Las cosas fabricadas han perdido la noble indiferencia por las esferas de la riqueza y la pobreza. Cada cosa hoy deja su impronta sobre su propietario, que no tiene ya otra elección que presentarse como un pobre diablo o, al contrario, como especulador.
La desatada especulación [...] que hoy va aminorando, año tras año, la altura de los pisos, mientras reduce toda una vivienda al espacio antes ocupado por lo que era el salón, y que ha declarado una guerra a muerte a los jardines, va a tener un efecto inevitable sobre las costumbres parisinas; pronto nos veremos obligados a vivir más fuera de las casas que no a habitar en su interior.
Balzac. Les petits bourgeois, en Ernst Robert Curtius, Balzac, Bonn, 1923, p. 28. Cit. en Obra de los pasajes, I 6, 4