Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», IX, vss. 13-14, p. 67
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
desembalar mis emociones verdaderas,
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVI, v. 20, p. 145
FÁRMACOS
Aun así, soy alguien.
Descubridor de la Naturaleza.
Argonauta de sensaciones verdaderas.
Le traigo al Universo un Universo nuevo,
dado que al Universo traigo el mismo Universo.
Esto siento y escribo
con perfecta conciencia y sin dejar de ver
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 29-35, p. 147
FÁRMACOS
VERDAD
Esto fue lo que, sin pensar ni detenerme,
acerté que debía de ser la verdad
que andan todos buscando y que no encuentran,
ésa que sólo yo encontré al no buscarla.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVII, vss. 17-20, p. 149
FÁRMACOS
VERDAD
Entonces vi que no hay Naturaleza,
que la Naturaleza no tiene existencia,
que hay montes y valles y llanuras,
que hay árboles, que hay flores y que hay hierbas,
que hay piedras y ríos,
pero que no hay un todo al que todo eso pertenezca,
y que un conjunto real y verdadero
es la enfermedad de las ideas.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLVII, vss. 7-14, p. 149
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
Bendito sea yo por cuanto no sé.
Todo eso es lo que en verdad yo soy.
Y gozo de todo ello como quien sabe que el sol existe.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXVII, vss. 9-11, p. 103
SENSUALISMO / SENSACIÓN
VERDAD
[Caeiro] el revelador de la Realidad o, como él mismo dijo, «el Argonauta de las sensaciones verdaderas» –el gran Libertador que nos restituyó, cantando, a aquella nada luminosa que somos; que nos arrancó de la muerte y de la vida para dejarnos entre las simples cosas que no conocen nada, en su transcurso, respecto de vivir ni de morir; que nos libró de la esperanza y de la desesperanza, para que no nos consolemos sin razón ni nos entristezcamos sin causa; comensales con él, y sin pensarlo, de la realidad objetiva del Universo.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«Prefacio de Ricardo Reis», p. 27
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
Toda la sabiduría respecto de las cosas
nunca ha sido algo a lo que me pudiera prender, como a cosas.
Si la ciencia pretende el ser verdadera,
¿cuál más verdadera que la de cosas sin ciencia?
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 3-6, p. 83
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Toda la sabiduría respecto de las cosas
nunca ha sido algo a lo que me pudiera prender, como a cosas.
Si la ciencia pretende el ser verdadera,
¿cuál más verdadera que la de cosas sin ciencia?
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 3-6, p. 83
FÁRMACOS
VERDAD
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Diagnóstico», vss. 1-2, p. 187
SENSUALISMO / SENSACIÓN
VERDAD
El poema moderno verdadero es vivir sin poemas,
él es el tren real, pero no en cambio los versos que lo cantan,
hierro de los raíles, de los raíles calientes, el hierro de las
[ruedas, él, su real giro.
Pero no mis poemas hablando de railes y de ruedas sin ellos.Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Salutación a Walt Whitman», vss. 514-517, p. 303
CIUDAD
REALIDAD
El poema moderno verdadero es vivir sin poemas,
él es el tren real, pero no en cambio los versos que lo cantan,
hierro de los raíles, de los raíles calientes, el hierro de las
[ruedas, él, su real giro.
Pero no mis poemas hablando de railes y de ruedas sin ellos.Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Salutación a Walt Whitman», vss. 514-517, p. 303
FÁRMACOS
VERDAD
¿Seré como parezco en mí?
¿Seré como me creo verdaderamente?
Hasta en la sensación soy algo ateo,
y no sé si soy yo quien en mí siente
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Tres sonetos», I, vss. 11-14, p. 71
SENSUALISMO / SENSACIÓN
VERDAD
pues la verdad que es todo es sólo la verdad que existe en todo,
porque la verdad que existe en todo es la verdad misma que lo
[excede!
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«Oda mortal», vss. 11-12, p. 277
PANTEÍSMO
VERDAD
y además una cosa que se encuentra más allá de los dioses, y
[de Dios, del Destino–
siendo aquello que hace que haya dioses, y Dios, y Destino,siendo aquello que hace que haya ser para que pueda haber
[seres,
aquello que subsiste entre todas las formas,todas las vidas, abstractas o concretas,
contingentes, eternas,
verdaderas o falsas!
¡Aquello que, cuando todo se abarcó, aún se quedó fuera,
porque cuando todo se abarcó no se abarcó explicar por qué es
[un todo,
por qué hay algo, por qué, por qué hay algo!
yo, el explorador de todas las selvas internas del raciocinio,
el...
el creador de Weltanschauungen,
pródigo sembrador, en virtud de mi propia indiferencia,
de distintas corrientes de lo moderno, todas diferentes,
todas en el momento en que son concebidas cual verdades
todas personas diferentes, todas yo-mismo apenas,
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«La partida», vss. 90-96, p. 111
FÁRMACOS
VERDAD
¡No me traigáis estéticas!
¡No me habléis de moral!
¡Llevaos ya de aquí la metafísica!
¡No me pregonéis más sistemas completos, no me enfiléis
[conquistas
de las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)–de las ciencias, las artes, de la moderna civilización!–.
¿Qué mal he hecho yo a todos los dioses?
¡Si tenéis la verdad, guardáosla!
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«Lisbon Revisited», vss. 5-12, p. 201
FÁRMACOS
VERDAD
Poesía V. Los poemas de Álvaro de Campos 3
vs. 1-3, p. 239
LECTURAS / ESTÉTICA
VERDAD
Cuando fui otro, antaño, había castillos y caballerías
(tal vez ilustraciones de algún libro de infancia),
antaño, cuando fui verdadero a mi sueño.
Poesía VI. Los poemas de Álvaro de Campos 4
«Mecanografía», vss. 9-11, p. 145
FÁRMACOS
SUEÑO
―Vive tu vida. No seas vivido por ella. En la verdad y en el error, en el gozo y en el malestar, sé tu propio ser. Sólo podrás hacer eso soñando, porque tu vida real, tu vida humana es aquella que no es tuya, sino de los otros. Así, sustituirás la vida por el sueño y te preocuparás tan sólo de soñar con perfección. En todos tus actos de la vida real, desde el del nacimiento hasta el de la muerte, tú no actúas. Eres actuado; no vives; sólo eres vivido. Vuélvete, para los demás, una esfinge absurda. Enciérrate, pero sin golpear la puerta, en tu torre de marfil. Y tu torre de marfil eres tú mismo.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 495
FÁRMACOS
MUERTE
La única actitud intelectual digna de una criatura superior es la de una tranquila y fría compasión por todo cuanto no le es propio. No porque esa actitud tenga la más mínima señal de ser justa y verdadera; sino porque es tan envidiable que es preciso tenerla.
Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. El arte es la Cenicienta que se quedó en casa porque así tenía que ser.
La búsqueda de la verdad ―sea la verdad subjetiva del convencimiento, la verdad objetiva de la realidad, o la verdad social del dinero o del poder― trae siempre consigo, si en ella se empeña alguien digno de premio, el conocimiento último de su inexistencia. El premio gordo de la vida les cae sólo a los que compraron por casualidad.
El arte tiene valor porque nos saca de aquí.
Mi mundo imaginario fue siempre el único mundo verdadero para mí. Nunca tuve amores tan reales, tan llenos de vigor, de sangre y de vida como los que tuve con figuras que yo mismo creé.
Hemos de mantenernos indiferentes ante la verdad o la mentira de todas las religiones, de todas las filosofías, de todas las hipótesis inútilmente verificables a las que llamamos ciencias. Tampoco nos ha de preocupar el destino de la llamada humanidad, o lo que pueda sufrir o no sufrir en su conjunto. Caridad sí, con el «prójimo», como se dice en el Evangelio, y no con el hombre, de quien en él no se habla. […] Caridad con todos, intimidad con nadie.
Sea lo que sea este interludio de mímica sobre el proyector del sol y las lentejuelas de las estrellas, no viene mal desde luego saber que es un interludio; si lo que está del otro lado de las puertas del teatro es la vida, viviremos; si es la muerte, moriremos, y la obra nada tiene que ver con todo esto.
Por eso nunca me siento tan próximo de la verdad, tan sensiblemente iniciado, como en las contadas ocasiones en que voy al teatro o al circo; sé entonces que por fin estoy asistiendo a la perfecta representación de la vida.
Arrojo la caja de cerillas, que está vacía, al abismo que es la calle más allá del parapeto de mi ventana alta sin balcón. Me levanto de la silla y escucho. Nítidamente, como si significara alguna cosa, la caja de cerillas vacía suena en la calle que me dice desierta. No se oye otro sonido, salvo los de toda la ciudad. Sí, los de toda la ciudad ―tantos, sin oírse, y todos verdaderos.
Al actuar junto a otros pierdo, al menos, una cosa ―el actuar solo.
Cuando me entrego, aunque parezca que me expando, me limito. Convivir es morir. Para mí, sólo mi autoconciencia es real; los otros son fenómenos inciertos en esa conciencia, a los que resultaría mórbido prestar una realidad muy verdadera.
No subordinarse a nada ―ni a un hombre, ni a un amor, ni a una idea, tener aquella independencia lejana que consiste en no creer en la verdad, ni tampoco, caso de haberla, en la utilidad de su conocimiento― tal es el estado en que, me parece, debe transcurrir, para con ella misma, la vida íntima intelectual de los que no viven sin pensar. Pertenecer ―he ahí la banalidad. Credo, ideal, mujer o profesión ―todo significa la celda y las esposas. Ser es estar libre.
Nos sentimos contentos porque, hasta cuando pensamos y sentimos, somos capaces de no creer en la existencia del alma. En el baile de máscaras en que vivimos, nos basta el encanto del traje, que en el baile lo es todo. Somos esclavos de las luces y de los colores, entramos en el baile como en la verdad, y no somos conscientes ―salvo si, solitarios, no bailamos― del enorme frío de la ya bien entrada noche exterior, del cuerpo mortal por debajo de los andrajos que le sobreviven, de todo cuanto, a solas, juzgamos que es lo que esencialmente somos, pero al final resulta ser apenas la parodia íntima de la verdad de lo que creemos ser.
El tedio…; Quien tiene Dioses nunca tiene tedio. El tedio es la falta de una mitología. A quien no posee creencias, hasta la duda le resulta imposible, el mismo escepticismo carece en él de fuerza para desconfiar. Sí, el tedio es eso: la pérdida, por parte del alma, de su capacidad de ilusionarse, la ausencia, en el pensamiento, de la escalera inexistente que le permite subir sólido hasta la verdad.
La metafísica siempre me pareció una forma prolongada de locura latente. Si conociéramos la verdad, la veríamos; todo lo demás es sistema y alrededores. Si lo pensamos bien, bástenos la incomprensibilidad del universo; querer comprenderlo es ser menos que hombres, porque ser hombre es saber que no se comprende.
La metafísica siempre me pareció una forma prolongada de locura latente. Si conociéramos la verdad, la veríamos; todo lo demás es sistema y alrededores. Si lo pensamos bien, bástenos la incomprensibilidad del universo; querer comprenderlo es ser menos que hombres, porque ser hombre es saber que no se comprende.
Poco los dioses dan, y aun eso es falso,
mas si lo dan, aun falso, el mismo darlo
es verdadero. Acepto
a ojos cerrados. Basta.
Oye, de Cristo idólatra: es la vida
múltiple, y los días son diversos.
Sólo siendo así múltiples, podremos
estar solos, al fin, con la verdad.
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis
Odas II, 38, vss. 13-16, pp. 141-143
FÁRMACOS
VERDAD
Vivir es pertenecer a otro. Morir es pertenecer a otro. Vivir y morir son la misma cosa. Pero vivir es pertenecer a otro por fuera, y morir es pertenecer a otro por dentro. Las dos cosas se asemejan, pero la vida es el lado de fuera de la muerte. Por eso la vida es la vida y la muerte la muerte, pues el lado de fuera es siempre más verdadero que el lado de dentro, tanto que es el lado de fuera el que se ve. Toda emoción verdadera es mentira en la inteligencia, pues no se da en ella. Toda emoción verdadera tiene por tanto una expresión falsa. Expresarse es decir lo que no se siente. […] Fingir es conocerse.