reloj
La conciencia de hacer saltar el continuo de la historia es peculiar de las clases revolucionarias en el instante mismo de su acción. [...] En los días de la Revolución de Julio [...], al atardecer del primer día de lucha, ocurrió que en varios sitios de París, independiente y simultáneamente, se disparó a los relojes de las torres.
¡Detente! ¡Eres tan bello! / Entonces ya podrás encadenarme, / aceptaré entonces sucumbir. / Sonará la campana de difuntos, / y quedarás dispensado de tus obligaciones. / Se parará el reloj, caerán las manecillas: / y entonces el tiempo ya se habrá acabado para mí.
Goethe
Johann Wolfgang Goethe, Fausto I, versos 1700-1706. Cit. en W. Benjamin, Obras II, 2, pp. 353 n.