misterio

¿El misterio de las cosas? ¡Vete a saber lo que es misterio!
El misterio único es que haya quien piense en el misterio.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», V, vss. 12-13, p. 45


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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y gozando nuestro común secreto
que consiste en saber por todas partes
que no hay misterio en el mundo
y todo vale la pena.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», VIII, vss. 102-105, p. 61


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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El misterio de las cosas, ¿dónde está?
¿Dónde podrá estar, que no aparece
para al menos mostrarnos que es misterio?
¿Qué sabe el río de eso, qué sabe de eso el árbol?
Y yo, yo que no soy más que ellos son, ¿qué es lo que sé de eso?
Siempre que miro las cosas y pienso en lo que los hombres

[piensan de ellas,

río como un arroyo que suena fresco en la piedra.

Porque el único sentido oculto de las cosas
es que ellas no tienen sentido oculto alguno.
Es más extraño que todas las extrañezas,
y que los sueños de todos los poetas
y el pensamiento de todos los filósofos,
que las cosas sean realmente lo que parecen ser
y que no haya nada que comprender.

Esto es lo que mis sentidos han aprendido solos:
que las cosas no tienen significación, sino existencia.
El que las cosas son el único sentido oculto de las cosas.

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XXXIX, vss. 1-17 (entero), p. 131


SENSUALISMO / SENSACIÓN
SUEÑO
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¡Vario tropel de razas enemigas que chocan
más profundamente que sus ejércitos y que sus escuadras,
aún más realmente que hombre a hombre, nación contra nación…
Hay clarines de horror trémulo y frío en la noche profunda…
Pero, ¿y qué más?… ¿Tambores más allá del misterio del mundo?
¿Tambores, sí, de qué… dormís tumbados, minúsculos

[redobles sobre qué?

Pasa en la noche un solo paso lúgubre de un ejército enorme…
Pasan clarines súbitos ya más cerca en la Noche…
¡Hombre de manos atadas, conducido entre centinelas!,
¿a dónde, por qué camino, junto a quién?

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simpatizamos con el ocultismo, sobre todo porque suele expresarse de manera que muchos que leen, e incluso muchos que creen comprender, nada comprenden. Es soberanamente superior esa actitud misteriosa

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Los grandes fragmentos», «Declaración de diferencia», p. 480


FÁRMACOS
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Me perdí por los sistemas secundarios, excitados, de la metafísica, sistemas llenos de analogías perturbadoras, de trampas para la lucidez, grandes paisajes misteriosos donde reflejos de lo sobrenatural despertaban misterios en los contornos.

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Por más que pertenezca, en alma, a la estirpe de los románticos, no encuentro reposo sino en la lectura de los clásicos. Su misma sobriedad, a través de la cual la claridad se expresa, me reconforta de no sé qué. Recojo en ellos una impresión risueña de una vida dilatada que contempla amplios espacios sin recorrerlos. Los mismos dioses paganos descansan del misterio.

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Quedamos, por lo tanto, con nuestras sensaciones como única «realidad», entendiendo que «realidad» no tiene aquí sentido alguno, pero nos resulta conveniente para ir engarzando frases. De «real» tenemos apenas nuestras sensaciones, pero «real» (que es una sensación nuestra) no significa nada, ni «sensación» tiene sentido, ni «tiene sentido» es cosa que tenga sentido ninguno. Todo es un mismo misterio… Reparemos, sin embargo, que ni todo quiere decir cosa ninguna, ni «misterio» es palabra que encierre ningún significado.

Bernardo Soares
Libro del desasosiego

«Escritos de Pessoa relativos al “Libro del desasosiego”», «Ideas metafísicas del “Libro del desasosiego”», p. 575


SENSUALISMO / SENSACIÓN
REALIDAD
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Organizar de tal manera nuestra vida que sea para los otros un misterio, que quien mejor nos conozca sólo nos desconozca más de cerca que los otros.

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Yo de día soy nulo, y de noche soy yo. No hay diferencia entre yo y las calles de la parte de la Alfândega, salvo el ser ellas calles y yo ser alma, lo que puede que nada valga ante lo que es la esencia de las cosas. Hay un destino igual, porque es abstracto, para los hombres y para las cosas ―una designación igualmente indiferente en el álgebra del misterio.

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Por más que pertenezca, en alma, a la estirpe de los románticos, no encuentro reposo sino en la lectura de los clásicos. Su misma sobriedad, a través de la cual la claridad se expresa, me reconforta de no sé qué. Recojo en ellos una impresión risueña de una vida dilatada que contempla amplios espacios sin recorrerlos. Los mismos dioses paganos descansan del misterio.

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¿Hay reglas, sin embargo, dentro de las cuales esa idea o sensación tiene básicamente que ser expresada? Sin duda que las hay, y son las reglas fundamentales del arte. Son tres:

1. Todo arte es creación, y está por tanto subordinado al principio fundamental de toda creación: crear un todo objetivo, para lo cual es necesario crear un todo parecido a los todos que hay en la Naturaleza; esto es, un todo en el que haya la armonía necesaria entre el todo y las partes componentes, no armonía artificial y exterior, sino armonía interna y orgánica. Un poema es un animal, dijo Aristóteles; y así es. Un poema es un ente vivo. Sólo un ocultista, claro, puede comprender el sentido de esta expresión y no es permisible quizá explicarla muy detalladamente, o más de lo nada que ya se ha dicho.

2. Todo arte es expresión de algún fenómeno psíquico. El arte, por tanto, consiste en la adecuación, tan exacta como quepa en la competencia artística del autor, de la expresión a la cosa que quiere expresar. De donde se deduce que todos los estilos son admisibles y que no hay estilo simple o complejo, ni estilo extraño o vulgar. Hay ideas vulgares e ideas elevadas, hay sensaciones simples y sensaciones complejas; y hay criaturas que sólo tienen ideas vulgares y criaturas que muchas veces tienen ideas elevadas. Según la idea, así el estilo y la expresión. No hay para el arte criterio exterior. El fin del arte no es ser comprensible, porque el arte no es propaganda política o inmoral.

3. El arte no tiene para el artista fin social. Tiene, sí, un destino social, pero el artista nunca sabe cuál es porque la Naturaleza lo oculta en el laberinto de sus designios. Lo explico mejor. El artista debe escribir, pintar, esculpir sin mirar otra cosa que lo que escribe, pinta o esculpe. Debe esculpir sin mirar fuera de sí. Por eso el arte no debe ser premeditadamente moral ni inmoral. Ambas [cosas] implican que el artista se rebajó hasta preocuparse de la gente. Tan inferior es en este punto un predicador católico como un tiste Wilde o D’Annunzio, siempre con la preocupación de irritar a la platea. Irritar es un modo de agradar. Todas las criaturas a las que les gustan las mujeres saben esto, y yo también lo sé.

El
arte tiene, sin embargo, un resultado social, pero relacionado con la Naturaleza y no con el poeta o pintor. La Naturaleza produce un artista determinado para un fin que ese mismo artista desconoce, por la simple razón de que él no es la Naturaleza. Cuanto más quiera darle un fin a su arte, más se aparta del verdadero fin de dicho arte ―que él no sabe cuál es, pero que la Naturaleza escondió dentro de él, en el misterio de su personalidad espontánea, de su inspiración instintiva. Todo artista que da a su arte un fin extrartístico es un infame. Es, además, un degenerado en el peor de los sentidos que la palabra no tiene. Es, además de esto y por esto, un antisocial. La manera de que el artista colabore útilmente en la vida de la sociedad a la que pertenece es que no colabore. Así le ordenó la Naturaleza que hiciese cuando lo creó artista, y no político o comerciante.

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Volviéndome así, cuando menos, un loco que sueña alto; cuando más, no un solo escritor sino toda una literatura, aun si no consigo divertirme, lo que para mí ya sería bastante, tal vez contribuya a engrandecer el universo, porque quien al morir deja escrito un verso bello, deja más ricos los cielos y la tierra y más emotivamente misteriosa la razón de que haya estrellas y gentes.

Con una falta tal de literatura como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de genio sino convertirse él solo en una literatura? Con una falta tal de gente con la que poder convivir como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de sensibilidad sino inventar sus amigos o, por lo menos, sus compañeros de espíritu?

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Textos generales sobre la heteronimia», 4, p. 62


FÁRMACOS
SUEÑO
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Y ese misterio que en la noche alienta...
Pero de pronto, donde el viento zumba,
vivo farol de Dios, el rayo incendia,
y entre la oscuridad el mar retumba.

Fernando Pessoa
Poesí­a VIII. Mensaje

«Tormenta», vss. 5-8, p. 165


NOCHE
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