La figura de la lesbiana pertenece a los prototipos heroicos de Baudelaire. [Y, en efecto, él mismo así lo expresa con el lenguaje de su satanismo, por más que siga siendo de la misma manera comprensible de modo crítico y ametafísico]. El siglo diecinueve empezó a introducir a la mujer [...] en el proceso de producción de mercancías, y los teóricos fueron concordantes en que su específica feminidad se vería con ello amenazada: con el paso del tiempo, necesariamente surgirían en la mujer rasgos masculinos. Baudelaire aprueba dichos rasgos, pero pretende, al tiempo, disputárselos al imperio que ejerce lo económico. Así llega a otorgarle acento puramente sexual a esta tendencia del desarrollo femenino. El prototipo de la mujer lesbiana muestra la disonante posición que se presenta en la ‘modernidad’ frente al desarrollo de lo técnico.
El amor lésbico lleva la espiritualización al interior del seno femenino. Es allí donde planta su bandera, la del blanco lirio de ‘amor puro’, que no conoce embarazo ni familia.