No hay nada que aburra más al hombre común que lo que hace el cosmos. De ahí viene a darse para él la intensa relación de clima y tedio.
El tedio es un tejido gris y cálido revestido por dentro con el paño de seda más coloreado y más ardiente. En él nos envolvemos al soñar. [...] ¿Quién sería capaz, de un manotazo, de volver hacia afuera, de repente, el tejido del tiempo?
El tedio siempre es la cara externa del evento inconsciente.
La misma y siempre igual monotonía, como el mismo completo inmovilismo, en los distintos astros extranjeros. El entero universo se repite nuevamente, sin fin; manotea incesante sin moverse del sitio.
Blanqui. L’eternité par les astres, recogido de Gustave Geffroy, L’enfermé, París, 1897, p. 402. Cit. en Obra de los pasajes
La conciencia del curso vacío del tiempo junto a lo que es el taedium vitae son como dos pesas que mantienen en marcha el engranaje de la melancolía.