El momento prehistórico del pasado –a consecuencia y condicionamiento de la técnica– ya no queda encubierto por la tradición de la iglesia y la familia. El viejo estremecer de lo prehistórico se infiltra en el entorno de nuestros padres, por cuanto ya no estamos ligados a él por la tradición. Eso que son los mundos perceptivos se descompone cada vez más rápido, y así lo que en ellos hay de mítico viene a mostrarse cada vez más rápido y cada vez de forma más brutal; y así también más rápidamente se hace enteramente necesario erigir un mundo perceptivo por completo distinto, que se contrapone al precedente. Así sin duda es como aparece, bajo el punto de vista de la actual prehistoria, el tempo acelerado de la técnica.
Último eco de las ideas originarias del sansimonismo: «Bien podría compararse el celo que hoy despliegan las naciones civilizadas para establecer el ferrocarril con lo que sucedía, hace unos siglos, con la erección de las iglesias [...]. Pues si [...] la palabra religión deriva de la latina religare [...], el ferrocarril poseerá más relación de lo que se cree con el auténtico espíritu religioso. Nunca antes ha existido un instrumento de tamaña potencia [...] para unir a los pueblos».
Michel Chevalier. «Chemins de fer». En Dictionnaire de l’économie polítique, París, 1852, p. 20. Cit. en Obra de los Pasajes, U 15 a, 1
Informa Schlabrendorf de que Saint-Simon tuvo la idea de convertir la física, y además sólamente ella, en la verdadera religión. «En las iglesias, los profesores de religión deberían dictar sus conferencias sobre los misterios y milagros naturales. Allí se dispondrían, según creo, máquinas eléctricas en el altar, aplicando corriente a los creyentes mediante el empleo de pilas galvánicas».
Carl Gustav Jochmann. «Graf Gustav von Schlabrendorf in Paris über Ereignisse und Personen seiner Zeit», incluido en Reliquien, vol. I, Hechingen 1836, p. 146. Cit. en Obra de los Pasajes, U 16 a