La auténtica exposición es la que impide el entregarse a la contemplación. Para integrar en la exposición al visitante […], lo óptico es preciso contenerlo. Pero, además, una visión en la que falte el momento de sorpresa es algo que embrutece. Lo que vemos no puede ser lo mismo –ni tampoco lo mismo más o menos– que lo que diría un pie de foto. Y siempre ha de ofrecernos algo nuevo, una especial forma de evidencia de las que no se obtienen con palabras.
Gran superficie, formación histórica: «En efecto, el palacio real francés tomará lo que es la ‘galería’ del palacio italiano prototípico del Renacimiento temprano, la cual, como sucede con la ‘galería de Apolo’ en el caso del Louvre y la ‘galería de espejos’ de Versalles, se vuelve símbolo de la majestad [...]. Su nueva marcha triunfal del XIX recomienza ahora, en primer término, bajo un signo de pura utilidad constructiva, con los halles de almacenes y mercados y talleres y fábricas; por fin la van a convertir en arte las exigencias de las estaciones, y las exposiciones ante todo.
A. G. Meyer. Eisenbauten, Esslingen, 1907, pp. 74-75. Cit. en Obra de los pasajes, F 4 a, 1
Las ferias y exposiciones de la industria como secreto esquema constructivo para cuanto hace a los museos. Así, el arte: productos industriales que se han proyectado en el pasado.