fantasma

Parece que, por momentos, Baudelaire hubiera ya captado ciertos rasgos de esta inhumanidad aún por venir. En Cohetes se lee: «El mundo va a acabarse ... Pido simplemente a todo hombre que piense que muestre qué subsiste de la vida ... No es en especial por las instituciones políticas como se vendrá a manifestar por cierto la ruina universal ..., sino por la vileza a que llegarán los corazones. ¿Es preciso que diga que lo poco que quedará de lo político se debatirá entre la opresión de una animalidad ya general, y que los gobernantes se van a ver forzados, para mantenerse y proyectar un fantasma de orden, a recurrir a medios que harían estremecer nuestra humanidad de hoy, sin embargo ya tan endurecida? ... Esos tiempos están quizá muy próximos; ¿quién sabe si no han llegado ya, y si el pesado espesamiento de la que es nuestra naturaleza no es el único obstáculo que impide que apreciemos ese medio en el cual respiramos?».
Hoy no estamos ya mal situados para convenir en la justeza que muestran estas frases, y es muy posible incluso el que aún se hagan más siniestras. Quizá la condición de la clarividencia de que nos dan prueba esas palabras era menos un don de observador que aquella destreza que ha de poseer el solitario en el seno de las multitudes. ¿Es audaz en exceso pretender que son aquellas mismas multitudes las que ahora van siendo modeladas por las manos de los dictadores?

---------

El lenguaje tiene preferencia. Pero no solamente sobre el sentido. También sobre el yo. En el ensamble del mundo, el sueño afloja la individualidad igual que un diente hueco. Y este aflojamiento del yo en la embriaguez es, al mismo tiempo, la experiencia viva y tan fecunda que hizo salir a los surrealistas del hechizo de la embriaguez en cuanto tal. No es éste el lugar para describir la experiencia de los surrealistas en todo su alcance. Pero quien ha comprendido que los textos adscritos a este círculo no son literatura, sino otras cosas (manifestación, consigna, documento, bluff, o, si se quiere, falsificación), también ha comprendido que aquí se habla literalmente de experiencias, y no de teorías o, aún mucho menos, de fantasmas.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 303

---------

Con la etiqueta en que se muestra el precio entra la mercancía en el mercado. Individualidad y calidades materiales sólo ofrecen un incentivo para el cambio, revelándose del todo irrelevantes para la estima social de su valor. La mercancía se ha vuelto una abstracción. Tras írsele de las manos al productor y perdida su real singularidad, deja claramente de ser un producto sometido al dominio de los hombres. Habiendo así ganado ‘objetualidad fantasmal’, tiene ya vida propia. [...] Marx nos habla al respecto del carácter fetichista de la mercancía, un carácter que [...]«surge por su parte del concreto carácter social del trabajo que produce dichas mercancías [...]. Pues sólo es la específica relación social entre los hombres la que aquí ahora adopta para ellos la forma fantasmagórica de una relación entre las cosas».

Obra de los pasajes

Otto Rühle. Karl Marx, Hellerau, 1928, pp. 384-385. Cit. en Obra de los pasajes, G 5, 1

---------

Caminar a través de los pasajes es hacer un camino de fantasmas donde ceden las puertas y se ablandan las paredes se abren.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, L 2, 7

---------