Hay sin duda quien ame lo infinito,
hay sin duda quien quiera lo imposible,
hay sin duda quien no desee nada
–tres tipos de idealistas; yo ninguno:
pues yo amo infinitamente lo finito,
deseo imposiblemente lo posible,
quiero todo, o algo más, si puede ser,
y hasta, incluso, si no puede ser...–.
Pensando que cada paso en mi vida era un contacto con el horror de lo Nuevo, y que cada nueva persona que conocía era un nuevo fragmento vivo de lo desconocido que yo ponía encima de mi mesa para cotidiana meditación aterrorizada ―decidí abstenerme de todo, no avanzar hacia nada, reducir la acción al mínimo, huir lo más posible de la posibilidad de ser encontrado por los hombres o por los acontecimientos, quintaesenciar sobre la abstinencia y abdicar a la bizantina. Hasta tal punto el vivir me aterra y me tortura. Decidirme, finalizar cualquier cosa, salir de lo dudoso y de lo oscuro, son cosas [que] se me antojan catástrofes, cataclismos universales.
Libro del desasosiego
«Los grandes fragmentos», «Sentimiento apocalíptico», p. 537
FÁRMACOS
La libertad es la posibilidad de mantenerse aislado. Eres libre si puedes apartarte de los hombres, sin que te obligue a recurrir a ellos la falta de dinero, o la necesidad gregaria, o el amor, o la gloria, o la curiosidad, cosas que ni del silencio ni de la soledad pueden alimentarse. Si te resulta imposible vivir solo, es que naciste esclavo.