idea

Busco apoyar las palabras en la idea
y no necesitar un corredor
desde el pensamiento a las palabras.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVI, vss. 11-13, p. 145


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Entonces vi que no hay Naturaleza,
que la Naturaleza no tiene existencia,
que hay montes y valles y llanuras,
que hay árboles, que hay flores y que hay hierbas,
que hay piedras y ríos,
pero que no hay un todo al que todo eso pertenezca,
y que un conjunto real y verdadero
es la enfermedad de las ideas.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XLVII, vss. 7-14, p. 149


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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Si el hombre fuera, como debería ser,
no un animal enfermo, sino el más perfecto de los animales,
animal directo y no indirecto,
Debería así haber adquirido un sentido propio del ‘conjunto’;
un sentido, como ver y oír, del ‘total’ de las cosas,
y no, como tenemos, sólo un pensamiento del ‘conjunto’,
no, como tenemos, solamente una idea del ‘total’ de las cosas.

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Si el hombre fuera, como debería ser,
no un animal enfermo, sino el más perfecto de los animales,
animal directo y no indirecto,
Debería así haber adquirido un sentido propio del ‘conjunto’;
un sentido, como ver y oír, del ‘total’ de las cosas,
y no, como tenemos, sólo un pensamiento del ‘conjunto’,
no, como tenemos, solamente una idea del ‘total’ de las cosas.

Alberto Caeiro
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2

«Poemas inconjuntos», vss. 3-11, p. 61


FÁRMACOS
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ir enderezando, en calidad de buena ama de casa de lo Real,
las cortinas de las ventanas de la Sensación
y los capachos a las puertas de la Percepción;
barrer los cuartos de la observación,
limpiar el polvo a las ideas simples...
Ahí está mi vida, verso a verso.

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Es preciso también no poseer ninguna clase de filosofía.
Con filosofía no hay árboles: hay solamente ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como estando en un sótano.
Ahí no hay sino una ventana cerrada, y todo el mundo afuera;
y un sueño de lo que se podría contemplar si la ventana se

[abriera,

pero que nunca es lo que se ve al abrir la ventana.

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Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a

[los vapores,

pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e

[ideas,

no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,
ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que

[pueden no ser comprendidas.

Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.
Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es

[el acero–.

Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligencia
es el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua

[que canta,

por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,
el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y

[mojarme,

que puede dejar mi traje chorreando,
donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra

[carne,

tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!
Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi

[ser-pensamiento,

nombres-números ya en los confines de la gran reina

[emoción-la-Tierra.


¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!

¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,

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¡Ave, salve, viva la veloz unidad de todo!
¡Ave, salve, viva la igualdad de todo como flecha!
¡Ave, salve, viva la gran máquina que es el universo!
¡Ave, que sois lo mismo, árboles, máquinas, leyes!
¡Ave, que sois lo mismo, la carcoma, los émbolos, las ideas

[abstractas,

la misma savia os llena y la misma os transforma,
la misma cosa sois, y el resto externo y falso,

Álvaro de Campos
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2

«El paso de las horas», vss. 281-287, p. 79


PANTEÍSMO
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Pulverización de la personalidad: no sé cuáles son mis ideas, ni mis sentimientos, ni mi carácter… Si siento una cosa, vagamente la siento en la persona visualizada de una criatura cualquiera que aparece en mí. Me sustituí por mis propios sueños.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar en los metafísicos», p. 496


FÁRMACOS
SUEÑO
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Porque yo no sólo soy un soñador, soy exclusivamente un soñador. El hábito único de soñar me ha dado una extraordinaria nitidez de visión interior. No sólo veo con formidable y a veces perturbador realce las figuras y los décors de mis sueños, sino que con igual realce veo mis ideas abstractas, mis sentimientos humanos ―lo que de ellos me queda―, mis secretos impulsos, mis actitudes psíquicas ante mí mismo. […] Por ello me conozco enteramente, y, a través del conocerme enteramente, conozco enteramente a la humanidad toda.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Vía Láctea», p. 551


FÁRMACOS
SUEÑO
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Mi ideal sería vivir todo en forma de novela, descansando en la vida ―leer mis emociones, vivir mi desprecio por ellas. Para quien tenga la imaginación a flor de piel, las aventuras de un protagonista de novela son emoción propia que le basta y sobra, pues son suyas y nuestras. No hay aventura tan grande como haber amado a Lady Macbeth

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Pasar de los fantasmas de la fe a los espectros de la razón no es más que ser trasladado de celda. El arte, si nos libera de los abstractos ídolos de costumbre, también nos libera de las ideas generosas y de las preocupaciones sociales ―ídolos también.

Encontrar la personalidad en el perderla ―la misma fe abona ese sentido de destino.

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Saber no tener ilusiones es absolutamente necesario para poder tener sueños.

Alcanzarás así el punto supremo de la abstención soñadora, donde los sentidos se mezclan, los sentimientos se desbordan, las ideas penetran las unas en las otras. Así como los colores y los sonidos saben unos a otros, los odios saben a amores, los vigores a tedios, las cosas concretas a abstractas, y las abstractas a concretas. Se rompen los lazos que, al tiempo que todo lo ligaban, lo separaban todo, aislando cada elemento. Todo se funde y se confunde.

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Mi ideal sería vivir todo en forma de novela, descansando en la vida ―leer mis emociones, vivir mi desprecio por ellas. Para quien tenga la imaginación a flor de piel, las aventuras de un protagonista de novela son emoción propia que le basta y sobra, pues son suyas y nuestras. No hay aventura tan grande como haber amado a Lady Macbeth

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No subordinarse a nada ―ni a un hombre, ni a un amor, ni a una idea, tener aquella independencia lejana que consiste en no creer en la verdad, ni tampoco, caso de haberla, en la utilidad de su conocimiento― tal es el estado en que, me parece, debe transcurrir, para con ella misma, la vida íntima intelectual de los que no viven sin pensar. Pertenecer ―he ahí la banalidad. Credo, ideal, mujer o profesión ―todo significa la celda y las esposas. Ser es estar libre.

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Pasar de los fantasmas de la fe a los espectros de la razón no es más que ser trasladado de celda. El arte, si nos libera de los abstractos ídolos de costumbre, también nos libera de las ideas generosas y de las preocupaciones sociales ―ídolos también.

Encontrar la personalidad en el perderla ―la misma fe abona ese sentido de destino.

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Vivir una vida desapasionada y culta, al relente de las ideas, leyendo, soñando, y pensando en escribir, una vida suficientemente lenta como para estar siempre al borde del tedio, lo bastante meditada como para no encontrarse nunca con él. Vivir esa vida lejos de las emociones y de los pensamientos, sólo en el pensamiento de las emociones y en la emoción de los pensamientos. Quedarse estancado al sol, doradamente, como un lago oscuro rodeado de flores. Tener, en la sombra, aquella hidalguía de la individualidad que consiste en no insistir en absoluto ante la vida.

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¿Hay reglas, sin embargo, dentro de las cuales esa idea o sensación tiene básicamente que ser expresada? Sin duda que las hay, y son las reglas fundamentales del arte. Son tres:

1. Todo arte es creación, y está por tanto subordinado al principio fundamental de toda creación: crear un todo objetivo, para lo cual es necesario crear un todo parecido a los todos que hay en la Naturaleza; esto es, un todo en el que haya la armonía necesaria entre el todo y las partes componentes, no armonía artificial y exterior, sino armonía interna y orgánica. Un poema es un animal, dijo Aristóteles; y así es. Un poema es un ente vivo. Sólo un ocultista, claro, puede comprender el sentido de esta expresión y no es permisible quizá explicarla muy detalladamente, o más de lo nada que ya se ha dicho.

2. Todo arte es expresión de algún fenómeno psíquico. El arte, por tanto, consiste en la adecuación, tan exacta como quepa en la competencia artística del autor, de la expresión a la cosa que quiere expresar. De donde se deduce que todos los estilos son admisibles y que no hay estilo simple o complejo, ni estilo extraño o vulgar. Hay ideas vulgares e ideas elevadas, hay sensaciones simples y sensaciones complejas; y hay criaturas que sólo tienen ideas vulgares y criaturas que muchas veces tienen ideas elevadas. Según la idea, así el estilo y la expresión. No hay para el arte criterio exterior. El fin del arte no es ser comprensible, porque el arte no es propaganda política o inmoral.

3. El arte no tiene para el artista fin social. Tiene, sí, un destino social, pero el artista nunca sabe cuál es porque la Naturaleza lo oculta en el laberinto de sus designios. Lo explico mejor. El artista debe escribir, pintar, esculpir sin mirar otra cosa que lo que escribe, pinta o esculpe. Debe esculpir sin mirar fuera de sí. Por eso el arte no debe ser premeditadamente moral ni inmoral. Ambas [cosas] implican que el artista se rebajó hasta preocuparse de la gente. Tan inferior es en este punto un predicador católico como un tiste Wilde o D’Annunzio, siempre con la preocupación de irritar a la platea. Irritar es un modo de agradar. Todas las criaturas a las que les gustan las mujeres saben esto, y yo también lo sé.

El
arte tiene, sin embargo, un resultado social, pero relacionado con la Naturaleza y no con el poeta o pintor. La Naturaleza produce un artista determinado para un fin que ese mismo artista desconoce, por la simple razón de que él no es la Naturaleza. Cuanto más quiera darle un fin a su arte, más se aparta del verdadero fin de dicho arte ―que él no sabe cuál es, pero que la Naturaleza escondió dentro de él, en el misterio de su personalidad espontánea, de su inspiración instintiva. Todo artista que da a su arte un fin extrartístico es un infame. Es, además, un degenerado en el peor de los sentidos que la palabra no tiene. Es, además de esto y por esto, un antisocial. La manera de que el artista colabore útilmente en la vida de la sociedad a la que pertenece es que no colabore. Así le ordenó la Naturaleza que hiciese cuando lo creó artista, y no político o comerciante.

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Llamo estética aristotélica a la que pretende que el fin del arte es la belleza o, por decir mejor, la producción en los otros de la misma impresión que la que nace de la contemplación o sensación de las cosas bellas. Para el arte clásico ―y sus derivados: el romántico, el decadente y otros tales― la belleza es el fin; divergen sólo los caminos hacia ese fin […] Creo poder formular una estética basada no en la idea de belleza, sino en la de fuerza, tomando, está claro, la palabra fuerza en su sentido abstracto y científico, pues, si fuese en el vulgar, se trataría, en cierto modo, sólo de una forma disfrazada de belleza.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», p. 253


LECTURAS / ESTÉTICA
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Como en política y religión sucede en arte. Hay un arte que domina captando, otro que domina subyugando. El primero es el arte según Aristóteles, el segundo es el arte según lo entiendo y defiendo. El primero se basa naturalmente en la idea de belleza, porque se basa en lo que agrada; se basa en la inteligencia, porque se basa en lo que, por ser general, es comprensible y por eso agradable; se basa en la unidad artificial, construida e inorgánica, y por tanto visible, como la de una máquina, y por eso apreciable y agradable. La segunda se basa naturalmente en la idea de fuerza¸ porque se basa en lo que subyuga; se basa en la sensibilidad, porque la sensibilidad es particular y personal, y dominamos con aquello que en nosotros es particular y personal, porque, si no fuese así, dominar sería perder la personalidad o, en otras palabras, ser dominado; y se basa en la unidad espontánea y orgánica, natural, que puede ser o no ser sentida, pero nunca ser vista o visible porque no está allí para ser vista.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Apuntes para una estética no aristotélica», Sobre literatura y arte, pp. 257-258


LECTURAS / ESTÉTICA
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La poesía de Víctor Hugo es sólo la glorificación de lugares comunes.

Víctor Hugo tiene el gran defecto de los temperamentos retóricos: las ideas en él son momentáneas, son realmente inspiraciones y no propiamente ideas […] Con ideas momentáneas quiero decir que Víctor Hugo, cuando tiene una idea brillante y lúcida, no sabe sacar de ella las conclusiones lógicas, no sabe hacerla punto de partida de una asociación lógica de ideas, de un razonamiento cualquiera. […]

Es el mal de todos los inspirados, de todos los «videntes». Son «parciales» mentalmente; no piensan, tienen ideas.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Crítica de autores», «5. Víctor Hugo», Sobre literatura y arte, pp. 339-340


LECTURAS / ESTÉTICA
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La auténtica novedad que permanece es la que recoge todos los hilos de la tradición y los teje de nuevo según un diseño que la tradición no podría producir. Las ideas esenciales del genio son tan antiguas como su base, que es la existencia de la humanidad. Todo hombre de genio viste esta antigua prenda de hilo gastado

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El fin del arte es imitar perfectamente la Naturaleza. Este principio elemental es justo si no olvidamos que imitar a la Naturaleza no quiere decir copiarla, pero sí imitar sus procesos. Así, la obra de arte debe tener las características de un ser natural, de un animal; debe ser perfecta como son ―y cada vez lo vemos mejor según la ciencia progresa― los seres naturales; […] Así, notémoslo, la idea de perfección no es, como pensaba Platón, griego decadente, una idea venida del ideal; la idea de perfección nace de la contemplación de las cosas, de la Materia y de la perfección que la Naturaleza pone en los seres que produce […]

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«II. Arte y estética», 11, pp. 282-283


LECTURAS / ESTÉTICA
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El ideal del artista influenciador es alto en la medida en que tiene conciencia de su oficio, en la medida en que tiene conciencia de su papel de influenciador de generaciones futuras y de la misión de quien debe dejar perennemente aumentado el patrimonio espiritual de la humanidad.

Los poetas antiguos tenían esta conciencia; su decadencia entre los modernos, sustituida por el ansia de popularidad inmediata, atributo finalista de las artes inferiores, es uno de los síntomas más fuertes de nuestra degradación moral (espiritual).

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«II. Arte y estética», 13, Sobre literatura y arte, pp. 284-285


LECTURAS / ESTÉTICA
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La poesía es la emoción expresada en ritmo a través del pensamiento, como la música es esa misma expresión, pero directa, sin la mediación de la idea.

Musicar un poema es acentuarle la emoción reforzándole el ritmo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«IV. Literatura, prosa y poesía», 5, p. 298


LECTURAS / ESTÉTICA
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Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.

El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96


FÁRMACOS
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Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.

El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96


LECTURAS / ESTÉTICA
REALIDAD
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Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.

El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96


PANTEÍSMO
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Un poema es la proyección de una idea en palabras a través de la emoción. La emoción no es la base de la poesía; es tan sólo el medio del que la idea se sirve para reducirse a palabras. […]

La poesía es superior a la prosa porque expresa, no un grado superior de emoción, sino, al contrario, un grado superior del dominio de ella, la subordinación del tumulto en que la emoción se expresaría naturalmente (como con razón dice Campos) al ritmo, a la rima, a la estrofa.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Ricardo Reis: [El arte de Álvaro de Campos]», pp. 92-93


LECTURAS / ESTÉTICA
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Por eso no admito que fuera de la literatura haya realmente arte; considero las otras artes como representativas de un nivel humano inferior al actual, pero las considero imperecederas, porque siempre habrá gente que se satisfaga más con estas subartes que con el esencialmente aristocrático y difícil arte literario. Para la plebe de la sensibilidad existen las artes vitales: la danza, el canto y la representación teatral. Para la burguesía de la sensibilidad existen las artes como la pintura, la escultura, la arquitectura y, un poco menos e intermedia, la música. Para la aristocracia de la sensibilidad existe solamente un arte: la literatura, resumen de todas, que las trasciende a través de la idea.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Sensacionismo», «13. [Esbozo de una respuesta a un cuestionario literario organizado por Eurico de Seabra, el 31 de abril de 1916], p. 126


LECTURAS / ESTÉTICA
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Claro en el pensar y en el sentir,
claro en querer;
indiferente si es el conseguir
mero obtener;
dúplice dueño, por no dividir
deber y ser.

No me pudo la Suerte dar amparo,
suyo no siendo.
Viví y morí calmadamente, bajo
los mudos cielos.
Fiel a la palabra y a la idea.
¡A Dios el resto!

Fernando Pessoa
Poesí­a VIII. Mensaje

«Don Pedro, regente de Portugal», vss. 1-12, p. 81


FÁRMACOS
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