intuición

Todas las épocas me pertenecen, sí, por un momento,
como todas las almas, un momento, han tenido su lugar en .
Fluido de intuiciones, río de suponer –sin duda, pero,
siempre llevado en olas sucesivas–,
sí, siempre el mar, y ya desconociéndose,

Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

«El pasar de las horas», vss. 5-9, p. 205


FÁRMACOS
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Sólo una gran intuición puede servir de brújula en los descampados del alma

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Escritos de Pessoa relativos al “Libro del desasosiego”», «Del prefacio a las “Ficciones del interludio”», p. 571


FÁRMACOS
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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Diario al azar», p. 482


FÁRMACOS
REALIDAD
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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490


LECTURAS / ESTÉTICA
SUEÑO
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Y a veces, en mitad de la calle ―por fin sin que reparen en mí― me detengo, vacilo, busco algo así como una nueva dimensión, una puerta que dé al interior del espacio, al otro lado del espacio, donde sin pérdida de tiempo pueda huir de mi conciencia de los otros, de mi intuición demasiado objetivada de la realidad de las vivas almas ajenas.

Porque no os penséis que yo escribo para publicar, o para escribir, ni siquiera para hacer arte. Escribo porque ese es el fin, la perfección suprema, la perfección temperamentalmente ilógica, o de mi cultivo de estados de alma. Si cojo una sensación mía y la desmadejo hasta poder con ella tejerle la realidad interior a la que llamo La Floresta de la Enajenación o el Viaje Jamás Realizado, creedme que lo hago no para que la prosa suene lúcida y trémula, ni siquiera para gozar yo con mi prosa ―aunque eso también quiero, también ese primor final añado, como un hermoso caer de telón sobre mis decorados soñados― sino para que dé completa exterioridad a lo que es interior, para que de ese modo realice lo irrealizable, conjugue lo contradictorio y, haciendo del exterior sueño, le proporcione su máximo poder de puro sueño

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Educación sentimental», pp. 489-490


FÁRMACOS
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Amo algunos poetas líricos porque no fueron ni poetas épicos ni dramáticos, porque tuvieron la justa intuición de no querer nunca más realización que la de un instante de sueño o de sentimiento. Lo que puede escribirse de manera inconsciente ―esa es la exacta medida de la perfección posible. Ningún drama de Shakespeare satisface tanto como un poema lírico de Heine.

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Tengo la intuición de que para las criaturas como yo ninguna circunstancia material puede resultar propicia, ningún acontecimiento de la vida puede tener una solución favorable. […] De todo esto resulta, en relación con mis esfuerzos, que yo no intento nunca nada con exceso. […] Mi estoicismo es una necesidad orgánica. Necesito acorazarme contra la vida.

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