Es la alucinación propiamente dicha, pues la alucinación es la ilusión que parte de un hecho mal visto
Así, cada uno de nosotros ha nacido enfermo de toda esta complejidad. En cada alma giran los volantes de todas las fábricas del mundo, por cada alma pasan todos los trenes del globo, todas las grandes avenidas de todas las grandes ciudades acaban en cada una de nuestras almas. Todos los asuntos sociales, todas las perturbaciones políticas, por poco que nos preocupemos de ellas, entran en nuestro organismo psíquico, en el aire que respiramos psíquicamente, pasan a nuestra sangre espiritual, pasan a ser, inquietamente, nuestras como cualquier cosa que sea nuestra.
¿Qué arte debe corresponder a este estado de civilización?
Vimos ya que el papel del arte es el de, al mismo tiempo, interpretar y oponerse a la realidad social contemporánea.
Así, cada uno de nosotros ha nacido enfermo de toda esta complejidad. En cada alma giran los volantes de todas las fábricas del mundo, por cada alma pasan todos los trenes del globo, todas las grandes avenidas de todas las grandes ciudades acaban en cada una de nuestras almas. Todos los asuntos sociales, todas las perturbaciones políticas, por poco que nos preocupemos de ellas, entran en nuestro organismo psíquico, en el aire que respiramos psíquicamente, pasan a nuestra sangre espiritual, pasan a ser, inquietamente, nuestras como cualquier cosa que sea nuestra.
¿Qué arte debe corresponder a este estado de civilización?
Vimos ya que el papel del arte es el de, al mismo tiempo, interpretar y oponerse a la realidad social contemporánea.
Todo arte es el resultado de la colaboración entre el sentimiento y el pensamiento; […]
Ahora bien, el pensamiento puede colaborar con el sentimiento de tres formas. Puede ser la base de ese sentimiento; puede interpretar ese sentimiento; y puede combinarse directamente con ese sentimiento, de forma que lo intensifique por la complejidad. La primera forma de sentir es la del arte clásico, la segunda la del romanticismo, la tercera la que es peculiar de esos artistas que se ha dado en llamar decadentes.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «6. Clásicos, románticos y decadentes», pp. 321-322
LECTURAS / ESTÉTICA
Keats es un poeta de tipo superior a Shakespeare aunque Keats no es más grande que Shakespeare. Keats era un creador; Shakespeare era sólo un intérprete. Pero Keats se sitúa relativamente abajo entre los creadores, mientras que Shakespeare se sitúa muy alto ―creo que el primero― en el grupo de los intérpretes.
El artista debe expresar no sólo lo que es de todos los hombres, sino también lo que es de todos los tiempos. El subjetivismo cristista produjo, además del error personalista, ese otro error, la preocupación de interpretar la época. Es magistral la tantas veces citada frase de Goethe sobre el asunto; en efecto, un hombre de genio sólo por sus defectos es de su época. Nuestra época nos sustrae a la humanidad.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», «9. Regreso de los dioses: estética», pp. 279-280
LECTURAS / ESTÉTICA
La obra de arte consiste, fundamentalmente, en una interpretación objetivada de una impresión subjetiva.