misterio

Las cosas de cristal no tienen ‘aura’. El cristal es el enemigo del misterio, y lo es también de la propiedad.

Experiencia y pobreza

Obras II, 1, p. 220

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Subrayando, patética o fanáticamente, el aspecto enigmático de lo enigmático no hay avance posible; el misterio lo penetramos sólo en la medida en que lo reencontramos en lo cotidiano, gracias a una óptica dialéctica que nos presenta eso cotidiano en su condición de impenetrable, presentando a la vez lo impenetrable en su condición de cotidiano.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 313-314

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El psicoanálisis descubrió hace ya tiempo el que los dibujos misteriosos son los esquematismos del trabajo del sueño. Mas los surrealistas, con esta certeza, siguen mucho menos las huellas del alma que las de las cosas. El tótem de los objetos lo buscan en la espesura de la prehistoria, y la última caricatura de ese tótem es sin duda el kitsch, esa última máscara de lo banal con que nos revestimos en el sueño y en el seno de la conversación, para acoger con ello la fuerza del mundo de las cosas desaparecidas.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 231

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La alegoría conoce abundantes enigmas, pero ningún misterio. El enigma en efecto es un fragmento que conforma un todo con otro fragmento, con el cual encaja. El misterio en cambio se ha ido mostrando, desde siempre, con la imagen del velo, un viejo cómplice de la lejanía. [...] Las épocas que tienden a la expresión alegórica siempre experimentan una crisis del aura.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, J 77 a, 8

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En lo que hace a El hombre de la multitud, Bulwer justifica su descripción de la multitud metropolitana [...] al remitirse a una observación de Goethe de acuerdo con la cual tanto el mejor como el más miserable de los hombres guarda un secreto en su interior que, si fuera públicamente conocido, lo haría ser odioso para todos.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, M 12 a, 3

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