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Archivo y ficción

Entrevista con Sonu Shamdasani

Ramón del Castillo
Fotografía Miguel Balbuena
Ilustraciones procedentes del catálogo Genio y delirio. colección de art brut de Lausana, CBA, 2006

Sonu Shamdasani es historiador de la psicología y la psiquiatría y ha estudiado con rigor e inteligencia la forja de las leyendas que rodean a los dos popes de estas disciplinas: Sigmund Freud y, sobre todo, Carl Gustav Jung, de quien consiguió editar por primera vez en 2009 su famoso Libro rojo. Profesor en la University College de Londres y director del centro de estudios de las disciplinas psicológicas en esta misma universidad, Shamdasani combina distintos métodos, estilos y formatos para rastrear el pasado real de un área del saber que se ha esforzado, en vano, por convertirse en ciencia. Invitado a España por el profesor de la UNED Ramón del Castillo, estuvo en el CBA hablando de la relación entre la psicología de Jung y el arte de vanguardia de comienzos del siglo XX. Minerva publica una conversación con él sobre su trayectoria, y un artículo que analiza el surgimiento y la aceptación general de la idea de inconsciente.

Reinhold Metz, Don Quijote, 1977
Carlo Zinelli, Sin título, 1961

Me gustaría saber por qué te dedicaste a la historia de la psicología. Cuéntanos cómo fue tu paso por la Universidad de Bristol y el descubrimiento del libro de meditación taoísta El secreto de la flor de oro después de tu viaje a la India.

Estuve viajando por la India durante varios meses cuando tenía dieciocho años. Me interesaba mucho el pensamiento indio, los Ashrams, hablar con la gente y fue allí donde escuché por primera vez el nombre de Heráclito y de Nietzsche y pensé: «Si esto tiene algo que ver con la filosofía occidental, estudiaré filosofía». Me interesaba lo que estaba descubriendo en los Ashrams, pero no estaba dispuesto a someterme a los dictámenes de los gurús. Estaba empezando a pensar por mí mismo y aquello me gustaba. No quería renunciar a esa libertad. Al volver me encontré con el trabajo de Jung y con el libro El secreto de la flor de oro. Ambos eran como una forma de mediación entre la racionalidad occidental y el pensamiento oriental y también fueron mi primer contacto con la psicología. Así que mis primeros estudios fueron una combinación de filosofía y psicología.

Tras volver de la India también empezaste a trabajar como trabajador social, después de estudiar filosofía. ¿Cómo era la filosofía en esos años, a principios de los ochenta?

Era un momento especial, el área de filosofía de Bristol era un gran departamento. No solo estudiaba filosofía, también literatura y casi cualquier cosa que tuviera forma de libro. Podía simplemente coger algo y leerlo. Aunque había un plan de estudios, tuve la suerte de que mis tutores me permitieran trabajar en cualquier cosa que me interesara. Teníamos un sistema de trabajo bastante flexible. Estábamos en buena compañía, estábamos explorando, buscando algo nuevo, queríamos dejar huella. No sabíamos hacia dónde nos dirigíamos, lo importante era formar nuestros intelectos. Fue entonces cuando empecé a escribir sobre Jung desde un punto de vista filosófico.

En aquella etapa en el Reino Unido había fondos para el grado, lo cual era genial, pero mi trabajo sólo fue publicado mucho más adelante. Comencé a trabajar con un trabajador social y con personas con discapacidad mental, algo que fue muy bueno para mí porque implicaba salir de la biblioteca y tratar con personas que no eran intelectuales. Mas tarde empecé a hacer trabajo voluntario en el Instituto de Psicoanálisis, en los archivos, durante tres años. Estuve catalogando y resumiendo los documentos de Ernest Jones, el biógrafo oficial de Freud, y su correspondencia con muchos otros personajes relacionados con el psicoanálisis. Aprendí mucho de lo que yo llamo «la historia no escrita del psicoanálisis». Creo que no se puede estudiar el psicoanálisis a un nivel académico serio sin consultar los archivos, dado que gran parte de los datos no son de acceso público.

Y después de esos tres años comenzaste a publicar. ¿Cómo entraste en contacto con James Hillman? ¿Cómo fue tu experiencia con él?

El primer artículo que publiqué fue A Woman Called Frank, donde investigué la identidad de Miss Frank Miller, la mujer sobre la que trabaja Jung en su libro de 1912 Transformaciones y símbolos de la libido. Encontré sus registros hospitalarios, rastreé su biografía y me di cuenta de que no tenían realmente mucha relación con lo que Jung había hecho con su caso. Así que empecé a escribir de forma que hubiese una parte histórica y otra más estructuralista, o sea, combinando diferentes géneros.

A Hillman lo conocí en 1998. Estaba estudiando sus trabajos y le escribí. Fue el primer erudito que me estimuló para encontrar una perspectiva original. Estaba abierto a la imaginación, a la cultura literaria y artística, eso me motivó a seguir trabajando. Le hablé de mi primer trabajo de rastreo de la vida de Miss Frank Miller. Me dijo «adelante, escribe todo lo que has dicho en la última hora y lo publicaré». Fue un gran comienzo para mí ser recibido con ese apoyo y entusiasmo por parte de una figura tan importante.

En Analyst-Patient Interaction: Collected Papers on Technique recopilaste muchos de tus trabajos previos.

Comencé a trabajar en la reconstrucción de los antecedentes intelectuales de la obra de Jung. Lo fascinante fue que encontré muchos antecedentes interesantes sobre temas que no se habían estudiado, así que empecé a trabajar en el área de la historia de la investigación psíquica y su relación con la obra de Jung. Luego el estudio se transformó en algo más general. Comencé por estudiar a Fredrick Myers, los surrealistas y su trabajo con la escritura automática, luego a Theodore Flournoy y su investigación sobre la médium Hélène Smith. Finalmente acabé trabajando en la reconstrucción de las teorías psicológicas no freudianas de finales del siglo XIX, que formaron parte del telón de fondo de la obra de Jung.

Pensé que en algún punto aquello estaba destinado a convertirse en un libro, y pronto me di cuenta de que tenía que ser separado en varios volúmenes. El libro fue publicado en 2003.

¿Cuál fue tu evolución académica y profesional desde los años noventa hasta la publicación de Jung and the Making of Modern Psychology: The Dream of a Science en 2003?

Tuve la suerte de ser presentado al director del Wellcome Institute for the History of Medicine (WIHM), William Bynum, que apoyó mi trabajo. Tras hacer un master en Historia de la Ciencia y de la Medicina, realicé mi doctorado allí. El tema de mi tesis fue la primera sección de mi libro de Jung, el primer borrador. Luego continué con mi investigación y terminé escribiendo Cult Fictions: C. G. Jung and the Founding of Analytical Psychology (1998), que es mi primer libro. Comencé a reconstruir la microhistoria social alrededor de la fundación de la psicología analítica. Encontré los manuscritos y las transcripciones que Jung había realizado para el Libro rojo y también empecé a investigar los documentos de Jung en Suiza. Acababan de ser catalogados y nadie había trabajado seriamente con ellos. También edité el seminario de Jung: La psicología del yoga kundalini [Editorial Trotta, 2015]. Luego comenzó una larga discusión sobre qué hacer con sus obras inéditas, y mi recomendación fue publicarlas. Tras tres años de debate, por fin se decidió publicar el Libro rojo en el 2000, así que empezamos a trabajar en él.

En definitiva, en el WIHM, siempre y cuando estuvieses haciendo buenas investigaciones en historia, no se preocupaban mucho por el tema concreto, así que pude desarrollar las investigaciones que más me interesaban.

¿Cuándo empezaste a percibir los cambios políticos y académicos? ¿Cuándo a percibir las miserias del anti-historicismo? ¿Cuáles fueron las claves que te mostraron que algo iba a cambiar en el sector de la educación pública y cuál fue el nuevo «imperio» que intentó tomar el control?

Había muchos… Yo trabajaba en una pequeña institución financiada por la Wellcome Trust, lo que significaba que me encontraba en un espacio protegido, pero sólo hasta 2011, cuando aquello llegó a su fin. Por lo que toca al estudio de la historia de la medicina, lo cierto es que no le ha ido muy bien en la última década. Han cerrado centros especializados en Londres, Zúrich, Ginebra… Se ha difuminado el foco y ahora predomina una especie de estudio más amplio de la salud y la medicina dentro del campo de las humanidades. Esto significa que se están desarrollando interesantes trabajos de ciencias sociales y humanidades, pero la Historia de la Medicina como disciplina independiente está en franco declive.

Antes has comentado que combinas géneros en tus libros. ¿Cuál es la diferencia, por ejemplo, entre Cult Fictions y Jung and the Making of Modern Psychology? ¿Cómo te adaptas a los diferentes materiales? ¿Usas diferentes fórmulas a la hora de componer tus libros?

A la hora de trabajar, distingo entre investigación y escritura. La investigación es algo que puedes hacer todo el tiempo, mientras que escribir no es simplemente publicar los resultados de tu investigación, sino producir un trabajo con un estilo determinado, dirigido a un público determinado. De manera que para poder pasar de la investigación a la escritura tengo que dar con una voz, tengo que encontrar un estilo. Una vez que he decidido la forma literaria y su presentación, el trabajo, de alguna manera, se escribe solo.

En el caso de Cult Fictions intenté responder a las afirmaciones sobre el supuesto culto que Jung erigió alrededor de sí mismo y lo desarrollé a modo de una pesquisa legal. Estuve leyendo libros de derecho para afinar el tipo de retórica que necesitaba sobre cómo discutir especulaciones, afirmaciones fácticas, niveles de evidencia... y el libro prácticamente se escribió solo. Con ese trabajo me interesaba no solo presentar el resultado de una investigación, sino seguir la evolución de la misma. En realidad no estaba escribiendo sobre una solución, sino sobre el hallazgo de esa solución, sobre el proceso de búsqueda de una solución. Eso era lo que me interesaba explorar en ese libro.

Con Jung and the Making of Modern Psychology: The Dream of a Science el tema crítico era, otra vez, cómo ordenar aquel material, cómo manejar la confluencia de temáticas tan dispares. Entonces tuve otra idea: pensé que debía desarrollar el tema como si se tratase de un retrato cubista de Jung pintado por Picasso o por Georges Braque. No podía hacerse como una narración cronológica lineal pues haría imposible la lectura, así que lo estructuré temáticamente por secciones, rastreando las cuestiones de fondo que Jung eligió en su momento para cada una de ellas. Por eso a veces el mismo texto se discute en varias secciones desde ángulos diferentes, esto es lo que yo llamo una historia cubista. Los otros libros en los que he trabajado han sido escritos de diferentes maneras, pero la clave siempre es encontrar una voz y darle forma, luego ya va todo rodado.

Y en el caso de C. G. Jung: A Biography in Books, ¿Cómo enfocaste ese trabajo?

Este proyecto surgió de la posibilidad de comisariar una exposición en la Fundación Bodmer de Ginebra. La Fundación tiene la colección privada de Martin Bodmer, uno de los grandes coleccionistas de libros del siglo XX, que había tratado de recoger, en primeras ediciones, lo que él consideraba como aportaciones significativas para la comprensión de la mente humana. Tenía, por así decir, una comprensión clásica de la literatura humanista. Tuve entonces la idea de combinar las obras de la colección Bodmer con los manuscritos y la biblioteca de Jung y hacerme varias preguntas: ¿se puede escribir una biografía de un personaje, no a través de los acontecimientos de su vida, sino a través de los libros que leyó? ¿Qué pasaría si tomamos una selección aleatoria de libros y trazamos con ella una trayectoria a través de la vida de su autor? Siempre tuve presente que, tal vez, si la selección de libros hubiera sido otra, la historia sería diferente. Era una presunción literaria: intentar seguir un recorrido de la vida de Jung usando una selección de los trabajos que leyó y escribió, así como las relaciones que existen entre ambos. En cierto modo, es como rebuscar en la biblioteca de un autor, apilar un centenar de libros e intentar narrar el camino de su vida saltando de uno a otro. Era un juego literario.

Tuviste acceso a la biblioteca privada de Jung y es impresionante el grado de intertextualidad que tiene tu trabajo. El siguiente libro que escribiste fue en colaboración con Mikkel Borch-Jacobsen, The Freud Files: An Inquiry into the History of Psychoanalysis. ¿Cómo fue la relación con Mikkel? Es la primera vez que Freud aparece en el título de uno de tus libros, ¿por qué?

Permíteme comenzar con Freud. En Jung and the Making of Modern Psychology: The Dream of a Science criticaba lo que yo llamo la «leyenda freudiana». De alguna manera, muchos de mis artículos habían estado desafiando esta reconstrucción de las psicologías y psicoterapias no freudianas, desplazando a Freud dentro de la historia de la psicología dinámica. Pero lo hacía de una manera que seguía dejándolo en su lugar, y, por tanto, no suponía un desafío directo a la historia de Freud.

Quería, pues, profundizar en esto, ir más allá del hecho de que Freud no fuera una figura decisiva en la vida y en el trabajo de Jung. Quería llevar las cosas aún más lejos y preguntarme cómo se constituyó esa leyenda de Freud, cómo llegamos a creer todo lo que Freud y los freudianos nos dijeron acerca de sí mismos. Ahí es donde encaja mi trabajo con Mikkel.

La estructura del libro es una especie de dossier, un informe, con formato de declaración legal. Queríamos presentar de manera polifónica todo el material inédito, sin paráfrasis, sin adiciones, que todos estos actores se expresaran en sus propios términos, dejar que los materiales hablaran por sí solos y, al mismo tiempo, tratar de construir un argumento. Así que nos preguntamos, ¿cuáles son las consecuencias del trabajo crítico de tantos autores sobre la obra de Freud? Dedujimos que no se trataba de una situación en la que había un núcleo de estudio alrededor del cual se generan leyendas y mitos que son extraños al estudio en sí mismo, como sucede con otras muchas figuras científicas, sino que la creación de la leyenda era en realidad intrínseca al desarrollo del psicoanálisis. Y se puede detectar ese mismo patrón en la manera en que Freud reelaboró y reformuló su material, dando forma a una leyenda a través de la reescritura de la historia. No existe una teoría que pueda ser separada de la leyenda, la teoría misma es una leyenda, una manera de escribir una biografía individual, una forma de reescribir la historia. Ha habido muchos filósofos involucrados en el psicoanálisis, desde Ricoeur a Derrida, pero el Freud que ellos estaban interpretando o deconstruyendo no era el Freud de los archivos, no era el Freud histórico, sino el Freud de la leyenda de Freud. Lo encontramos en Ricoeur, que no cuestiona el asunto del autoanálisis de Freud, ni tampoco Derrida. Sabiendo que tanto Freud como Ernest Jones trataron el autoanálisis con actitud censora, cabe suponer que esa falta de desafío a los conceptos freudianos se deriva de un trabajo sobre textos no primarios, sobre textos adaptados a la leyenda. Todo esto es lo que explica su fuerza retórica y el éxito político de la lógica de la leyenda freudiana, que se convirtió en una narración maestra tan convincente para tanta gente en el siglo XX. Quizás también esto explique por qué nuestro libro fue en gran medida ignorado cuando se publicó por primera vez en Francia.

Explícanos las diferencias entre los archivos de Freud y Jung. ¿En qué se diferencian ambas ficciones desde la perspectiva de un historiador?

En el caso de la historia de Freud se trata de archivos reunidos por figuras como Kurt Eissler, Anna Freud y Ernest Jones que luego se secuenciaron. Es el material sobre el que se construyó el mito oficial del psicoanálisis presentado en una edición estándar con las obras de Freud en inglés a partir de ediciones anteriores, la biografía hecha por Jones, etc. La primera tarea que tuvieron los historiadores que hacían investigación independiente como Paul Rosen, Mary Alan Berger, Frank Sulloway y Bert Faltsater fue la de plantearse cuánto discrepaban estos archivos de la historia real del psicoanálisis. Cuando empecé a trabajar en la historia de Jung, la historia de Freud era un campo mucho más desarrollado y aprendí mucho de mis colegas.

Adopté una aproximación similar con la fuente canónica de información sobre la vida de Jung: el libro Memories, Dreams, Reflections que era en realidad una biografía muy censurada. Investigué y encontré los manuscritos originales, las entrevistas que conformaron parte del libro y la correspondencia alrededor del mismo. El material estaba en los archivos de Jung, pero nadie le había prestado mucha atención. Jung había desarrollado ciertas ideas y conceptos en sus escritos privados, en los Libros negros que forman la base de su Libro rojo, que no estaban al alcance del público general, así que lo importante para mí era estudiar esos trabajos y editarlos para su publicación, lo que solo muy recientemente ha sido posible. También he estado buscando la relación entre la cosmología privada de Jung y su trabajo publicado, para lo cual he tenido que ignorar la mayor parte del trabajo que se ha realizado sobre Jung porque se ha escrito sin acceso a las fuentes primarias.

La publicación del Libro rojo fue una odisea, un desafío. ¿Cuáles son tus proyectos después de un trabajo tan intricado y exigente? ¿Qué más te gustaría hacer en la historia de la psicología?

Bueno, creo que una de las cosas más alentadoras que he descubierto después de la publicación del Libro rojo ha sido cómo ha influido en una nueva generación de estudiantes. Tengo alumnos de doctorado que han comenzado a estudiar el texto y que están haciendo un tipo de investigación que no habría sido posible hace diez años. Veo eso como una señal muy alentadora. En estos momentos estoy trabajando en un proyecto más amplio que me tiene ocupado desde hace tiempo, la historia de las psicoterapias. Trato de saber cómo se desarrollaron las psicoterapias desde mediados del siglo XIX hasta alcanzar el lugar que ocupan en el siglo XX.

Junto a mis estudios de carácter histórico, de vez en cuando investigo, desde un punto de vista filosófico, sobre los resultados de ese trabajo histórico. Se trata de analizar filosóficamente las consecuencias de cómo pensamos en los conceptos psicológicos, las prácticas psicológicas y el efecto que estas tienen en las sociedades contemporáneas. Siempre basándome en la historia en lugar de basarme en el mito y la leyenda y siempre buscando algún nuevo enfoque literario para darle forma a cada obra. Así, por ejemplo, si trabajo en un artículo sobre la psicoterapia en 1909 solo cito trabajos publicados en 1909, sin tener en cuenta trabajos anteriores o posteriores. Trabajo siempre desde diferentes ángulos y elijo diferentes temáticas para construir un hilo argumental. Es un proyecto al que le doy vueltas desde 1997 y sobre el que escribo artículos de vez en cuando.

Otro proyecto al que he dedicado algo de tiempo es la reconstrucción del trabajo práctico de Jung, no su obra literaria sino su práctica médica, sobre la base de los relatos de sus pacientes y su correspondencia.

¿Qué diferencia hay entre un buen escritor y un buen historiador? Pongamos como ejemplo a Foucault.

He leído a fondo a Foucault y, sinceramente, no creo que fuera un gran filósofo ni un gran historiador, aunque sí un gran escritor, muy bueno combinando la historia y la filosofía. En su libro sobre la locura, comienza presuponiendo una separación entre la razón y la sinrazón a nivel conceptual y usa material histórico para trazar la fisura filosófica. Sin embargo, uno se da cuenta de que desde el ángulo histórico eso simplemente no funciona. Muchos historiadores de la psiquiatría recurren al trabajo de Foucault, pero ninguno de ellos hace uso de los argumentos históricos de Historia de la locura en la Época Clásica, más bien usan su concepto de la profesión, de la disciplina y de las relaciones de poder. De algún modo, lo usan como una especie de lecho de Procusto, o sea, usan su obra como un marco en el que situar y mostrar lo que van a encontrar. Foucault dice que todo su desarrollo conceptual filosófico ha sido modelado por Heidegger, lo que podría explicar de dónde proceden sus defectos como historiador. También se aprecian las influencias de figuras como Canguilhem, Bachelard y otros. Procede de la tradición francesa de la historia de la filosofía y de la ciencia donde se suele hacer historia apelando a ciertas cuestiones planteadas por Kant o Heidegger. Por poner un ejemplo, si lees la tesis de Foucault sobre la antropología de Kant, te das cuenta de que no tienen nada que ver con Kant. Es como si estuviera inventando una figura que acaba flotando libre de cualquier referencia textual. Terminan abordando los debates filosóficos y las discusiones mediante un tipo de historicismo que, creo, tampoco es la mejor manera de hacer filosofía.

CONFERENCIA DE SONU SHAMDASANI
«SYMBOLIC EXPRESSIONS: JUNG, DADA, THE MANDALA AND THE ART OF THE INSANE»
04.07.16

ORGANIZA GRUPO DE ESTUDIOS CULTURALES DE LA UNED • DECANATO DE FILOSOFÍA DE LA UNED • DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA BÁSICA I DE LA UNED • CBA