¡Que no haya alma con que no se sienta!
¡Que no haya como un alma a componerme
con cordeles o alambres que se aguanten,
con maderas y hierros que no falten
y me den unidad al sostenerme!
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Carnaval», vss. 124-128, p. 101
FÁRMACOS
¡Ave, salve, viva la veloz unidad de todo!
¡Ave, salve, viva la igualdad de todo como flecha!
¡Ave, salve, viva la gran máquina que es el universo!
¡Ave, que sois lo mismo, árboles, máquinas, leyes!
¡Ave, que sois lo mismo, la carcoma, los émbolos, las ideas
la misma cosa sois, y el resto externo y falso,
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 281-287, p. 79
PANTEÍSMO
Solo estás, no lo saben. Calla y finge.
Finge, mas sin fingir,
y nada esperes que antes, en ti, no exista.
Cada uno ya es todo consigo.
Sólo te tornarás quien siempre fuiste.
Lo que los dioses dan, danlo al comienzo,
pues de una vez el Hado
hado te da: eres uno.
Cada uno es él solo, y si con otros
goza es que de ellos goza, no con ellos.
Lo que te enseña aprende,
sí, tu cuerpo, tu límite.
Como en política y religión sucede en arte. Hay un arte que domina captando, otro que domina subyugando. El primero es el arte según Aristóteles, el segundo es el arte según lo entiendo y defiendo. El primero se basa naturalmente en la idea de belleza, porque se basa en lo que agrada; se basa en la inteligencia, porque se basa en lo que, por ser general, es comprensible y por eso agradable; se basa en la unidad artificial, construida e inorgánica, y por tanto visible, como la de una máquina, y por eso apreciable y agradable. La segunda se basa naturalmente en la idea de fuerza¸ porque se basa en lo que subyuga; se basa en la sensibilidad, porque la sensibilidad es particular y personal, y dominamos con aquello que en nosotros es particular y personal, porque, si no fuese así, dominar sería perder la personalidad o, en otras palabras, ser dominado; y se basa en la unidad espontánea y orgánica, natural, que puede ser o no ser sentida, pero nunca ser vista o visible porque no está allí para ser vista.
Sobre literatura y arte
«Apuntes para una estética no aristotélica», Sobre literatura y arte, pp. 257-258
LECTURAS / ESTÉTICA