En la secreta ciencia del poeta épico –el único que hace la felicidad comunicable– cada pequeño trozo de mundo observado viene a pesar tanto como el resto de todo lo real.
Reflejar la realidad no puede ser el contenido del arte, pero esto no impide que sea expresión válida del esfuerzo empeñado por los grandes poetas. Dicho reflejo es el comportamiento particular del poeta épico. Desplegar el plan natural en toda su amplitud es propio de él, igual que es propio para el dramaturgo hacer un corte en la estructura del acontecer, y es propia del lírico la infinita concentración de la existencia.
«La simple ‘descripción de la realidad’ ya apenas dice algo sobre esa misma realidad».
Bertolt Brecht, Der Dreigroschenprozess. Ein sociologisches experiment, III, 2, en Versuche 8-10. Heft, 3, Berlín/Frankfurt, 1959, p. 260. Cit. en Obras II, 1, p. 401
La teoría no puede referirse nunca a lo real, pero en cambio tiene que estar en relación con el lenguaje. Una objeción contra la matemática.
El ‘malentendido’ es ese ritmo con el que la única realidad verdadera se adentra ahí en la conversación. Cuanto más realmente sepa y logre hablar una persona, tanto más felizmente ha de ser también malentendida.
La cuestión no es aquí [en Moscú] qué realidad es mejor, qué voluntad está en mejor camino, sino: ¿qué realidad es convergencia interior con la verdad?, ¿qué verdad se prepara interiormente para converger con lo real? Sólo aquel que dé aquí una respuesta clara es ‘objetivo’. Pero no frente a sus contemporáneos […], sino ya frente a los acontecimientos […]. Sólo el que en el seno de la decisión hace una paz dialéctica con el mundo puede captar lo concreto. Pero el que quiera decidirse a partir de ‘la base de los hechos’ verá cómo los hechos le van dando la espalda.
Cuando el impulso de jugar repentinamente invade a un adulto, esto no significa recaída en la infancia. Por supuesto jugar siempre supone una liberación. Al jugar los niños, rodeados de un mundo de gigantes, crean uno pequeño que es el adecuado para ellos; en cambio el adulto, rodeado por la amenaza de lo real, le quita horror al mundo haciendo de él una copia reducida.
El método dialéctico no podría captar esta pregunta dentro de la ideología del progreso, sino sólo con una concepción de la historia que logre superarla por completo. Habría que hablar por lo tanto en ella de la siempre creciente condensación (e integración) de lo real, una en la cual todo lo pasado (a su tiempo) se encuentra en condiciones de recibir un grado superior de actualidad al que tuvo en el momento en que existía. [...] El penetrar dialéctico en contextos pasados y su capacidad para volverlos presentes es la prueba final de la verdad para toda acción contemporánea. Lo que quiere decir que hace estallar la materia explosiva contenida en lo sido (cuya figura auténtica es la moda). Ir hacia lo sido de este modo ya no equivale, como hasta ahora equivalía, a tratarlo a la manera de lo histórico, sino en modo político y con categorías políticas.