¿Qué es el hacer versos sino confesar que la vida no basta,
y también qué es el arte sino un olvidarse de que es esto sólo?
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Salutación a Walt Whitman», vss. 445-446, p. 297
FÁRMACOS
Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a
[los vapores,
pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e[ideas,
no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que
[pueden no ser comprendidas.
Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es
[el acero–.
Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligenciaes el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua
[que canta,
por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y
[mojarme,
que puede dejar mi traje chorreando,donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra
[carne,
tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi
[ser-pensamiento,
nombres-números ya en los confines de la gran reina[emoción-la-Tierra.
¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!
¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Salutación a Walt Whitman», vss. 518-544, pp. 303-305
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
¡No me traigáis estéticas!
¡No me habléis de moral!
¡Llevaos ya de aquí la metafísica!
¡No me pregonéis más sistemas completos, no me enfiléis
[conquistas
de las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)–de las ciencias, las artes, de la moderna civilización!–.
¿Qué mal he hecho yo a todos los dioses?
¡Si tenéis la verdad, guardáosla!
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«Lisbon Revisited», vss. 5-12, p. 201
FÁRMACOS
VERDAD
Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.
Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Diario al azar», p. 482
FÁRMACOS
REALIDAD
Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.
Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490
LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.
Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490
FÁRMACOS
El arte de soñar es difícil porque es un arte de pasividad, donde lo que supone esfuerzo es la concentración de la falta de esfuerzo. El arte de dormir, si existiera, debería ser de forma parecida. Repara bien: el arte de soñar no es el arte de orientar los sueños. Orientar es actuar. El soñador auténtico se entrega a sí mismo, se deja poseer por sí mismo.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 494
FÁRMACOS
SUEÑO
―Desprécialo todo, pero de manera que el despreciar no te moleste. No te juzgues superior por despreciar. El arte del desprecio noble está justamente en eso.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 495
FÁRMACOS
El arte es un aislamiento. Todo artista debe buscar aislar a los otros, llevarles a las almas el deseo de estar solos. El triunfo supremo de un artista es cuando al leer sus obras el lector prefiere tenerlas y no leerlas. No es porque esto suceda a los consagrados; es porque es el mayor tributo
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Máximas», p. 507
LECTURAS / ESTÉTICA
No rebajarse nunca a dar conferencias, para que no se crea que tenemos opiniones, o que nos rebajamos hasta el público para hablar con él. Si quiere, que nos lea.
Además, el conferenciante se asemeja a un actor ―criatura que el buen artista desprecia, merodeador del Arte.
Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. El arte es la Cenicienta que se quedó en casa porque así tenía que ser.
¡Cuánto más hermosa la Gioconda si no pudiéramos contemplarla! ¡Y si quien la robara la quemara, qué gran artista sería, cuánto más artista que el que la pintó!
¿Por qué es hermoso el arte? Porque es inútil ¿Por qué es fea la vida? Porque toda ella es fines, intenciones y propósitos. Todos sus caminos son para ir de un punto a otro.
La búsqueda de la verdad ―sea la verdad subjetiva del convencimiento, la verdad objetiva de la realidad, o la verdad social del dinero o del poder― trae siempre consigo, si en ella se empeña alguien digno de premio, el conocimiento último de su inexistencia. El premio gordo de la vida les cae sólo a los que compraron por casualidad.
El arte tiene valor porque nos saca de aquí.
Parece que las civilizaciones no existan sino para crear arte y literatura; lo que de ellas nos habla y lo que de ellas queda son eso, palabras.
Estoy seguro de que, en un mundo civilizado perfecto, no habría otro arte sino la prosa. […] La poesía quedaría para que los niños se aproximaran a la prosa futura; porque la poesía tiene, sin duda, algo de infantil, de mnemónico, de auxiliar e inicial.
El arte es un excusarse de actuar o de vivir. El arte es la expresión intelectual de la emoción, a diferencia de la vida, que es la expresión volitiva de la emoción.
La ruina de los ideales clásicos hizo de todos artistas en potencia, y por lo tanto malos artistas. Cuando el criterio del arte era la construcción sólida, la cuidadosa observación de unas reglas ―pocos podían atreverse a ser artistas, y buena parte de esos pocos son muy buenos. Pero cuando el arte pasó de ser considerado como creación a ser considerado como expresión de sentimientos, entonces cada cual pudo ya ser artista, porque sentimientos los tenemos todos.
El único arte verdadero es el de la construcción. Pero el medio moderno hace imposible la aparición de cualidades de construcción en el espíritu.
Por eso se desarrolló la ciencia. La única cosa en la que existe construcción hoy día es una máquina; el único argumento en el que hay encadenamiento es el de una demostración matemática.
El poder de crear precisa de un punto de apoyo, de la muleta de la realidad.
El arte es una ciencia…
Sufre rítmicamente.
El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.
El arte nos libera ilusoriamente de la sordidez de ser. Mientras sentimos los males y las injurias de Hamlet, príncipe de Dinamarca, no sentimos los nuestros ―viles por ser nuestros y viles por ser viles.
El amor, el sueño, las drogas y sustancias intoxicantes, son formas elementales del arte, o mejor, de producir sus mismos efectos. Pero amor, sueño y drogas tienen cada uno de ellos su desilusión. El amor harta o desengaña. Del sueño se despierta, y, mientras se durmió, no se vivió. Las drogas se pagan con la ruina del mismo físico al que sirvieron de estimulante. Pero en el arte no hay desilusión porque la ilusión se presupuso ya desde el principio.
Si existiera en el arte el mester de perfeccionador, yo tendría en la vida una función…
Tener la obra hecha por otro, y trabajar sólo en perfeccionarla… Así, tal vez, se hizo la Ilíada…
¡Sólo no necesitar el esfuerzo de la creación primitiva!
¡Cómo envidio a los que escriben novelas, a los que las empiezan, y las van componiendo, y las acaban! Sé imaginarlas, capítulo a capítulo, a veces con las frases del diálogo y las que están entre el diálogo, pero no sabría trasladar al papel esos sueños de escritura
Pasar de los fantasmas de la fe a los espectros de la razón no es más que ser trasladado de celda. El arte, si nos libera de los abstractos ídolos de costumbre, también nos libera de las ideas generosas y de las preocupaciones sociales ―ídolos también.
Encontrar la personalidad en el perderla ―la misma fe abona ese sentido de destino.
Sí, el Arte, que vive en la misma calle que la Vida, aunque en un sitio diferente, el Arte que alivia la vida sin aliviar el vivir, que es tan monótono como la vida misma, pero sólo en un sitio diferente.
No rebajarse nunca a dar conferencias, para que no se crea que tenemos opiniones, o que nos rebajamos hasta el público para hablar con él. Si quiere, que nos lea.
Además, el conferenciante se asemeja a un actor ―criatura que el buen artista desprecia, merodeador del Arte.
Saber ser supersticioso sigue siendo una de las artes que, realizadas en su más alto grado, señalan al hombre superior.
Y si no procuro vivir, actuar, sentir, es ―podéis creerlo― para no perturbar las líneas dibujadas de mi personalidad supuesta. Quiero ser tal como quise ser y no soy. Si viviera, me destruiría. Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no puedo serlo. Por eso me esculpí en calma y en extrañamiento y me coloqué en invernadero, lejos de los aires frescos y de las luces claras ―donde mi artificiosidad, flor absurda, pueda florecer en lejana belleza.
El arte consiste en hacer sentir a los otros aquello que nosotros sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad como forma especial de liberación.
El arte nos libera ilusoriamente de la sordidez de ser. Mientras sentimos los males y las injurias de Hamlet, príncipe de Dinamarca, no sentimos los nuestros ―viles por ser nuestros y viles por ser viles.
El amor, el sueño, las drogas y sustancias intoxicantes, son formas elementales del arte, o mejor, de producir sus mismos efectos. Pero amor, sueño y drogas tienen cada uno de ellos su desilusión. El amor harta o desengaña. Del sueño se despierta, y, mientras se durmió, no se vivió. Las drogas se pagan con la ruina del mismo físico al que sirvieron de estimulante. Pero en el arte no hay desilusión porque la ilusión se presupuso ya desde el principio.
Pasar de los fantasmas de la fe a los espectros de la razón no es más que ser trasladado de celda. El arte, si nos libera de los abstractos ídolos de costumbre, también nos libera de las ideas generosas y de las preocupaciones sociales ―ídolos también.
Encontrar la personalidad en el perderla ―la misma fe abona ese sentido de destino.
Llevar a cabo una acción sobre la humanidad, contribuir con todo el poder de mi esfuerzo a la civilización, se están convirtiendo en los graves y pesados fines de mi vida. Y así, hacer arte me parece cada vez una cosa más importante, una misión más terrible, un deber que cumplir adecuadamente, monásticamente, sin desviar los ojos del fin creador-de-civilización de toda obra artística.
Sobre literatura y arte
«(Carta) A Armando Côrtes-Rodrigues», p. 25
LECTURAS / ESTÉTICA
El punto central de mi personalidad como artista es que soy un poeta dramático; tengo continuamente en todo cuanto escribo la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Vuelo otro: eso es todo
De la sensibilidad, de la personalidad definida que ella determina, nace el arte por medio de lo que se llama la inspiración: el secreto de que nadie habló, el sésamo pronunciado por azar, el eco en nosotros del encantamiento distante.
La sola sensibilidad, sin embargo, no genera el arte; es tan sólo su condición, como el deseo lo es del propósito. Es preciso que a lo que aporta la sensibilidad se junte lo que el entendimiento le niega. Así se establece un equilibrio; y el equilibrio es el fundamento de la vida. El arte es la expresión de un equilibrio entre la subjetividad de la emoción y la objetividad del entendimiento, y como subjetiva y objetivo, se interponen, y por eso, conjugándose se equilibran.
Tiene el arte para nacer que ser de un individuo; para no morir, que parecer extraño a él.
[El gran arte] Constantemente nos señala nuestra imperfección: ya porque, pareciéndonos perfecto, se opone a lo que tenemos de imperfectos; ya porque, no siendo tampoco perfecto, es la mayor señal de la imperfección que somos.
Por eso los griegos, padres humanos del arte, eran un pueblo infantil y triste. Y el arte no es acaso, en su forma suprema, más que la infancia triste de un dios futuro, la desolación humana de la inmortalidad presentida.
Naturalmente, Fernando Pessoa piensa que como la metafísica no llega, ni puede aparentemente llegar, a ninguna conclusión verificable, no es una ciencia. Olvida que lo que define una actividad es su fin; y el fin de la metafísica es idéntico al de la ciencia ―conocer hechos― y no al del arte ―transformar hechos.
La metafísica puede ser una actividad científica, pero también puede ser una actividad artística. Como actividad científica, aunque sea virtual, procura conocer; como actividad artística, procura sentir. El campo de la metafísica es lo abstracto y lo absoluto. Ahora bien, lo abstracto y lo absoluto pueden ser sentidos, y no sólo pensados, por la simple razón de que todo puede ser y es sentido.
Llamo estética aristotélica a la que pretende que el fin del arte es la belleza o, por decir mejor, la producción en los otros de la misma impresión que la que nace de la contemplación o sensación de las cosas bellas. Para el arte clásico ―y sus derivados: el romántico, el decadente y otros tales― la belleza es el fin; divergen sólo los caminos hacia ese fin […] Creo poder formular una estética basada no en la idea de belleza, sino en la de fuerza, tomando, está claro, la palabra fuerza en su sentido abstracto y científico, pues, si fuese en el vulgar, se trataría, en cierto modo, sólo de una forma disfrazada de belleza.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 253
LECTURAS / ESTÉTICA
El arte para mí es, como toda actividad, un indicio de fuerza o energía; pero como el arte es producido por entes vivos y es, por tanto, un producto de la vida, las formas de la fuerza que se manifiestan en el arte son las formas de la fuerza que se manifiestan en la vida. Ahora bien, la fuerza vital es doble, de integración y de desintegración ―anabolismo y catabolismo como dicen los fisiólogos―. Sin la coexistencia y equilibrio de estas dos fuerzas no hay vida, pues la pura integración es la ausencia de la vida y la pura desintegración es la muerte.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 254
LECTURAS / ESTÉTICA
MUERTE
Ahora bien, el arte, como está hecho porque es sentido y para ser sentido ―sin lo cual sería ciencia o propaganda― se basa en la sensibilidad. La sensibilidad es, pues, la vida del arte.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 254
LECTURAS / ESTÉTICA
Así el arte de los griegos también es grande según mi criterio, y lo es sobre todo según mi criterio. La belleza, la armonía, la proporción no eran para los griegos conceptos de su inteligencia, sino disposiciones íntimas de su sensibilidad. Por eso eran un pueblo de estetas, buscando, exigiendo la belleza todos¸ en todo, siempre. Por eso emitieron con tal violencia su sensibilidad sobre el mundo futuro que aún vivimos súbditos de la opresión de esa sensibilidad. Nuestra sensibilidad, sin embargo, es ya tan diferente ―de trabajada que ha sido por tantas y tan prolongadas fuerzas sociales― que ya no podemos recibir esa emisión con la sensibilidad, sino sólo con la inteligencia. Ha consumado este desastre estético nuestro la circunstancia de que hemos recibido en general esa emisión de la sensibilidad griega a través de los romanos y los franceses.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», pp. 258-259
LECTURAS / ESTÉTICA
La mayoría, si no la totalidad, de los llamados realistas, naturalistas, simbolistas, futuristas son simples simuladores, no diré que sin talento, pero sí que, sólo algunos, con el talento de la simulación. Lo que escriben, pintan o esculpen puede tener interés, pero es el interés de los acrósticos, de los dibujos a un solo trazo y otras cosas semejantes. Siempre que no se le llame «arte», está bien.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», pp. 259-260
LECTURAS / ESTÉTICA
El artista se quedó entre el filósofo y el santo, fusión de los dos y negación de ambos: como el filósofo piensa, pero no tiene opiniones; como el santo se entrega, pero no sabe a qué. Los dos mayores poetas del mundo lo prueban en dos formas opuestas: en Homero no hay filosofía ni creencia; en Shakespeare están todas.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «12. António Botto y el ideal estético creador», p. 355
LECTURAS / ESTÉTICA
Hay gente tosca que puede creerse falsamente dotada de cualidades de construcción en arte; pero todo el mundo, y no algunas personas, se pueden creer artistas cuando las cualidades fundamentales exigidas son un sentimiento de vacío en los deseos, un sufrimiento sin causa y una falta de voluntad para trabajar, características que más o menos posee todo el mundo, y que en los degenerados y los enfermos del espíritu adquieren un especial relieve.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», p. 321
LECTURAS / ESTÉTICA
El verdadero peligro del romanticismo está en que los principios por los cuales se rige o dice regirse son de naturaleza tal que cualquiera puede invocarlos para conferirse a sí mismo categoría de artista. Tomar el ansia de una felicidad inalcanzable, la angustia de los sueños irrealizados, la inapetencia ante la acción y la vida como criterio distintivo del genio o del talento facilita al punto a todo individuo que sienta dicha ansia, sufra de dicha angustia, y sea presa de dicha inapetencia, el convencimiento de que es una individualidad interesante y de que el Destino, al destinarle a tales ansias, tales sufrimientos y tales imposibilidades, lo destinó implícitamente a la grandeza intelectual.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «5. [El peligro del romanticismo]», Sobre literatura y arte, p. 320
LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
Todo arte es el resultado de la colaboración entre el sentimiento y el pensamiento; […]
Ahora bien, el pensamiento puede colaborar con el sentimiento de tres formas. Puede ser la base de ese sentimiento; puede interpretar ese sentimiento; y puede combinarse directamente con ese sentimiento, de forma que lo intensifique por la complejidad. La primera forma de sentir es la del arte clásico, la segunda la del romanticismo, la tercera la que es peculiar de esos artistas que se ha dado en llamar decadentes.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «6. Clásicos, románticos y decadentes», pp. 321-322
LECTURAS / ESTÉTICA
Si alguien quisiera resumir en una palabra la característica principal del arte moderno, la encontraría perfectamente en la palabra sueño. El arte moderno es arte de sueño.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «8. [El arte moderno es arte de sueño]», p. 323
LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
¿Que este arte no se hace para el pueblo? Naturalmente que no, ni este ni ningún arte auténtico. Todo arte que permanece está hecho para las aristocracias, para los escogidos, que es lo que permanece en la historia de las sociedades, porque el pueblo pasa y pasar es su oficio.
Sobre literatura y arte
«Crítica e historia literaria», «9. [El arte moderno es aristocrático]», p. 327
LECTURAS / ESTÉTICA
La variedad es la única excusa para la abundancia. Ningún hombre debería dejar veinte libros diferentes a menos que sepa escribir como veinte hombres diferentes. Las obras de Víctor Hugo ocupan cincuenta extensos volúmenes a pesar de que cada volumen, casi cada página, contiene a todo Víctor Hugo. […] La opinión de Goethe acerca de él sigue siendo suprema, a pesar de lo pronto que fue expresada, y una gran lección para todos los artistas: «debería escribir menos y trabajar más», dijo.
Lo definitivo acerca de los auténticos grandes genios es que no son precursores. […] Casi no hay, si lo hay, ningún gran artista en el mundo para el que pueda encontrarse un auténtico precursor.
La pintura sucumbirá. La fotografía le privó de muchos de sus atractivos. La futilidad de la insensatez la ha privado de casi todo lo demás. Lo que quedaba lo han arruinado los coleccionistas americanos. Un cuadro magnífico significa algo que un americano rico quiere comprar porque a otros les gustaría comprarlo si pudieran. Así los cuadros se sitúan en paralelo no a los poemas y las novelas, sino a las primeras ediciones de ciertos poemas y novelas. […] La crítica de arte cae gradualmente en manos de comerciantes de antigüedades.
La arquitectura se convierte en un aspecto secundario de la ingeniería.
Sólo la música y la literatura permanecen.
[…] Una visita al museo puede llegar a ser no una contribución a la cultura, sino un estímulo para la envidia, como mirar desde nuestros pies cansados el automóvil de un rico.
Si reparamos en cuáles son las cosas esenciales de la poesía, nos convenceremos fácilmente de que son cosas que no es preciso tocar para reformar el arte. Una es la construcción, otra es la Weltanschauung.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», «8. A. Mora», p. 278
LECTURAS / ESTÉTICA
El romanticismo es en el fondo una confesión de debilidad. Lejos de haber sido una renovación del arte, fue una incapacidad de renovarlo. ¿Se habían agotado las fórmulas clásicas? No se habían agotado las fórmulas clásicas, lo que se había agotado era la inspiración dentro de ellas. Para encontrar una nueva inspiración hizo falta saltar fuera de las reglas. Por eso he dicho que el romanticismo ―pues es una incapacidad para trabajar dentro de límites― es una incapacidad de renovación artística.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», «8. A. Mora», Sobre literatura y arte, p. 278
LECTURAS / ESTÉTICA
Para los sentimientos vagos que no comportan definición existe un arte, la música, cuyo fin es sugerir sin determinar. Para los sentimientos perfectamente definidos, de modo que la emoción es difícil en ellos, existe la prosa. Para los sentimientos que son fluidos y armoniosos existe la poesía. En una época sana y robusta, un Verlaine o un Mallarmé habrían escrito la música que habían nacido para escribir. No habrían tenido nunca esa tendencia a decir en palabras lo que la palabra no comporta. Pregunto al mayor entusiasta de los simbolistas franceses si lo conmovió Mallarmé tanto como una melodía vulgar, si la inexpresión de Verlaine alcanzó alguna vez la legítima inexpresión de un sencillo vals. No la alcanzó, y si me responden que prefieren para ese fin a Verlaine o a Mallarmé a la música, lo que me están diciendo es que prefieren la literatura como música a la música, me están diciendo algo que, fuera de compadecerlos, no tiene sentido.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», «9. Regreso de los dioses: estética», p. 280
LECTURAS / ESTÉTICA
El artista debe expresar no sólo lo que es de todos los hombres, sino también lo que es de todos los tiempos. El subjetivismo cristista produjo, además del error personalista, ese otro error, la preocupación de interpretar la época. Es magistral la tantas veces citada frase de Goethe sobre el asunto; en efecto, un hombre de genio sólo por sus defectos es de su época. Nuestra época nos sustrae a la humanidad.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», «9. Regreso de los dioses: estética», pp. 279-280
LECTURAS / ESTÉTICA
El valor esencial del arte consiste en que es el indicio del tránsito del hombre en el mundo, el resumen de su experiencia emotiva de él […]
El arte y no la historia es el maestro de la vida.
La obra de arte consiste, fundamentalmente, en una interpretación objetivada de una impresión subjetiva.
El fin del arte es imitar perfectamente la Naturaleza. Este principio elemental es justo si no olvidamos que imitar a la Naturaleza no quiere decir copiarla, pero sí imitar sus procesos. Así, la obra de arte debe tener las características de un ser natural, de un animal; debe ser perfecta como son ―y cada vez lo vemos mejor según la ciencia progresa― los seres naturales; […] Así, notémoslo, la idea de perfección no es, como pensaba Platón, griego decadente, una idea venida del ideal; la idea de perfección nace de la contemplación de las cosas, de la Materia y de la perfección que la Naturaleza pone en los seres que produce […]
El ideal del artista influenciador es alto en la medida en que tiene conciencia de su oficio, en la medida en que tiene conciencia de su papel de influenciador de generaciones futuras y de la misión de quien debe dejar perennemente aumentado el patrimonio espiritual de la humanidad.
Los poetas antiguos tenían esta conciencia; su decadencia entre los modernos, sustituida por el ansia de popularidad inmediata, atributo finalista de las artes inferiores, es uno de los síntomas más fuertes de nuestra degradación moral (espiritual).
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», 13, Sobre literatura y arte, pp. 284-285
LECTURAS / ESTÉTICA
Hay artes cuyo fin es entretener: son la danza, el canto y el arte de representar.
Hay artes cuyo fin es agradar: son la escultura, la pintura y la arquitectura.
Hay artes cuyo fin es influir: son la música, la literatura y la filosofía.
Un asunto sexual debe ser tratado en arte de manera que no suscite deseo. Para suscitar deseo sirve mejor una fotografía pornográfica.
El arte supremo tiene como fin liberar ―elevar el alma sobre lo que es estrecho, por encima de los instintos, de las preocupaciones morales o inmorales.
El arte no guarda relación con la moral en cuanto a fin, sí en cuanto al contenido.
Todo arte debe causar placer ―varía el tipo de placer―. El arte inferior causa placer porque distrae, libertad porque libera de las preocupaciones de la vida; el arte superior menor causa placer porque alegra, libertad porque libera de la imperfección de la vida; el arte superior causa placer porque libera, libertad porque libera de la propia vida.
Sobre literatura y arte
«II. Arte y estética», 15, Sobre literatura y arte, pp. 286-287
LECTURAS / ESTÉTICA
Hay tres clases de cultura: la que resulta de la erudición, la que resulta de la experiencia transferida, y la que resulta de la multiplicidad de intereses intelectuales. […] Daremos ejemplos de todas según existieron en tres grandes poetas: vemos la primera en Milton, que se preparó conscientemente para su obra poética ―la que habría de ser, pues de joven no sabía cuál sería― por medio del dominio del griego, del latín, del hebreo y del italiano (que no sólo leía, sino que también escribía), y mediante el estudio de los clásicos en las dos primeras lenguas. Vemos la segunda en Shakespeare, persona poco leída y cultivada, pero intenso y profundo en su aprovechamiento de cuanto veía y oía, hasta el extremo de simular involuntariamente una erudición que en verdad no tenía. Vemos la tercera en Goethe, que ni tenía la erudición de Milton ni la ultra asimilación de Shakespeare, pero cuya variedad de intereses, que abarcaba todas las artes y casi todas las ciencias, compensaba en universalidad lo que en profundidad o absorción perdía.
Todas las artes son una futilidad frente a la literatura.
Sobre literatura y arte
«IV. Literatura, prosa y poesía», «2. Argumento del periodista», p. 294
LECTURAS / ESTÉTICA
La poesía es, sin duda, en lo que la buena lógica tiene sólo de buena lógica, una especie del género de la literatura. Es ésta el arte que se forma con palabras; aquélla la especie que se forma con palabras dispuestas de determinada manera. «La prosa», decía Coleridge, «es las palabras dispuestas en el mejor orden; la poesía las mejores palabras dispuestas en el mejor orden». Es así, o casi.
Sobre literatura y arte
«IV. Literatura, prosa y poesía», 1, p. 293
LECTURAS / ESTÉTICA
El arte que vive primordialmente del sentido directo de la palabra se llamará con propiedad prosa, sin más; el que vive primordialmente de los sentidos indirectos de la palabra ―de lo que la palabra contiene, no de lo que simplemente dice se llamará convenientemente literatura; el que vive primordialmente de la proyección de todo eso en el ritmo se llamará con propiedad poesía.
Sobre literatura y arte
«IV. Literatura, prosa y poesía», 1, p. 294
LECTURAS / ESTÉTICA
No existe nada, ninguna realidad, excepto las sensaciones. […]
El Sensacionismo pretende, consciente de esta auténtica realidad, realizar en arte la descomposición de la realidad en sus elementos psíquicos geométricos.
El fin del arte es sencillamente incrementar la autoconciencia humana.
Sobre literatura y arte
«Sensacionismo», «12. Los “Sensacionistas” portugueses», p. 125
LECTURAS / ESTÉTICA
REALIDAD
Por eso no admito que fuera de la literatura haya realmente arte; considero las otras artes como representativas de un nivel humano inferior al actual, pero las considero imperecederas, porque siempre habrá gente que se satisfaga más con estas subartes que con el esencialmente aristocrático y difícil arte literario. Para la plebe de la sensibilidad existen las artes vitales: la danza, el canto y la representación teatral. Para la burguesía de la sensibilidad existen las artes como la pintura, la escultura, la arquitectura y, un poco menos e intermedia, la música. Para la aristocracia de la sensibilidad existe solamente un arte: la literatura, resumen de todas, que las trasciende a través de la idea.
Sobre literatura y arte
«Sensacionismo», «13. [Esbozo de una respuesta a un cuestionario literario organizado por Eurico de Seabra, el 31 de abril de 1916], p. 126
LECTURAS / ESTÉTICA
Preguntando cuál es el fin del arte, el sensacionismo verifica que no puede ser ni la organización de las sensaciones del exterior, porque ése es el fin de la ciencia, ni la organización de las sensaciones procedentes del interior, porque este es el fin de la filosofía; pero sí, por lo tanto, puede ser la organización de las sensaciones de lo abstracto.
Así, el arte tiene por asunto no la realidad (por lo demás, no hay realidad, sino solamente sensaciones artificialmente coordinadas), no la emoción (por lo demás, no hay propiamente emoción, sino solamente sensaciones de la emoción), sino la abstracción. No la abstracción pura, que genera la metafísica, sino la abstracción creadora, la abstracción en movimiento. Mientras que la filosofía es estática, el arte es dinámico; es precisamente ésta la única diferencia entre el arte y la filosofía.
Por concreción abstracta de la emoción entiendo que la emoción, para resaltar, tiene que ser dada como realidad, pero no realidad concreta, sino realidad abstracta. Por eso no considero artes la pintura, la escultura y la arquitectura, que pretende concretar la emoción en lo concreto. Hay sólo tres artes: la metafísica (que es un arte), la literatura y la música.
El artista es la más alta forma del hombre superior. El santo es de la estirpe de los Ángeles, cuyo oficio es creer; el sabio es de la estirpe de los Arcángeles, cuyo oficio es comprender; el artista es, sin embargo, de la estirpe de los Dioses, cuyo oficio es crear.
Sobre literatura y arte
António Botto y el ideal estético creador», p. 354
LECTURAS / ESTÉTICA