La neurosis produce el artículo de masas en el seno de la economía psíquica, donde adopta la forma de la idea obsesiva. En la esfera doméstica del neurótico aparece en innumerables ejemplares como lo siempre igual. Y, a la inversa, la idea de eterno retorno tiene en Blanqui la forma de una idea obsesiva.
La idea del eterno retorno hace del acontecimiento histórico un artículo de masas.
El eterno retorno de las cosas es bien conocido por los niños.
Pensemos [...] la existencia tal como es, sin sentido ni meta, mas retornando de modo inevitable, sin final en la nada. [...] Negamos fines-metas: si la existencia poseyera alguna, ya se habría alcanzado.
Friedrich Nietzsche. Gesammelte Werke, Múnich, 1926, vol. XVIII, pp. 45-46. Cit. en Obra de los pasajes, D 8, 1
Si es posible concebir el mundo como determinada magnitud de fuerza y en tanto que un número específico de centros de fuerza, [...] de eso mismo se sigue que, al interior del gran juego de dados en el que consiste su existir tiene que atravesar forzosamente un número de combinaciones calculable. En un tiempo infinito, cualquier combinación de las posibles se habría alcanzado alguna vez; todavía podemos decir más: se habría alcanzado infinitas veces. Y así, teniendo en cuenta que entre cada una de las combinaciones y el que es su próximo retorno tendrían que haberse ido sucediendo todas las demás combinaciones que aún fueran posibles, [...] de ese modo se habría demostrado todo un ciclo de series completamente idénticas.
Friedrich Nietzsche. Gesammelte Werke, Múnich, 1926, vol. XIX, p. 373. Cit. en Obra de los pasajes, D 8 a, 1
Confrontado a la idea del eterno retorno [...] el historicismo gira sobre sí. Desde esa idea, toda tradición, también la que haya sido más reciente, se transforma en algo ya jugado en la noche impensable de los tiempos. La tradición adopta de ese modo el carácter que es propio de una fantasmagoría con la cual la prehistoria va a salir a escena con los más modernos atavíos.
Esa nota de Nietzsche de que la doctrina del eterno retorno no implica ningún mecanicismo parece hacer valer precisamente aquel fenómeno del perpetuum mobile (eso sería el mundo, según él) en calidad de instancia contra la concepción mecanicista.
La idea [...] y la doctrina del eterno retorno pretende armonizar las dos tendencias contradictorias propias del placer: eternidad y repetición.
Pues esta vida, tal como hoy la vives y justamente como la has vivido, la tendrás que vivir una vez más, y aún otras veces incontables; pero en ella nada será nuevo, sino que han de volver de nuevo a ti cada dolor y cada placer, cada suspiro y cada pensamiento, juntamente con todo lo pequeño y todo lo más grande de tu vida, según la misma serie y sucesión; [...] y esta luz [...] y este instante; y yo también. El eterno reloj de la existencia es girado de nuevo, ¡y tú con él!
Friedrich Nietzsche. Frölichen Wissenschaft, en Karl Löwith, Nietzsches Philosophie der ewigen Wiederkunft, Berlín, 1935, pp. 57-58. Cit. en Obra de los pasajes, D 10, 1
La vida dentro del círculo encantado del eterno retorno accede a una forma de existencia que no desborda nunca de lo aurático.
El eterno castigo del Infierno quizás haya quebrado el más terrible extremo de la idea del eterno retorno en el mundo antiguo. Ahí se pone lo eterno del suplicio frente al eterno curso circular.
La fe en el progreso –perfectibilidad inacabable, infinita tarea en la moral– y la punzante representación del eterno retorno son pues complementarias. Son las imborrables antinomias frente a las que se impone el desarrollo del concepto dialéctico propio del tiempo histórico.
Claramente, la idea del eterno retorno hace del mismo acontecer histórico finalmente un artículo de masas. [...] Nietzsche dice: «Yo amo las costumbres efímeras»; pero ya Baudelaire se mostró incapaz toda su vida de desarrollar costumbres fijas. Éstas son armazón de la experiencia, pero las vivencias la destruyen.
‘Modernidad’ es el tiempo del infierno. Sus penas se revelan lo novísimo que a cada vez se da en ese ámbito. Claro que por ello no se trata de que ahí se dé ‘siempre-ya-lo mismo’, ni que pueda hablarse en este caso de un eterno retorno inevitable. Lo que sucede es que la faz del mundo nunca queda alterada en lo novísimo, pues lo novísimo siempre sigue siendo lo mismo en cada una de sus partes. Esto constituye justamente la eternidad propia del infierno. Determinar en su totalidad los rasgos en que surge lo ‘moderno’ es mostrar el infierno como tal.
Sumergido en el sueño, el colectivo no conoce historia. Para él, el curso del acontecer fluye como lo-mismo-siempre-nuevo. Porque la sensación de lo más nuevo, de lo que es más moderno, se revela sin duda como forma del sueño del acontecer y eterno retorno de lo mismo.
La idea del eterno retorno en Zaratustra [de Nietzsche] viene a ser, en su auténtica naturaleza, una concreta estilización de la visión del mundo de Blanqui, que nos muestra su rostro universal en sus negros rasgos infernales. Es estilización de la existencia hasta en los fragmentos más pequeños de su recorrido temporal.
La conciencia del que cae en el spleen nos ofrece un modelo en miniatura de ese típico espíritu del siglo al que hay que atribuirle el pensamiento que se configura como eterno retorno.