La moda tiene olfato para lo actual dondequiera que esto aún se mueva entre la espesura del otrora. Es el salto de tigre hasta el pasado.
La fotografía es cada vez más sutil y moderna, y el resultado es que hoy ya no se puede fotografiar una casa o un montón de basura sin transfigurarlo. La fotografía no está en condiciones de decir sobre una presa o una fábrica otra cosa que ésta: que el mundo es bello. Y El mundo es bello es el título del más célebre libro de fotografías de Renger-Patzsch, cumbre de la fotografía de la tendencia de la llamada Nueva Objetividad. Y esta fotografía ha conseguido el convertir incluso la miseria en directo objeto de disfrute, al captarla de forma que es propia de la moda.
Un artista no es más revolucionario por haber revolucionado el arte que Poiret por haber revolucionado la moda.
Emmanuel Berl, Mort de la pensée bourgeoise, París, 1929, pp. 160-161. Cit. en W. Benjamin, Obras II, 2, p. 416-417
Las consignas de una crítica deficiente malvenden el pensamiento en aras de la moda.
La moda aquí inaugura el lugar específico de intercambio dialéctico que se da entre mujer y mercancía –o placer y cadáver–. [...] La moda nunca fue sino parodia del variopinto cadáver multiforme, provocación estricta de la muerte precisamente a través de la mujer, conversación con la descomposición que se da amargamente, entre susurros y risas memorizadas y chillonas. Tal es la moda, y por eso cambia con tan acelerada rapidez.
El interés más ardiente de la moda se halla, para el filósofo, en sus extremas anticipaciones. Es sabido que el arte, en varias formas, como por ejemplo en las imágenes, se anticipa a la realidad en muchos años. [...] De tal manera que cada temporada trae en sus más nuevas creaciones las secretas marcas de lo que viene. Quien lograra leerlas no sólo conocería de antemano cuáles son las nuevas corrientes del arte, sino los nuevos códigos legales, las nuevas guerras y revoluciones. En ello se halla el mayor encanto de la moda, pero también la dificultad para conseguir que fructifique.
Lo que siempre da el tono es lo más nuevo, mas sólo cuando emerge entre lo viejo, entre lo más pasado y habitual. [...] La moda es así lo que precede, y guarda espacio, al surrealismo.
En cada moda hay algo de amarga sátira respecto del amor, y en ella se emplazan, sin piedad, todas las perversiones sexuales.
La moda ha satisfecho desde siempre una extraña necesidad de sensación. Mas sólo puede alcanzar su fondo la indagación de carácter teológico, por cuanto corresponde a una conducta hondamente afectiva del hombre respecto al curso de la historia.
Tomado de Jacques Fabien, Paris en songe, París, 1863. Obra de los pasajes, B 2, 1
El lema de Balzac puede aplicarse a desvelar la era del Infierno. Porque nos revela que este tiempo no quiere saber nada de la muerte y que la moda hace burla de ella; que la aceleración que sufre el tráfico y el tempo a que se comunican las noticias –al ritmo de edición de los periódicos–, se dirigen al hecho de eliminar toda interrupción, todo fin abrupto y repentino, de modo que la muerte, como corte, sólo se da como continuidad con lo rectilíneo del curso [...] del tiempo.
La moda se hace práctica y desde entonces no desprecia nada; todo lo ennoblece. Hace con las materias lo que los románticos con las palabras.
Guillaume Apollinaire. Le poète assassiné París, 1927, pp. 75-77. Cit. en Obra de los pasajes, B 3 a, 1
«La moda consiste tan solo en extremos. Como los busca por naturaleza, siempre que renuncia a alguna forma tiene que entregarse a la contraria». [70 Jahre deutsche Mode, 1925, p. 51]. Así, la muerte y la frivolidad y la muerte son sus extremos límite.
La moda [...] es un testigo, mas de la historia del gran mundo solamente, porque en todos los pueblos [...] los pobres no tienen más moda que historia, y sus ideas, sus gustos y su vida apenas si cambian.
Los gobernantes quieren asegurar su posición con sangre (policía), con astucia (moda), y con magia (boato).
En los productos manufacturados, el desarrollo sufrido por la técnica, de la Edad Media hasta los inicios del pasado siglo XIX, fue mucho más lento que el del arte. Pues el arte podía tomar tiempo para hacerse, de formas variadas, con los procedimientos de la técnica. El cambio que se inicia más o menos sobre el 1800 marca al arte su tempo y, al hacerse más arrollador, tanto mayor también será el dominio de la moda en todos sus aspectos. Y con ello alcanzamos finalmente el actual estado de las cosas: ahora se advierte la posibilidad de que el arte por fin no tenga tiempo para introducirse de algún modo en lo que es el proceso técnico. El anuncio constituye así el ardid con que el sueño se impone hoy a la industria.
¿Una feria o un campo de batalla? [...] ¿Qué queda hoy de tan nobles vanidades? Nuestros antecesores combatían, nosotros fabricamos y vendemos. Lo que veo con toda claridad, dentro del desorden en que estamos, es que en lugar del campo de batalla se ven cientos de tiendas y talleres donde venden y fabrican a diario eso que llamamos nueva modas y cuanto, de modo general, venden como producto-de-París [...]. Modista es la palabra que conviene a nuestra actual generación de pensadores y de soñadores».
Hippolyte Babou. Les payens innocents, París, 1858, p. VII-VIII. Cit. en Obra de los Pasajes, S 11, 3