El análisis proustiano de todo cuanto hace al esnobismo, mucho más importante que su apoteosis de las artes, es el punto cumbre de su acerba crítica social. Pues la actitud del snob no es otra cosa que la consideración constante de la vida desde el punto de vista del consumidor. Y como el recuerdo remoto y primitivo de las fuerzas productivas de la naturaleza debía quedar fuera de esta forma de satánica comedia, hasta el vínculo invertido en el amor era más útil para Proust que lo normal. El puro consumidor es para él el explotador puro como tal.
El mundo que Proust describe ha excluido [...] cuanto tiene que ver con la producción. La actitud del esnob, que domina ese mundo, no es ninguna otra cosa que la observación coherente, organizada y acerada de la vida desde el punto de vista del consumidor.