perfección

el alma más perfecta es aquella que no aparece nunca.
El alma que está hecha con el cuerpo,
el absoluto cuerpo de las cosas,
la existencia real en absoluto, sin sombras ni errores,
la completa y exacta coincidencia de una cosa consigo.

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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Diario al azar», p. 482


FÁRMACOS
REALIDAD
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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490


LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490


FÁRMACOS
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―Vive tu vida. No seas vivido por ella. En la verdad y en el error, en el gozo y en el malestar, sé tu propio ser. Sólo podrás hacer eso soñando, porque tu vida real, tu vida humana es aquella que no es tuya, sino de los otros. Así, sustituirás la vida por el sueño y te preocuparás tan sólo de soñar con perfección. En todos tus actos de la vida real, desde el del nacimiento hasta el de la muerte, tú no actúas. Eres actuado; no vives; sólo eres vivido. Vuélvete, para los demás, una esfinge absurda. Enciérrate, pero sin golpear la puerta, en tu torre de marfil. Y tu torre de marfil eres mismo.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 495


FÁRMACOS
MUERTE
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Amo algunos poetas líricos porque no fueron ni poetas épicos ni dramáticos, porque tuvieron la justa intuición de no querer nunca más realización que la de un instante de sueño o de sentimiento. Lo que puede escribirse de manera inconsciente ―esa es la exacta medida de la perfección posible. Ningún drama de Shakespeare satisface tanto como un poema lírico de Heine.

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[El gran arte] Constantemente nos señala nuestra imperfección: ya porque, pareciéndonos perfecto, se opone a lo que tenemos de imperfectos; ya porque, no siendo tampoco perfecto, es la mayor señal de la imperfección que somos.

Por eso los griegos, padres humanos del arte, eran un pueblo infantil y triste. Y el arte no es acaso, en su forma suprema, más que la infancia triste de un dios futuro, la desolación humana de la inmortalidad presentida.

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El fin del arte es imitar perfectamente la Naturaleza. Este principio elemental es justo si no olvidamos que imitar a la Naturaleza no quiere decir copiarla, pero sí imitar sus procesos. Así, la obra de arte debe tener las características de un ser natural, de un animal; debe ser perfecta como son ―y cada vez lo vemos mejor según la ciencia progresa― los seres naturales; […] Así, notémoslo, la idea de perfección no es, como pensaba Platón, griego decadente, una idea venida del ideal; la idea de perfección nace de la contemplación de las cosas, de la Materia y de la perfección que la Naturaleza pone en los seres que produce […]

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«II. Arte y estética», 11, pp. 282-283


LECTURAS / ESTÉTICA
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Reconocer que no sabemos nada salvo que hay una ley en todo, ley que se manifiesta ajena a nuestros dolores y a nuestros placeres, más allá del bien y del mal; que somos, bajo esa ley, juguetes en manos de fuerzas superiores que no conocen la perfección moral, como nosotros no la conocemos entre nosotros; que, puesto que sólo el universo objetivo nos ha sido dado, en ese universo y en conformación con ese universo debemos vivir nuestra vida, pues, si podemos tener otras formas de vida, a su tiempo las tendremos o nos serán dadas. En esto consiste la religión pagana o, si se prefiere, la filosofía del paganismo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Paganismo», «15. António Mora», p. 166


FÁRMACOS
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Reconocer que no sabemos nada salvo que hay una ley en todo, ley que se manifiesta ajena a nuestros dolores y a nuestros placeres, más allá del bien y del mal; que somos, bajo esa ley, juguetes en manos de fuerzas superiores que no conocen la perfección moral, como nosotros no la conocemos entre nosotros; que, puesto que sólo el universo objetivo nos ha sido dado, en ese universo y en conformación con ese universo debemos vivir nuestra vida, pues, si podemos tener otras formas de vida, a su tiempo las tendremos o nos serán dadas. En esto consiste la religión pagana o, si se prefiere, la filosofía del paganismo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Paganismo», «15. António Mora», Sobre literatura y arte, p. 166


PANTEÍSMO
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