La insuficiencia de nuestro espíritu viene a permitir precisamente el dominio de las fuerzas del azar, como de los dioses y el destino. Si tuviéramos respuestas para todo –es decir, si tuviéramos respuestas exactas– tales fuerzas no existirían. [...] Lo percibimos con tanta claridad que acabamos volviéndonos contra nuestras preguntas. Por aquí es preciso comenzar. Tenemos que elaborar una pregunta anterior a todas las preguntas que les pregunte cuál es su valor.
Paul Valéry, TelQuel, en Oeuvres, vol. 2, París, 1971, p.647 y ss. Cit. en Obras II, 1, p. 407
Paul Valéry, Oeuvres, París, 1971, vol. II, pp. 647-648. Cit. en W. Benjamin, Obras II, 2, p. 411
Es otra vez mi superstición. Creo que cualquier cosa se puede convertir en un presagio, consulto así un oráculo cien veces al día. No hace falta contarte los detalles. Por ejemplo, un insecto que se arrastra me va dando respuesta a mis preguntas sobre mi destino. ¿No es esto impropio de un profesor de física? […] Tal vez sí, tal vez no. Sé que la Tierra gira, pero no me avergüenzo por pensar que está quieta.