Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, IV, 1, pp. 249-390, Madrid, Abada, 2010
La cuestión no es aquí [en Moscú] qué realidad es mejor, qué voluntad está en mejor camino, sino: ¿qué realidad es convergencia interior con la verdad?, ¿qué verdad se prepara interiormente para converger con lo real? Sólo aquel que dé aquí una respuesta clara es ‘objetivo’. Pero no frente a sus contemporáneos […], sino ya frente a los acontecimientos […]. Sólo el que en el seno de la decisión hace una paz dialéctica con el mundo puede captar lo concreto. Pero el que quiera decidirse a partir de ‘la base de los hechos’ verá cómo los hechos le van dando la espalda.
Obras IV, 1, p. 262.
Expulsar de la casa hasta la última huella de ‘confort’, junto a la melancolía tan intensa que se paga siempre por tenerlo.
Obras IV, 1, p. 273.
El poder y el dinero son, en el caso del capitalismo, magnitudes conmensurables mutuamente. Una cantidad dada de dinero siempre puede cambiarse por un cierto poder determinado, y el valor de venta de un poder igualmente se puede calcular. Así es como sucede en general. Sólo se puede hablar de corrupción cuando este proceso se gestiona de una manera demasiado abreviada. El proceso tiene en todo caso, en la interrelación que se produce entre la prensa, las autoridades y los trusts, su sistema de distribución, dentro de cuyos límites está legalizado.
Obras IV, 1, pp. 278-279.
La imagen interior de nuestro ser que llevamos dentro de nosotros es improvisación pura y directa, y lo es a cada momento. Depende de las máscaras que se le van presentando, una tras otra. El mundo es el arsenal de dichas máscaras.
Obras IV, 1, p. 321.
Vi de repente dos bandadas de gaviotas […]. Los pájaros de la izquierda, sobre el fondo del cielo fenecido, guardaban algo de su claridad, aparecían y desaparecían a cada giro […], y parecían no dejar de tejer ante mí, con el movimiento de sus alas, una serie ininterrumpida e infinita de signos, una malla efímera y mudable, mas sin duda legible […]. Todo estaba aún por descifrar, y mi destino pendía de cada señal que las aves emitían […]. Yo era sólo el umbral sobre el que esos mensajeros innombrables cambiaban sin cesar del negro al blanco, por encima del aire.
Obras IV, 1, p. 335.
Los grandes fisonomistas –los coleccionistas son fisonomistas del extenso mundo de las cosas– se vuelven adivinos del destino.
Obras IV, 1, p. 338.
De las maneras de adquirir los libros, la que es más encomiable consiste en escribirlos uno mismo.
Obras IV, 1, p. 339.
Los escritores son unas personas que no escriben libros por ser pobres, sino porque nunca se conforman con los que pueden comprar y no les gustan.
Obras IV, 1, p. 339.
El carácter destructivo siempre está trabajando. La naturaleza marca el ritmo, por lo menos indirectamente: dado que él necesita adelantarse. De lo contrario, es la naturaleza quien se encargará de destruir.
Obras IV, 1, p. 346.
El carácter destructivo no percibe nada duradero. Justamente por esto va encontrando caminos por doquier. Allí donde otros chocan con enormes murallas o montañas, él descubre un camino. […] No puede saber un sólo instante qué le podrá traer el que le sigue. Él convierte en ruinas lo existente, pero no lo hace a causa de las propias ruinas, sino sólo a causa del camino que se extiende por ellas.
Obras IV, 1, p. 347.
Esconder significa dejar huellas. Pero unas que sean invisibles.
Obras, IV, I, p. 348.
Cuanto más aéreo un escondrijo, también más ingenioso. Cuanto más a la vista esté, mejor.
Obras, IV, I, p. 348.
La lengua nos indica […] que la memoria no es un instrumento para conocer el pasado, sino sólo su medio. La memoria es el medio de lo vivido, como la tierra viene a ser el medio de las viejas ciudades sepultadas, y quien quiera acercarse a lo que es su pasado tiene que comportarse como un hombre que excava. Y, sobre todo, no ha de tener reparo en volver una y otra vez al mismo asunto, en irlo revolviendo y esparciendo como se revuelve y se esparce la tierra. Los ‘contenidos’ no son sino esas capas que tan sólo tras una investigación cuidadosa entregan todo aquello por lo que nos vale la pena excavar: imágenes que, separadas de su […] contexto, son joyas en los sobrios aposentos del conocimiento posterior, como quebrados torsos en la galería del coleccionista.
Obras, IV, I, p. 350.
El recuerdo real debe suministrar al mismo tiempo una imagen de ese que recuerda, como un buen informe arqueológico no indica tan sólo aquellas capas de las que proceden los objetos hallados, sino, sobre todo, aquellas capas que antes fue preciso atravesar.
Obras, IV, I, p. 350.
Karl Kraus. Pro domo et mundo, Leipzig, 1919, p. 164. Cit. en W. Benjamin, Obras, IV, I, p. 366.
Tienen los hasidim una sentencia referida al mundo venidero que dice lo siguiente: todo allí está dispuesto como aquí. Tal como es hoy nuestra habitación, así será en el mundo venidero; donde nuestro hijo duerme ahora, dormirá en el mundo venidero. La ropa que en este mundo nos vestimos la vestiremos en el mundo venidero. Todo será justo como aquí, aunque será un poco diferente. Así lo fija nuestra fantasía, que corre un velo sobre lo lejano. Todo puede seguir tal como estaba, pero ese velo ondea sobre el fondo y, mientras tanto, todo se desplaza, imperceptiblemente, bajo él.
Obras, IV, I, p. 370.
Todo conocimiento ha de contener en su interior alguna pizca de contrasentido, al igual que en la Antigüedad los dibujos de los tapices o los frisos se desviaban un poco en algún sitio respecto de su curso regular. […] lo decisivo no es el avanzar de un conocimiento a otro distinto, sino saltar sobre cada uno. Ese salto es la marca de lo auténtico, lo que distingue al conocimiento de una mercancía hecha en serie, siguiendo algún patrón preexistente.
Obras, IV, I, p. 375.
El reprimir la naturaleza en un marco de pálidas imágenes es sin duda el deseo del que sueña. Hechizarlas, llamándolas de nuevo, ése es el talento del poeta.
Obras, IV, I, p. 377.
Recientemente los nuevos arquitectos lograron, con su cristal y con su acero, crear unos espacios en los que es muy difícil dejar huellas. «De acuerdo con lo dicho», escribió Scheerbart hace veinte años, «hoy podemos hablar de una nueva ‘cultura de cristal’. Y ese nuevo entorno de cristal cambiará por completo al ser humano».
Obras, IV, I, p. 378.
El conocimiento perfila las cosas empleando la mayor severidad; como el Sol en la cumbre de su órbita.
Obras, IV, I, p. 378.
La narración que el enfermo le hace al médico al principio de su tratamiento puede convertirse en el inicio del proceso de su curación. Surge así la cuestión de si la narración no formará el clima y la condición más favorable para producir la curación.
Obras, IV, I, pp. 380-381.
Los enfermos poseen un conocimiento peculiar del estado social. En ellos la desmesura se transforma en un certero olfato de la cargada atmósfera en la cual viven inmersos sus contemporáneos.
Obras, IV, I, p. 383.
En los textos […] ‘sagrados’, el comentario puesto a su servicio va extrayendo palabras tal como si hubieran sido puestas, de acuerdo con las reglas de ese juego, para ser descubiertas. En realidad, las frases que los niños van formando en el juego a partir de las palabras elegidas tienen más parentesco con las palabras propias de los textos sagrados que con la lengua coloquial de los adultos.
Obras, IV, I, p. 384.
El agudo grito de pavor, el que produce el pánico, viene a ser el reverso de las fiestas de masas. En efecto, el ligero escalofrío que recorre los hombros lo desea. Pues para la existencia profunda e inconsciente de la masa, las fiestas y los fuegos son un juego que le ayuda sin duda a prepararse para el instante exacto en que se va a hacer mayor de edad, a la hora en que el pánico y la fiesta, cual dos hermanos que se reconocen tras estar separados mucho tiempo, se abrazan finalmente; en el momento de la revolución.
Obras, IV, I, p. 385.
Cada mañana que llega nos informa las novedades que suceden en el mundo. Pero somos pobres sin embargo en historias que tengan interés. ¿A qué se debe esto? A que ya no llegan a nosotros acontecimientos que no vengan entremezclados con explicaciones. Dicho en otras palabras: casi nada de cuanto nos sucede beneficia a la narración; casi todo es informativo. La mitad del arte de narrar consiste en liberar alguna historia de explicaciones al reproducirla.
Obras, IV, I, pp. 387-388.