concepción
La obra es la máscara mortuoria sobre el rostro de la concepción.
Lo que en el maestro muere con la creación ya consumada es en él esa parte en que la creación fue concebida. Mas la consumación de cualquier obra –y esto nos conduce de inmediato hasta el otro lado del proceso– nunca es algo muerto. Y no es accesible desde afuera; por eso, el pulir y corregir no sirve aquí de nada. La consumación tiene lugar al interior de la propia obra. También aquí se habla, aún una vez más, de nacimiento: en su consumación la creación da de nuevo a luz al creador.
La patria no será nunca el lugar en donde naciera el creador; el creador viene al mundo justamente en donde está su patria. Él es el primogénito de la obra que un día concibiera.