La cuestión psicológico-sexual se ha vuelto importante especialmente desde que la burguesía es la que ordena. Aquí tiene justamente su lugar la tabuización de unos sectores más o menos amplios del placer sexual. Las represiones que ello provoca entre las masas sacan a la luz unos complejos masoquistas y sádicos a los que los potentados proporcionan los objetos más adecuados a su política.
El coleccionista actualiza concepciones arcaicas de la propiedad que aún se encuentran latentes. Dichas concepciones quizá tengan relación con el tabú, como ésta observación nos lo sugiere: «El tabú [...] es la forma primitiva de la propiedad. Primero en forma ‘sincera’ y emotiva, y luego en su condición de procedimiento legal y corriente, el ser tabú constituía un título. Apropiarse un objeto es hacerlo sagrado, temible para todo otro que sí, volviéndolo por ello, por lo tanto, su propio ‘partícipe’».
N. Guterman y H. Lefebvre. La conscience mystifiée , París, 1936, p. 228. Cit. en Obra de los pasajes, H 3 a, 6