Calle-galería. La calle-galería de una falange es el elemento principal dentro del palacio de armonía [...] Caldeada en invierno, refrigerada en verano, la calle-galería interna de peristilo continuo se sitúa en el que es el primer piso del palacio de falange. (La galería del Louvre se podría tomar como modelo).
Vid. en Fourier: Théorie de l’unité universelle, 1822, p. 462, y Le nouveau monde industriel et sociétaire , 1829, p. 69, 125, 272. Cit. en Obra de los pasajes, A 3
En Fourier, como ejemplo de trabajo apasionado y no pagado, la construcción de las barricadas.
Presentarnos el juego como canon de trabajo no explotado es de las grandes aportaciones de Fourier. Un trabajo animado por el juego no se dirige a producir valor, sino a una naturaleza mejorada. Mas también para ésta presenta la utopía de Fourier una imagen rectora, tal como se encuentra realizada en concreto en los juegos de los niños. Se trata de la imagen de una tierra en la que ya todos los lugares han sido [...] trabajados por el hombre, que los ha vuelto útiles y bellos; pero también se hallan, igual que una posada del camino, abiertos a todos. Una tierra finalmente disponible según esa imagen dejaría de ser parte «de un mundo en donde la acción no viene a ser la hermana del sueño». Pues en ella, al contrario, la acción se hermanaría con el sueño por fin.
Claramente habría que oponer la empresa granburguesa del saintsimonismo, que contiene un intento de producción y acción, a la pequeñoburguesa que se encarna en el falansterio fourierista, que contiene un proyecto de consumo y disfrute.
Albert Thibaudet. Les idées politiques de la France, París, 1932, pp. 61-62. Cit. en Obra de los Pasajes, U 1, 6
Los ferrocarriles [...] imponían, junto a otras muchas cosas imposibles, transformar las relaciones de propiedad [...]. Un burgués, hasta entonces, emprendía una industria o un comercio sólo con su dinero, a lo que, como mucho, se añadía el de un par de amigos o conocidos [...]. Administraba ese capital, y era el verdadero propietario de la fábrica o la empresa de comercio. Pero, al contrario, los ferrocarriles, precisaban tan grandes capitales que no podían verse reunidos en las manos tan sólo de unos pocos. Y por eso gran número de burgueses, cuyo dinero –siempre tan amado– nunca había salido de su vista, tuvieron que confiárselo a unas gentes cuyo nombre apenas conocían [...]. Una vez aportado el capital perdían el control de su gestión, pero, además, tampoco poseían ningún tipo de derecho de propiedad sobre estaciones, vagones, locomotoras.... De ese modo, tenían solamente su derecho a los beneficios; así, en vez de un objeto [...] se les daba [...] una hojita de papel de apariencia insignificante, que representaba la ficción de atesorar una partecita infinitamente pequeña e inasible de una verdadera propiedad positiva, cuyo nombre aparecía impreso en la parte inferior en grandes letras [...]. Esta nueva estructura [...] se encontraba en una tan radical contradicción con las formas normales de confianza que venían practicando los burgueses [...], que la defendieron sólo aquellos [...] que eran sospechosos del intento de querer derribar todo el orden social: los socialistas. Fourier primero, y luego Saint-Simon, celebraron la movilización de la propiedad con las nuevas acciones en papel.
Paul Lafargue. Marx’ historischer Materialismus, «Die neue Zeit», XXII, 1, Stuttgart 1904, p. 831. Cit. en Obra de los Pasajes, U 3 a, 2