Hay metafísica de sobra en no pensar en nada.
¿Qué pienso yo del mundo?
¡Vete a saber qué pienso del mundo!
Si enfermase, pensaría en eso.
¿Qué idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión tengo de las causas y de los efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del mundo?
No lo sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (pero no las tiene).
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», V, vss. 1-11, p. 45
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Pero si Dios es los árboles y las flores
y los montes y el brillo de la luna y el sol,
¿por qué lo llamo Dios?
Lo llamo flores y árboles y montes, brillo de luna y sol;
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», V, vss. 57-60, p. 49
PANTEÍSMO
Él es el Niño Eterno, el dios que faltaba.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», VIII, vs. 85, p. 59
PANTEÍSMO
y después, cerrada la ventana, el candil encendido,
sin leer nada, ni pensar en nada, ni dormir,
sentir correr la vida a mi través como un río en su lecho,
y afuera un gran silencio, igual que un dios que duerme.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XLIX, vss. 10-13, p. 155
NOCHE
Solamente es divina la Naturaleza, pero ella no es divina...
Si a veces hablo de ella como si fuera un ser
es porque al hablar de ella he de valerme del lenguaje de los
y que a las cosas les impone nombre.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXVII, vss. 1-5, p. 103
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Solamente es divina la Naturaleza, pero ella no es divina...
Si a veces hablo de ella como si fuera un ser
es porque al hablar de ella he de valerme del lenguaje de los
y que a las cosas les impone nombre.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXVII, vss. 1-5, p. 103
PANTEÍSMO
al Hombre primitivo y verdadero
que veía al sol nacer y aún no lo adoraba.
Porque eso es natural –más natural
que adorar al sol y luego a Dios
y luego a todo lo otro que no existe.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXXVIII, vss. 8-12, p. 129
SENSUALISMO / SENSACIÓN
al Hombre primitivo y verdadero
que veía al sol nacer y aún no lo adoraba.
Porque eso es natural –más natural
que adorar al sol y luego a Dios
y luego a todo lo otro que no existe.
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1
«El guardador de rebaños», XXXVIII, vss. 8-12, p. 129
PANTEÍSMO
VERDAD
Si Dios me preguntara: ¿qué has visto en las cosas?,
respondo: sólo cosas... Tú ahí no pusiste nada más.
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 8-9, p. 15
SENSUALISMO / SENSACIÓN
Si Dios me preguntara: ¿qué has visto en las cosas?,
respondo: sólo cosas... Tú ahí no pusiste nada más.
Poesía II. Los poemas de Alberto Caeiro 2
«Poemas inconjuntos», vss. 8-9, p. 15
PANTEÍSMO
Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a
[los vapores,
pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e[ideas,
no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que
[pueden no ser comprendidas.
Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es
[el acero–.
Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligenciaes el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua
[que canta,
por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y
[mojarme,
que puede dejar mi traje chorreando,donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra
[carne,
tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi
[ser-pensamiento,
nombres-números ya en los confines de la gran reina[emoción-la-Tierra.
¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!
¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1
«Salutación a Walt Whitman», vss. 518-544, pp. 303-305
SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
y además una cosa que se encuentra más allá de los dioses, y
[de Dios, del Destino–
siendo aquello que hace que haya dioses, y Dios, y Destino,siendo aquello que hace que haya ser para que pueda haber
[seres,
aquello que subsiste entre todas las formas,todas las vidas, abstractas o concretas,
contingentes, eternas,
verdaderas o falsas!
¡Aquello que, cuando todo se abarcó, aún se quedó fuera,
porque cuando todo se abarcó no se abarcó explicar por qué es
[un todo,
por qué hay algo, por qué, por qué hay algo!
Me multipliqué para sentirme,
para sentirme quise sentir todo,
me desbordé, no hice sino extravasarme,
y me desnudé y me entregué,
y en cada rincón dentro de mi alma le dediqué un altar a un
[dios distinto.
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«El paso de las horas», vss. 170-174, p. 69
FÁRMACOS
¡No me traigáis estéticas!
¡No me habléis de moral!
¡Llevaos ya de aquí la metafísica!
¡No me pregonéis más sistemas completos, no me enfiléis
[conquistas
de las ciencias (¡de las ciencias, Dios mío, de las ciencias!)–de las ciencias, las artes, de la moderna civilización!–.
¿Qué mal he hecho yo a todos los dioses?
¡Si tenéis la verdad, guardáosla!
Poesía IV. Los poemas de Álvaro de Campos 2
«Lisbon Revisited», vss. 5-12, p. 201
FÁRMACOS
VERDAD
¡Y de este miedo, esta angustia, este peligro propio de ultraser,
no se puede huir, no se puede huir, no se puede!
Cárcel del Ser, ¿no hay liberación de ti?
Cárcel de pensar, ¿no hay liberación de ti?
¡Ah, no, no hay ninguna –ni tampoco muerte, ni vida, ni Dios!
Nosotros, los gemelos del Destino, existimos en ambos.
Nosotros, gemelos de todos los Dioses, de toda su especie,
siendo el mismo abismo y la misma sombra,
porque seamos sombra, o seamos luz, siempre se trata de la
[misma noche.
Casi sin saberlo nos corroe una simpatía ancestral por la magia negra, por las formas prohibidas de la ciencia transcendente, por los Señores del Poder que se vendieron a la Condenación y a la Reencarnación degradada. Nuestros ojos de débiles y de inseguros se pierden, con un celo femenino, en la teoría de los grados invertidos, en los ritos inversos, en la curva siniestra de la jerarquía descendente. Satanás, sin que lo queramos, posee para nosotros una sugestión como de macho para hembra. La serpiente de la Inteligencia Material se nos enroscó en el corazón, como en el Caduceo simbólico del Dios que comunica ―Mercurio, señor de la comprensión.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Declaración de diferencia», pp. 480-481
FÁRMACOS
AMOR
El más alto grado del sueño es aquel en que, creado un cuadro con personajes, los vivimos todos al mismo tiempo ―somos todas esas almas conjunta e interactivamente. Es increíble el grado de despersonalización y de encenizamiento del espíritu a que esto conduce y es difícil, lo confieso, huir de un general cansancio por todo el ser al hacerlo… ¡Pero el triunfo es tan grande!
Este es el único ascetismo posible. No hay en él fe, ni un Dios.
Dios soy yo.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Fórmula de bien soñar», p. 499
FÁRMACOS
SUEÑO
En cualquier espíritu que no sea disforme, existe la creencia en Dios. En cualquier espíritu que no sea disforme, no existe la creencia en un Dios definido. Es algún ser, existente e imposible, que lo rige todo; un ser cuya persona, si la tiene, nadie puede definir; un ser cuyos fines, si de ellos se sirve, nadie puede comprender. Llamándolo Dios lo decimos todo, porque, no teniendo la palabra sentido preciso alguno, así lo afirmamos sin decir nada. Los atributos de infinito, de eterno, de omnipotente, de sumamente justo o bondadoso, que a vedes le asignamos, se desprenden por sí mismos como todos los adjetivos innecesarios cuando el sustantivo basta. Y Él, al que, por indefinido, no podemos asignar atributos, es, por eso mismo, el sustantivo absoluto.
Por más que pertenezca, en alma, a la estirpe de los románticos, no encuentro reposo sino en la lectura de los clásicos. Su misma sobriedad, a través de la cual la claridad se expresa, me reconforta de no sé qué. Recojo en ellos una impresión risueña de una vida dilatada que contempla amplios espacios sin recorrerlos. Los mismos dioses paganos descansan del misterio.
Crear dentro de mí un Estado con una política, con partidos y revoluciones, y ser yo todo eso, ser yo Dios en el panteísmo real de ese pueblo-yo, esencia y acción de sus cuerpos, de sus almas, de la tierra que pisan y de los actos que ejecutan. Ser todo, ser ellos y no ellos. ¡Ay de mí! Este es todavía uno de los sueños que no logro realizar.
Todo es complejo, o soy yo el que lo soy. Pero, de cualquier modo, no importa, porque, de todos modos, nada importa. Todo esto, todas estas consideraciones extraviadas por la amplia calle, vegetan en las casas de campo de los dioses excluidos como enredaderas lejos de las paredes. Y sonrío, en la noche en que concluyo sin fin estas consideraciones sin engranaje, por la ironía vital que las hace surgir de un alma humana, huérfana, desde antes de los astros, de las grandes razones del Destino.
Y entonces abro los ojos de soñar, me acerco a la ventana y transfiero el sueño a las calles y los tejados. Y es en la contemplación distraída y profunda de los aglomerados de tejas separadas en tejados, cubriendo el contagio astral de las gentes que pasean por las calles, cuando se me desprende de verdad el alma, y no pienso, no sueño, no veo, no preciso; contemplo entonces realmente la abstracción de la Naturaleza, la diferencia entre el hombre y Dios.
No sé si duermo, o si sólo siento que duermo. No sueño la pausa adecuada, pero reparo, como si comenzase a despertar de un sueño no dormido, en los primeros ruidos de la vida de la ciudad, subiendo, como una riada, desde un lugar indefinido, allá abajo, donde quedan las calles que Dios abrió.
nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos indiferentes a lo divino y menospreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo sutilizado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación estética de la vida. Y así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos indiferentes a lo divino y menospreciadores de lo humano, nos entregamos fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada en un epicureísmo sutilizado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
Sea como fuere dejo que así sea. Y al dios, o a los dioses que pueda haber, alargo con mi mano lo que soy, conforme manda la suerte y el azar ejecuta, fiel a un compromiso olvidado.
Crear dentro de mí un Estado con una política, con partidos y revoluciones, y ser yo todo eso, ser yo Dios en el panteísmo real de ese pueblo-yo, esencia y acción de sus cuerpos, de sus almas, de la tierra que pisan y de los actos que ejecutan. Ser todo, ser ellos y no ellos. ¡Ay de mí! Este es todavía uno de los sueños que no logro realizar.
vamos, es que prefiero la vida al mismo Dios que la creó. Así me la dio, así la viviré. Sueño porque sueño, pero no padezco el insulto propio de dar a los sueños otro valor que el de ser mi teatro íntimo, como no doy al vino, del que sin embargo no me privo, el nombre de alimento o de necesidad vital.
Me golpea entonces, siempre que así siento, la vieja frase de no sé qué escolástico: Deus est anima brutorum, Dios es el alma de los brutos. Así entendió el autor de la frase, que es maravillosa, que podía explicarse la certeza con que el instinto guía a los animales inferiores, en los que no se adivina inteligencia, o se adivina apenas un bosquejo de ella. Pero todos somos animales inferiores ―hablar y pensar no pasan de ser nuevos instintos, menos seguros, por nuevos, que los otros. Y la frase del escolástico, tan justa en su belleza, se me ensancha y digo: Dios es el alma de todo.
Me golpea entonces, siempre que así siento, la vieja frase de no sé qué escolástico: Deus est anima brutorum, Dios es el alma de los brutos. Así entendió el autor de la frase, que es maravillosa, que podía explicarse la certeza con que el instinto guía a los animales inferiores, en los que no se adivina inteligencia, o se adivina apenas un bosquejo de ella. Pero todos somos animales inferiores ―hablar y pensar no pasan de ser nuevos instintos, menos seguros, por nuevos, que los otros. Y la frase del escolástico, tan justa en su belleza, se me ensancha y digo: Dios es el alma de todo.
El tedio…; Quien tiene Dioses nunca tiene tedio. El tedio es la falta de una mitología. A quien no posee creencias, hasta la duda le resulta imposible, el mismo escepticismo carece en él de fuerza para desconfiar. Sí, el tedio es eso: la pérdida, por parte del alma, de su capacidad de ilusionarse, la ausencia, en el pensamiento, de la escalera inexistente que le permite subir sólido hasta la verdad.
Todo dormía como si el universo fuera un error; y el viento, fluctuando incierto, era una bandera sin forma desplegada sobre un cuartel sin ser. Nada se desgarraba en el aire alto y fuerte, y los marcos de las ventanas sacudían los cristales para que la extremidad pudiera oírse. En el fondo de todo ello, callada, la noche era la tumba de Dios
Por más que pertenezca, en alma, a la estirpe de los románticos, no encuentro reposo sino en la lectura de los clásicos. Su misma sobriedad, a través de la cual la claridad se expresa, me reconforta de no sé qué. Recojo en ellos una impresión risueña de una vida dilatada que contempla amplios espacios sin recorrerlos. Los mismos dioses paganos descansan del misterio.
¿Cuándo acabará todo esto, estas calles por donde arrastro mi miseria, y estas escaleras donde encojo mi frío y siento las manos de la noche entre mis harapos? Si un día Dios me viniera a buscar y me llevara a su casa y me diera calor y afecto… A veces pienso en esto y lloro de alegría al pensar que lo puedo pensar… Pero el viento se arrastra por la calle adelante y las hojas caen en el paseo… Alzo los ojos y veo las estrellas que no tienen sentido alguno… Y de todo esto quedo apenas yo, un pobre niño abandonado, que ningún Amor quiso como hijo adoptivo, ni ninguna Amistad como compañero de juegos.
Tengo frío de más. Estoy tan cansado en mi abandono. Vete, oh Viento, a buscar a mi Madre. Llévame Noche arriba a la casa que no conocí… Vuelve a darme, oh Silencio inmenso, mi ama y mi cuna y la canción con la que me dormía…
Pertenezco a una generación ―suponiendo que esa generación sean más personas que yo― que ha perdido por igual la fe en los dioses de las religiones antiguas y la fe en los dioses de las irreligiones modernas. No puedo aceptar a Jehová, ni a la humanidad. Cristo y el progreso son para mí mitos del mismo mundo. No creo en la Virgen María ni en la electricidad
El dios Pan no murió,
pues cada campo muestra
al sonreír de Apolo
el desnudo de Ceres
pecho; ahí veréis un día
que el inmortal, de pronto,
divino Pan retorna.
No dio muerte a los dioses
el triste dios cristiano.
Cristo es sólo un dios nuevo,
tal vez el que faltaba.
Aún Pan sigue dando
el sonar de su flauta
a los oídos de Ceres
recostada en los campos.
Son los mismos los dioses,
siempre claros y calmos,
de eternidad repletos,
despreciándonos siempre,
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis
Odas II, 2, vss. 1-19, pp. 73-75
PANTEÍSMO
MUERTE
¿qué podrán ser mis sueños
sino obra de los dioses?
Dejadme lo Real de este momento
y mis dioses tranquilos e inmediatos
que en lo Incierto no moran
sino en campos y ríos.
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis
Odas II, 21, vss. 11-16, p. 111
PANTEÍSMO
REALIDAD
Poco los dioses dan, y aun eso es falso,
mas si lo dan, aun falso, el mismo darlo
es verdadero. Acepto
a ojos cerrados. Basta.
Reino no hay más que el de la propia mente
donde, con hado y dioses favorables,
dueño serás; gobierna hasta ese límite
en que voluntad mora.
Poesía VII. Los poemas de Ricardo Reis
Odas II, 47, vss. 5-8, p. 157
FÁRMACOS
REALIDAD
Sólo te tornarás quien siempre fuiste.
Lo que los dioses dan, danlo al comienzo,
pues de una vez el Hado
hado te da: eres uno.
Dios es un concepto económico. Los curas de todas las religiones hacen a su sombra su burocracia metafísica.
Sobre literatura y arte
«Álvaro de Campos», 4, Sobre literatura y arte, p. 98
PANTEÍSMO
Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de espiritualidad que se sutilizan hasta llegar a un Ente Supremo, que presumiblemente creó este mundo. […] Dadas estas escalas de seres, no creo en la comunicación directa con Dios, pero, según nuestro refinamiento espiritual, podremos comunicarnos con seres cada vez más altos. Hay tres caminos para lo oculto: el camino mágico (que incluye prácticas como las del espiritismo, intelectualmente al nivel de la brujería, que también es magia), camino extremadamente peligroso en todos los sentidos; el camino místico, que no tiene propiamente peligros, pero es incierto y lento; y lo que se llama el camino alquímico, el más difícil y el más perfecto de todos, porque implica una transmutación de la propia personalidad que la prepara sin grandes riesgos, antes bien con defensas que los demás caminos no tienen.
[El gran arte] Constantemente nos señala nuestra imperfección: ya porque, pareciéndonos perfecto, se opone a lo que tenemos de imperfectos; ya porque, no siendo tampoco perfecto, es la mayor señal de la imperfección que somos.
Por eso los griegos, padres humanos del arte, eran un pueblo infantil y triste. Y el arte no es acaso, en su forma suprema, más que la infancia triste de un dios futuro, la desolación humana de la inmortalidad presentida.
[Sobre Shakespeare] Los Dioses le concedieron todos los grandes dones excepto uno; el único que le negaron fue el poder de usar esos grandes dones con grandeza. Destaca como el mayor ejemplo de genio, genio puro, genio inmortal e inútil. […] No es más que los fragmentos de sí mismo.
Sobre literatura y arte
«Crítica de autores», «1. Shakespeare», p. 330
LECTURAS / ESTÉTICA
Los dioses no murieron: lo que murió fue nuestra visión de ellos. No se fueron: los dejamos de ver. O cerramos los ojos o alguna niebla se interpuso entre ellos y nosotros. Subsisten, viven como vivieron, con la misma divinidad y la misma calma.
Sobre literatura y arte
«Paganismo», «13. El regreso de los dioses», Sobre literatura y arte, p. 162
PANTEÍSMO
Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.
El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.
Sobre literatura y arte
«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96
FÁRMACOS
Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.
El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.
Sobre literatura y arte
«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96
LECTURAS / ESTÉTICA
REALIDAD
Una idea sólo se torna un Dios cuando es devuelta a la concreción. Pasa entonces a ser una fuerza de la Naturaleza. Esto es un Dios. Si esto es una realidad o no, no lo sé. Personalmente, creo en la existencia de los dioses; creo en su número infinito, en la posibilidad de que el hombre ascienda a dios.
El creador de civilización es una fuerza de la Naturaleza; es por tanto un dios o un semidiós.
Sobre literatura y arte
«Prefacio de R. Reis: [A los poemas de Alberto Caeiro]», pp. 95-96
PANTEÍSMO
Creo en la existencia de mundos superiores al nuestro y de habitantes de esos mundos, en experiencias de diversos grados de espiritualidad que se sutilizan hasta llegar a un Ente Supremo, que presumiblemente creó este mundo. […] Dadas estas escalas de seres, no creo en la comunicación directa con Dios, pero, según nuestro refinamiento espiritual, podremos comunicarnos con seres cada vez más altos. Hay tres caminos para lo oculto: el camino mágico (que incluye prácticas como las del espiritismo, intelectualmente al nivel de la brujería, que también es magia), camino extremadamente peligroso en todos los sentidos; el camino místico, que no tiene propiamente peligros, pero es incierto y lento; y lo que se llama el camino alquímico, el más difícil y el más perfecto de todos, porque implica una transmutación de la propia personalidad que la prepara sin grandes riesgos, antes bien con defensas que los demás caminos no tienen.
Sobre literatura y arte
Pessoa, F., «(Carta) A Adolfo Casais Monteiro», p. 48
PANTEÍSMO
Mi deber me hizo, como Dios al mundo.
Lo que impone ser Rey almó mi ser
en día y letra puntual, profundo.
En mi tristeza firme, así viví.
Contra el Destino cumplí mi deber.
¿Inútilmente? No, pues lo cumplí.
Voy, y el reflejo de la espada, puro,
da al rostro calma.
De Dios lleno, no temo lo futuro;
pues lo que venga no será, seguro,
mayor que mi alma.
Poesía VIII. Mensaje
«Don Fernando, infante de Portugal», vss. 11-15, p. 79
FÁRMACOS
Claro en el pensar y en el sentir,
claro en querer;
indiferente si es el conseguir
mero obtener;
dúplice dueño, por no dividir
deber y ser.
No me pudo la Suerte dar amparo,
suyo no siendo.
Viví y morí calmadamente, bajo
los mudos cielos.
Fiel a la palabra y a la idea.
¡A Dios el resto!
Caí –¡esperad!– en la arena a la hora adversa
que Dios les da
a los suyos, estando el alma inmersa
en Dios soñar.
¿Qué harán muerte, arena y desventura
si en Dios entré?
Con Lo que me soñé, que eterno dura,
regresaré.
Señor, vino la noche, el alma es vil.
¡Tanta fue la tormenta y la esperanza!
Nos restan hoy, en el silencio hostil,
el mar universal y la nostalgia.
Mi libro escribo a duras penas,
casi no alienta mi corazón.
Un agua ardiente mis ojos quema.
Sólo tú vida me das, Señor.