placer

El día consiste ya, perfectamente, en horas de trabajo,
y todo empieza a regularizarse y a moverse.
Y con un gran placer, natural y directo, recorro con el alma
todas las operaciones comerciales necesarias para embarcar

[las mercancías.

Mi época es el sello que va impreso en todas las facturas,
y siento que todas las cartas de todas las oficinas
deberían de ir remitidas a mí.

Álvaro de Campos
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1

«Oda marítima», vss. 808-814, p. 219-221


CIUDAD
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No conozco placer como el de los libros, y leo poco. Los libros son presentaciones a los sueños, y no precisa de presentaciones quien, con la facilidad de la vida, entra en diálogo con ellos. Nunca pude leer un libro entregándome a él; siempre, a cada paso, el comentario de la inteligencia o de la imaginación me entorpecía la secuencia de la propia narración. Al cabo de unos minutos, el que escribía era yo, y lo que estaba escrito no estaba en parte alguna.

Mis lecturas predilectas son la repetición de libros banales que duermen conmigo a mi cabecera. Hay dos que nunca me abandonan ―La Retórica del Padre Figueiredo y las Reflexiones sobre la Lengua Portuguesa, del Padre Freire.

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No conozco placer como el de los libros, y leo poco. Los libros son presentaciones a los sueños, y no precisa de presentaciones quien, con la facilidad de la vida, entra en diálogo con ellos. Nunca pude leer un libro entregándome a él; siempre, a cada paso, el comentario de la inteligencia o de la imaginación me entorpecía la secuencia de la propia narración. Al cabo de unos minutos, el que escribía era yo, y lo que estaba escrito no estaba en parte alguna.

Mis lecturas predilectas son la repetición de libros banales que duermen conmigo a mi cabecera. Hay dos que nunca me abandonan ―La Retórica del Padre Figueiredo y las Reflexiones sobre la Lengua Portuguesa, del Padre Freire.

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La superioridad del soñador consiste en que soñar es mucho más práctico que vivir, y en que el soñador extrae de la vida un placer mucho mayor y mucho más variado que el hombre de acción. En mejores y más directos términos, el soñador es el verdadero hombre de acción.

Siendo la vida esencialmente un estado mental y siendo todo cuanto hacemos o consideramos válido para nosotros en la misma proporción en que lo consideramos válido, de nosotros depende la valoración. El soñador es un emisor de billetes de banco, y los billetes que emite corren por la ciudad de su espíritu del mismo modo que los de la realidad.

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el placer del momento antepongamos
al absurdo cuidado del futuro,
cuya certeza es sólo el mal presente
con que su bien se compra.

El mañana no existe. Sólo mío
es el momento; yo soy quien existe
en este que es, quizá, el último instante
de ese que ser yo finjo.

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El arte supremo tiene como fin liberar ―elevar el alma sobre lo que es estrecho, por encima de los instintos, de las preocupaciones morales o inmorales.

El arte no guarda relación con la moral en cuanto a fin, sí en cuanto al contenido.

Todo arte debe causar placer ―varía el tipo de placer―. El arte inferior causa placer porque distrae, libertad porque libera de las preocupaciones de la vida; el arte superior menor causa placer porque alegra, libertad porque libera de la imperfección de la vida; el arte superior causa placer porque libera, libertad porque libera de la propia vida.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«II. Arte y estética», 15, Sobre literatura y arte, pp. 286-287


LECTURAS / ESTÉTICA
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Reconocer que no sabemos nada salvo que hay una ley en todo, ley que se manifiesta ajena a nuestros dolores y a nuestros placeres, más allá del bien y del mal; que somos, bajo esa ley, juguetes en manos de fuerzas superiores que no conocen la perfección moral, como nosotros no la conocemos entre nosotros; que, puesto que sólo el universo objetivo nos ha sido dado, en ese universo y en conformación con ese universo debemos vivir nuestra vida, pues, si podemos tener otras formas de vida, a su tiempo las tendremos o nos serán dadas. En esto consiste la religión pagana o, si se prefiere, la filosofía del paganismo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Paganismo», «15. António Mora», p. 166


FÁRMACOS
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Reconocer que no sabemos nada salvo que hay una ley en todo, ley que se manifiesta ajena a nuestros dolores y a nuestros placeres, más allá del bien y del mal; que somos, bajo esa ley, juguetes en manos de fuerzas superiores que no conocen la perfección moral, como nosotros no la conocemos entre nosotros; que, puesto que sólo el universo objetivo nos ha sido dado, en ese universo y en conformación con ese universo debemos vivir nuestra vida, pues, si podemos tener otras formas de vida, a su tiempo las tendremos o nos serán dadas. En esto consiste la religión pagana o, si se prefiere, la filosofía del paganismo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Paganismo», «15. António Mora», Sobre literatura y arte, p. 166


PANTEÍSMO
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