El aparato periodístico requiere, al igual que una fábrica, trabajo y mercados. En determinados momentos del día –dos o tres veces en el caso de los grandes periódicos– es imprescindible proporcionar una determinada cantidad de trabajo a las máquinas. Y no con un material cualquiera: todo aquello que haya sucedido entre tanto en algún ámbito de la vida, de la política, de la economía, del arte..., tiene que haber sido periodísticamente elaborado.
Peter Suhrkamp, «Der Journalist» –frase puesta en boca de Karl Kraus–. Cit. en W. Benjamin, Obras II, 1, p. 343-344
«Si el trabajo humano –dice Loos– tan sólo está formado por la destrucción, entonces es realmente un trabajo humano, noble y natural». Durante mucho tiempo, demasiado, se ha puesto el énfasis en lo creativo. Pero tan creativo lo será solamente quien evite el encargo y el control. El trabajo encargado, controlado, cuyos modelos son el trabajo político y el técnico, solamente produce suciedad y desechos, destruye por completo el material, desgasta lo creado, criticando sus propias condiciones, y viene a ser con ello lo contrario del trabajo que hace el diletante, que disfruta creando. La obra de éste es en cambio inofensiva y pura; consume y purifica lo que es magistral.
Las tensiones del trabajo colectivo serán ahora los educadores.
El carácter destructivo siempre está trabajando. La naturaleza marca el ritmo, por lo menos indirectamente: dado que él necesita adelantarse. De lo contrario, es la naturaleza quien se encargará de destruir.
Aquella fuerza que dice ‘no’ a la familia al tiempo que al Estado también ha de decirle ‘no’ a Dios; y del mismo modo que infringimos las órdenes del funcionario y el sacerdote, tenemos igualmente que infringir la vieja ley del Génesis: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente; parirás con dolor». El crimen de Adán y Eva consiste estrictamente en tolerar esta ley.
Emmanuel Berl. La mort de la pensée bourgeoise, París, 1929, pp. 172-174. Cit. en W. Benjamin, Obras, IV, I, p. 533.
La política financiera del imperio se ha visto constantemente dominada por dos preocupaciones esenciales: el proveer a la insuficiencia de los ingresos de origen natural y multiplicar las grandes obras en el terreno de la construcción, que impulsan la circulación del capital, dando ocupación a muchos brazos.
André Cochut. Opérations et tendances financières du second empire, París, 1868, p. 13. Cit. en Obra de los pasajes, E 6, 2
En Fourier, como ejemplo de trabajo apasionado y no pagado, la construcción de las barricadas.
La haussmannización de París y las provincias fue la gran plaga del Segundo Imperio. [...] «Si las obras van bien, todo va bien», dice un adagio popular, que ha pasado al estado de axioma económico intocable. Según eso, cien pirámides de Keops, ascendiendo juntas hacia el cielo, serían el innegable testimonio del desbordar de la prosperidad. Un extraño cálculo, sin duda. En un estado bien organizado, donde el ahorro no ahogue la inversión, la construcción sería un buen termómetro de la fortuna pública existente. Dado que nos revela en ese caso un crecimiento de la población junto a un excedente de trabajo donde se [...] fundamenta el porvenir. Fuera de esas estrictas condiciones, la paleta no acusa sino las fantasías asesinas características del absolutismo. Que, si olvida un instante su pasión de la guerra, al punto se ha de ver arrebatado por la pasión de la construcción.
Auguste Blanqui. Critique sociale, París, 1885, vol. I, pp. 109-111 (nota fechada a 26 de mayo del año 1869). Cit. en Obra de los pasajes, E 11 a, 1
Con la etiqueta en que se muestra el precio entra la mercancía en el mercado. Individualidad y calidades materiales sólo ofrecen un incentivo para el cambio, revelándose del todo irrelevantes para la estima social de su valor. La mercancía se ha vuelto una abstracción. Tras írsele de las manos al productor y perdida su real singularidad, deja claramente de ser un producto sometido al dominio de los hombres. Habiendo así ganado ‘objetualidad fantasmal’, tiene ya vida propia. [...] Marx nos habla al respecto del carácter fetichista de la mercancía, un carácter que [...]«surge por su parte del concreto carácter social del trabajo que produce dichas mercancías [...]. Pues sólo es la específica relación social entre los hombres la que aquí ahora adopta para ellos la forma fantasmagórica de una relación entre las cosas».
Otto Rühle. Karl Marx, Hellerau, 1928, pp. 384-385. Cit. en Obra de los pasajes, G 5, 1
Los medios de producción se transformaron [...] en medios de succión del trabajo ajeno. Ya no sería el trabajador el que usara los medios de producción, sino que ahora los medios productivos harían uso del trabajador. Y en vez de ser éstos consumidos por él en tanto que elementos materiales de su actividad productiva, son ellos los que van a consumirlo como fuerza impulsora de su proceso vital.
Cuando el trabajo es ya prostitución, la prostitución puede exigir ser vista, como tal, como ‘trabajo’.
Presentarnos el juego como canon de trabajo no explotado es de las grandes aportaciones de Fourier. Un trabajo animado por el juego no se dirige a producir valor, sino a una naturaleza mejorada. Mas también para ésta presenta la utopía de Fourier una imagen rectora, tal como se encuentra realizada en concreto en los juegos de los niños. Se trata de la imagen de una tierra en la que ya todos los lugares han sido [...] trabajados por el hombre, que los ha vuelto útiles y bellos; pero también se hallan, igual que una posada del camino, abiertos a todos. Una tierra finalmente disponible según esa imagen dejaría de ser parte «de un mundo en donde la acción no viene a ser la hermana del sueño». Pues en ella, al contrario, la acción se hermanaría con el sueño por fin.
El despliegue del trabajo como juego presupone unas fuerzas productivas desarrolladas al máximo, como ésas de las que hoy, por vez primera, puede disponer la humanidad, pero que hoy se ven organizadas contrarrestando sus posibilidades: a saber, para el caso de necesidad.
El trabajo industrial se nos presenta en los sansimonianos a la luz del acto sexual; la idea de la alegría en el trabajo se concibe ahí según la imagen del placer de la procreación. Dos decenios más tarde la relación se invierte por completo, de modo que hasta el acto sexual queda subsumido bajo el signo de la completa falta de alegría que aplasta a los trabajadores industriales.
Hércules [...] sin duda trabajó [...], mas el objeto de su curso siempre era practicar una noble ociosidad; por eso acabó entrando en el Olimpo. No así Prometeo, inventor de la educación y la ilustración [...]. Por llevar a los hombres al trabajo, él también debe trabajar ahora [...]. Va a tener sobrado aburrimiento sin escapar jamás a sus cadenas.
Friedrich Schlegel. Lucinde, Leipzig, pp. 34-35. Cit. en Obra de los pasajes, J 87 a, 1
La aplicación y el beneficio son como los ángeles de la muerte que, con su ardiente espada, impiden que el hombre vuelva al Paraíso.
Friedrich Schlegel. Lucinde, Leipzig, pp. 34-35. Cit. en Obra de los pasajes, J 87 a, 3
La ociosidad propia del flâneur es una activa manifestación que se enfrenta a la actual la división del trabajo.
La relación real de la información con la vida social resulta plenamente decidida con la dependencia de la acción informativa respecto a los estrictos intereses bursátiles y en su concreta alineación con ellos. Con el hoy creciente desarrollo del aparato informativo en su conjunto, ahora el trabajo intelectual va convirtiéndose en parasitario respecto a todo trabajo material, de igual manera que ahora el capital hace depender de él crecientemente lo que es todo trabajo material.