presente

El spleen interpone varios siglos entre el instante presente y el que se acaba de vivir. Él es el incansable productor de lo ‘antiguo’.

Parque Central

Obras I, 2, p. 268

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El materialista histórico no puede en ningún caso renunciar al concepto de un presente que no es transición, sino que en él el tiempo se halla en equilibrio e incluso ha llegado a detenerse. El historicismo nos plantea la imagen ‘eterna’ del pasado; el materialista histórico nos muestra una experiencia única con éste. Deja a los demás que se desgasten con la puta ‘Érase una vez’ en el burdel del historicismo y permanece dueño de sus fuerzas: bastante hombre para hacer saltar lo que es el continuo de la historia.

Sobre el concepto de historia

Obras I, 2, p. 316

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Un concepto específico de presente como el del «tiempo-ahora» [será] ése en el cual se han esparcido astillas del mesiánico.

Sobre el concepto de historia

Obras I, 2, p. 318

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Se puede hacer a este tiempo simultáneo con cualquier otro tiempo no presente. Pues se trata de un tiempo dependiente, parasitario respecto del propio de lo que es una vida superior, además de menos natural. Un tiempo que carece de presente, porque los instantes del destino sólo los hay en las novelas malas, y pasado y futuro igualmente tan sólo se conocen en modificaciones peculiares.

Destino y carácter

Obras II, 1, p. 180

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Cuanto más remoto nos resulta un acontecimiento, tanto más va teñido de destino, muy superior en esto a cualquier acontecimiento de carácter presente o incluso uno atemporal. Ese acontecimiento ya ha acabado, y condiciona el mundo en que vivimos. Y en todo aquello que nos condiciona nos hallamos sin duda más dispuestos a admitir el destino que no para nosotros; pues incluso buscamos el destino como nuestra previa condición, rechazándolo en cambio en lo que hace a nuestra existencia.

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Ha de exigirse del investigador abandonar una actitud serena, la típica actitud contemplativa, al ponerse enfrente del objeto; tomando así conciencia de la constelación crítica en la cual este preciso fragmento del pasado encuentra justamente a este presente.

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La sustitución del momento épico por lo que es el momento constructivo se revela condición de la experiencia [del historiador materialista]. En ella se liberan las poderosas fuerzas prisioneras del ‘érase una vez’ que es lo propio del historicismo. Pues la tarea del materialismo histórico es llevar a cabo con la historia la experiencia que es originaria para cada presente. El materialismo histórico se dirige hacia una consciencia del presente que hace saltar por los aires el supuesto continuo de la historia.

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Conformando la ciencia de la historia: no [...] la maraña de los puros hechos, sino el contado grupo de los hilos que introducen la trama de un pasado entre la textura del presente.

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En la medida en que la conexión entre la culpa y la expiación es temporalmente mágica, esta concreta magia temporal aparece en la mancha sobre todo, en el sentido de que la resistencia del presente entre pasado y futuro queda ahí anulada y éstos irrumpen mágicamente unificados precisamente sobre el pecador.

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El teatro épico le opone a la obra de arte dramática total el nuevo concepto de laboratorio dramático, al retomar de manera nueva la más vieja tarea del teatro: exponer lo presente. Y, en el centro de sus experimentos, figura el ser humano en nuestra crisis.

Teatro y radio

Obras II, 2, p. 392

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Existe una experiencia estrictamente única de la dialéctica. La concluyente y drástica experiencia que refuta lo ‘cumplido’ del devenir y muestra todo aparente ‘desarrollo’ como vuelco dialéctico complejo es justamente el despertar del sueño. [...] El nuevo método dialéctico del historiador se nos presenta como el arte de experimentar el presente como ese mundo de la vigilia con el cual se conecta ese sueño que llamamos lo sido. ¡Atravesar lo sido en el recuerdo del sueño! De ahí que recordar y despertar sean afines del modo más estrecho. El despertar es pues especialmente aquel giro dialéctico, copernicano, de un hacer presente.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, K 1, 3

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El método dialéctico no podría captar esta pregunta dentro de la ideología del progreso, sino sólo con una concepción de la historia que logre superarla por completo. Habría que hablar por lo tanto en ella de la siempre creciente condensación (e integración) de lo real, una en la cual todo lo pasado (a su tiempo) se encuentra en condiciones de recibir un grado superior de actualidad al que tuvo en el momento en que existía. [...] El penetrar dialéctico en contextos pasados y su capacidad para volverlos presentes es la prueba final de la verdad para toda acción contemporánea. Lo que quiere decir que hace estallar la materia explosiva contenida en lo sido (cuya figura auténtica es la moda). Ir hacia lo sido de este modo ya no equivale, como hasta ahora equivalía, a tratarlo a la manera de lo histórico, sino en modo político y con categorías políticas.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, K 2, 3

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Sin duda que no es que lo pasado venga a volcar su luz en lo presente, o lo presente sobre lo pasado, sino que la imagen es aquello en la cual lo sido se une como un relámpago al ahora para formar una constelación. Dicho en otras palabras: imagen es la dialéctica en suspenso. Pues así como la relación del presente respecto del pasado es puramente continua, temporal, la de lo sido respecto del ahora es en cambio dialéctica: no es curso, es imagen, y se produce en discontinuidad.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, N 2 a, 3

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