momento

siento todo mi cuerpo echado en lo real,
conozco la verdad y soy feliz.

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Entonces vi que no hay Naturaleza,
que la Naturaleza no tiene existencia,
que hay montes y valles y llanuras,
que hay árboles, que hay flores y que hay hierbas,
que hay piedras y ríos,
pero que no hay un todo al que todo eso pertenezca,
y que un conjunto real y verdadero
es la enfermedad de las ideas.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVII, vss. 7-14, p. 149


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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[Caeiro] el revelador de la Realidad o, como él mismo dijo, «el Argonauta de las sensaciones verdaderas» –el gran Libertador que nos restituyó, cantando, a aquella nada luminosa que somos; que nos arrancó de la muerte y de la vida para dejarnos entre las simples cosas que no conocen nada, en su transcurso, respecto de vivir ni de morir; que nos libró de la esperanza y de la desesperanza, para que no nos consolemos sin razón ni nos entristezcamos sin causa; comensales con él, y sin pensarlo, de la realidad objetiva del Universo.

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La realidad no precisa de .

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Me gusta que todo sea realidad y que todo esté bien;
y me gusta porque así sería aunque no me gustara.

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Y nada vuelve, y nada se repite, porque todo es real.

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Lo más noble del mundo es ser real.

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Y nada vuelve, y nada se repite, porque todo es real.

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La realidad no precisa de .

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La realidad asombrosa de las cosas
es mi descubrimiento de todos los días.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicar a alguien cuánto me alegra esto,
y cuánto me basta.

Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 1-5, p. 17


FÁRMACOS
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Porque yo no voy nunca más allá de la inmediata realidad.
Nada hay más allá de la inmediata realidad.

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Comprendí que las cosas son reales, y diferentes todas unas de

[otras;

he comprendido esto con los ojos, pero nunca con el pensamiento.
Comprender esto con el pensamiento sería encontrarlas a

[todas iguales.

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Comprendí que las cosas son reales, y diferentes todas unas de

[otras;

he comprendido esto con los ojos, pero nunca con el pensamiento.
Comprender esto con el pensamiento sería encontrarlas a

[todas iguales.

Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 10-12, p. 29


FÁRMACOS
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Me gusta que todo sea realidad y que todo esté bien;
y me gusta porque así sería aunque no me gustara.

Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 12-13, p. 27


FÁRMACOS
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Percibimos las cosas demasiado –ahí está el error y está la

[duda.

Lo que existe trasciende por debajo a lo que creemos que

[existe.

La Realidad tan sólo es real, no pensada.

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el alma más perfecta es aquella que no aparece nunca.
El alma que está hecha con el cuerpo,
el absoluto cuerpo de las cosas,
la existencia real en absoluto, sin sombras ni errores,
la completa y exacta coincidencia de una cosa consigo.

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Así como nos faltan las palabras cuando queremos expresar

[un pensamiento,

así nos faltan también los pensamientos cuando queremos

[pensar la realidad.

Pero, como la esencia del pensar no es el ser dicho sino el ser

[pensado,

así el existir será la esencia de la realidad, no el ser pensada.

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Mas yo no quiero el presente, quiero la realidad;
quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.

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Mas yo no quiero el presente, quiero la realidad;
quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.

Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 3-4, p. 141


FÁRMACOS
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ir enderezando, en calidad de buena ama de casa de lo Real,
las cortinas de las ventanas de la Sensación
y los capachos a las puertas de la Percepción;
barrer los cuartos de la observación,
limpiar el polvo a las ideas simples...
Ahí está mi vida, verso a verso.

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La realidad asombrosa de las cosas
es mi descubrimiento de todos los días.
Cada cosa es lo que es,
y es difícil explicar a alguien cuánto me alegra esto,
y cuánto me basta.

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¡Los piratas, la piratería, los barcos, la hora,
aquella hora marítima en la que son asaltadas las presas
y el terror de los prisioneros que caen se hunde en la locura,
hora de horror y crímenes, y de barcos y gente, y de mar, cielo
brisa, latitud, longitud, vocerío;

[y nubes,

yo querría que fuese en su Todo mi cuerpo, en su Todo,

[sufriendo,

¡sí, mi cuerpo y mi sangre, componiendo mi ser todo de rojo,
y que al fin floreciera como lo hace una herida escociendo en la

[carne irreal de mi alma!

¡Ah, ser todo en los crímenes! ¡todos los elementos componentes
de los abordajes a los barcos, de las matanzas y las violaciones!
¡Ser todo cuanto fue en el mismo lugar de los saqueos!
¡Ser cuanto vivió o cuanto yació en el lugar exacto de las

[ tragedias de sangre!

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porque lo que viste con tus dedos, dedos materiales y

[admirables,

fue la cara sensible, cara no fisionómica, de las cosas
fue la realidad, no lo real.

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Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a

[los vapores,

pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e

[ideas,

no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,
ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que

[pueden no ser comprendidas.

Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.
Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es

[el acero–.

Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligencia
es el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua

[que canta,

por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,
el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y

[mojarme,

que puede dejar mi traje chorreando,
donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra

[carne,

tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!
Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi

[ser-pensamiento,

nombres-números ya en los confines de la gran reina

[emoción-la-Tierra.


¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!

¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,

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Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,

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Al fin la mejor manera de viajar es sentir.
Sentirlo todo de todas las maneras.
Sentirlo todo excesivamente,
porque todas las cosas son, en verdad, excesivas
y la totalidad de lo real es exceso, violencia,

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Sensación metafísica de las otras personas, y de sus realidades

[como de su decoro...

¡Oh enfermedad humanitaria de mis nervios, siempre

[vibrando llenos de otras personas,

voluptuosidad de gozar y sufrir las posibles hipótesis de la vida

[de otros...

¡Y yo ser sólo yo, sólo yo eternamente, no tener otras vidas

[sino sólo la mía!

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La única realidad, para , son mis sensaciones. Yo soy una sensación mía. Por lo tanto, ni de mi propia existencia estoy seguro. Puedo estarlo apenas de aquellas sensaciones a las que llamo mías.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Escritos de Pessoa relativos al “Libro del desasosiego”», «Ideas metafísicas del “Libro del desasosiego”», pp. 572-573


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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No supe nunca lo que sentía. Cuando me hablaban de tal o de cual emoción y la describían, siempre sentí que estaban describiendo algo de mi alma, pero después, pensándolo bien, pasé a dudarlo siempre. Lo que siento que soy, nunca sé si lo soy realmente, o si apenas creo que lo soy. Soy trozos de personajes de dramas míos.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 496


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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Se arrastra hasta mis ojos la ciudad confusa y sosegada.

Las casas se desigualan en una aglomeración retenida, y a la luz de la luna, con manchas de incertidumbre, paraliza de madreperla las oscilaciones muertas de la profusión. Hay tejados y sombras, ventanas y Edad Media. No hay de qué haber alrededores. Se asienta en lo que se ve un vislumbre de lejanía. Por encima de mi lugar de observación hay delgadas ramas de árboles, y yo tengo el sueño de la ciudad entera en mi corazón persuadido. ¡Lisboa a la luz de la luna y mi cansancio de mañana!

¡Qué noche! Plugiera a quien provocó los pormenores del mundo que no hubiera para mí mejor estado o melodía que el momento lunar destacado en que me desconozco conocido.

Ni brisa ni gente interrumpen lo que no estoy pensando. Tengo sueño igual que tengo vida. Sólo me siento en los párpados, como si hubiera algo que pesara sobre ellos. Escucho mi respiración. ¿Duermo o estoy despierto?

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La vida en sí misma es, al final, un gran insomnio, y hay un lúcido despertar sobresaltado en todo cuanto hacemos y pensamos.

Sería feliz si pudiera dormir. Esta opinión es la que tengo en este momento, porque no duermo.

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Me gusta, en las tardes lentas de verano, el sosiego de la parte baja de la ciudad, y sobre todo aquel sosiego que el contraste acentúa en el momento en que el día se entrega más al bullicio.

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Pero también hay momentos, y uno de ellos es este que me oprime ahora, en que me siento más a mismo que a las cosas externas, y todo se me convierte en una noche de lluvia y lodo, perdido en la soledad de un apeadero secundario, entre dos trenes de tercera clase.

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La superioridad del soñador consiste en que soñar es mucho más práctico que vivir, y en que el soñador extrae de la vida un placer mucho mayor y mucho más variado que el hombre de acción. En mejores y más directos términos, el soñador es el verdadero hombre de acción.

Siendo la vida esencialmente un estado mental y siendo todo cuanto hacemos o consideramos válido para nosotros en la misma proporción en que lo consideramos válido, de nosotros depende la valoración. El soñador es un emisor de billetes de banco, y los billetes que emite corren por la ciudad de su espíritu del mismo modo que los de la realidad.

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Permanecí horas desconocidas, momentos sucesivos sin relación, en el paseo que di, de noche, por la orilla solitaria del mar. Todos los pensamientos que han hecho vivir a tantos hombres, todas las emociones que los hombres han dejado de vivir, cruzaron por mi mente, como un oscuro resumen de la historia, en esa meditación mía paseada por la orilla del mar. Sufrí en mismo, conmigo mismo, las aspiraciones de todas las eras, y conmigo pasearon, por la orilla oída del mar, los desasosiegos de todos los tiempos.

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El verdadero sabio es aquel que consigue que los acontecimientos exteriores lo alteren mínimamente. Para ello necesita acorazarse rodeándose de realidades más próximas a él que los acontecimientos y a través de las cuales los acontecimientos, alterados hasta estar de acuerdo con ellas, le llegan.

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Estoy en uno de esos momentos, y escribo estas líneas como quien quiere al menos saber que vive.

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¿qué podrán ser mis sueños
sino obra de los dioses?

Dejadme lo Real de este momento
y mis dioses tranquilos e inmediatos
que en lo Incierto no moran
sino en campos y ríos.

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