niño

El eterno retorno de las cosas es bien conocido por los niños.

Calle de dirección única

Obras IV, 1, p. 54.

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En los textos […] ‘sagrados’, el comentario puesto a su servicio va extrayendo palabras tal como si hubieran sido puestas, de acuerdo con las reglas de ese juego, para ser descubiertas. En realidad, las frases que los niños van formando en el juego a partir de las palabras elegidas tienen más parentesco con las palabras propias de los textos sagrados que con la lengua coloquial de los adultos.

Imágenes que piensan

Obras, IV, I, p. 384.

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Cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.

Juguetes antiguos

Obras, IV, I, p. 470.

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El niño lo ve todo en novedad, se encuentra siempre ebrio. Nada viene a ser tan parecido a aquello que es la inspiración como la alegría con que el niño va absorbiendo la forma y el color [...]. A esta curiosidad alegre y honda se ha de atribuir ese ojo fijo y animalmente extático de los niños mirando hacia lo nuevo.

Obra de los pasajes

Charles Baudelaire. Lart romantique, ed. Hachette, vol. 3, París, p. 62. Cit. en Obra de los pasajes, J 7, 1

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