La moda aquí inaugura el lugar específico de intercambio dialéctico que se da entre mujer y mercancía –o placer y cadáver–. [...] La moda nunca fue sino parodia del variopinto cadáver multiforme, provocación estricta de la muerte precisamente a través de la mujer, conversación con la descomposición que se da amargamente, entre susurros y risas memorizadas y chillonas. Tal es la moda, y por eso cambia con tan acelerada rapidez.
![---------](img/hr.gif)
La figura de la lesbiana pertenece a los prototipos heroicos de Baudelaire. [Y, en efecto, él mismo así lo expresa con el lenguaje de su satanismo, por más que siga siendo de la misma manera comprensible de modo crítico y ametafísico]. El siglo diecinueve empezó a introducir a la mujer [...] en el proceso de producción de mercancías, y los teóricos fueron concordantes en que su específica feminidad se vería con ello amenazada: con el paso del tiempo, necesariamente surgirían en la mujer rasgos masculinos. Baudelaire aprueba dichos rasgos, pero pretende, al tiempo, disputárselos al imperio que ejerce lo económico. Así llega a otorgarle acento puramente sexual a esta tendencia del desarrollo femenino. El prototipo de la mujer lesbiana muestra la disonante posición que se presenta en la ‘modernidad’ frente al desarrollo de lo técnico.
![---------](img/hr.gif)
El amor lésbico lleva la espiritualización al interior del seno femenino. Es allí donde planta su bandera, la del blanco lirio de ‘amor puro’, que no conoce embarazo ni familia.
![---------](img/hr.gif)