La maestra del fragmento y lo infraordinario
Entrevista con Margo Glantz
Fotografía Miguel Balbuena
Para quien no conozca aún a Margo Glantz (Ciudad de México, 1930), hacerlo será una grata sorpresa. Glantz es en sí misma una suerte de personaje literario. Si se tiene la suerte de haberla leído, se entenderá. Llego a esta entrevista sumergida en la lectura hipnótica de su escritura fragmentaria en Por breve herida (Sexto Piso), su última novela. Elegante, muy erguida, divertida, curiosa, nos dedica una apasionada conversación en torno a su trayectoria, su momento vital, su perspectiva de la literatura y la sociedad mexicana. Enseguida dan ganas de pedirle permiso para tutearla, ya que la edad que figura en su biografía, 87 años, y su disposición vital, son proclives a generar un cortocircuito.
Siguiendo su biografía de Twitter, red social de la que es activa usuaria, usted es: escritora, periodista, profesora, académica, viajera, coleccionista... ¿Por ese orden?
No necesariamente, hago todas esas cosas, a veces simultáneamente. [Ríe].
Sin embargo, publicó, o publicaste, si me permites tutearte, narrativa muy tardíamente. Tu primera novela se editó cuando tenías 47 años. ¿Intuías la longevidad que te esperaba?
Mi madre murió a los 95… Yo siempre estuve interesada en la literatura, mi padre era un poeta judío que escribía en yiddish, llegó a México desde Ucrania. Nuestra casa era una casa donde los libros y la poesía eran muy, muy importantes, y mi padre se preocupaba de que leyéramos. Yo tuve siempre la idea de que un día, cuando fuera grande, iba a escribir. Empecé a escribir ensayo, también tardíamente, como a los treinta años, aunque fui profesora en la universidad desde los veintiocho y, bueno, mi trabajo me llevó enseguida al ensayo académico.
¿Tuviste relación con los profesores españoles exiliados?
Sí, muchísimo: con José Gaos, que fue rector de la Universidad de Madrid cuando ganó Franco y se exilió en México y fue de una importancia enorme; con muchísimos historiadores, filósofos, filólogos, que además fueron personas muy relevantes en el campo editorial. Fundaron editoriales como Era, que sigue siendo una editorial vigente e independiente, o Mortiz, fundada por Joaquín Díez-Canedo y que ahora forma parte del Grupo Planeta.
Como profesora emérita de la Universidad Autónoma de México, ¿cómo encuentras la universidad pública mexicana? La española está siendo prácticamente desmantelada...
En todas partes sí, pero en México se ha sostenido hasta ahora. La han atacado muchísimo y las universidades privadas y religiosas han tomado preeminencia entre las clases altas, pero la Universidad Autónoma de México, donde yo siempre he estado, y el Politécnico, ambas públicas, siguen teniendo muchísima importancia.
Entre todas estas facetas profesionales tan demandantes, ¿cómo llega a colarse la escritura literaria?
Durante años combiné la docencia con el periodismo. Periodismo cultural, primero teatral y luego periodismo cultural en general, cosa que, hasta hace muy poco, he seguido haciendo. Y mientras tanto, escribía un tipo de textos que no eran muy canónicos y que era difícil que los publicaran porque no iban a funcionar dentro del tipo de best-seller o al menos, medio-seller, que se necesitaba. Entonces tenía la impresión de que yo no podía publicar narrativa porque mi manera de escribir era la que era. Por lo que, cuando ya me decidí a escribir, lo hice a cuenta de autor.
¿Te autopublicaste?
Sí, mis primeros dos libros fueron autoeditados. Los vendía mediante suscripción, muy divertido.
Porque precisamente tu narrativa, que no es muy ortodoxa, no encajaba en el mercado editorial. Has sido precursora de los géneros híbridos que ahora sí están muy incorporados... Hoy día tu libro Por breve herida se puede catalogar como novela sin ningún miramiento.
Pero fíjate que este género del fragmento es un género que se ha cultivado hace mucho tiempo: el fragmento es una cosa muy vieja en la historia de la literatura.
Y que, sin embargo, ahora cobra un valor. ¿Es el único modo, breve, fragmentariamente, de escribir en este siglo?
Yo siempre escribí así, poniendo esos elementos en juego, hasta que esa se hizo la norma y me quisieron publicar. Estamos en una época plagada de conexión y desconexión, de redes sociales, y sin embargo se pretende que, literariamente, se escriba muy canónicamente y este tipo de libros se vuelven como marginales. Yo lo hago porque es la única manera en que yo sé escribir, es mi forma de escribir.
¿Cuáles han sido tus maestros o tus referentes en esta escuela fragmentaria?
Sin duda, Georges Perec y Pascal Quignard. Ah, y Lydia Davis desde la narrativa breve.
A Perec lo homenajeaste con tu Yo también me acuerdo (Sexto Piso).
Sí, pero de Perec, además de ese homenaje evidente, me influyó mucho su idea de lo «infraordinario». Y el viaje entre géneros.
Y lo autobiográfico, tan en boga en estos momentos –con cierta inflación incluso de «literaturas del yo» o autoficciones–, también ha sido un campo de exploración para ti.
Sin duda. Una de mis primeras obras, que partió de una serie de columnas de prensa –fundiéndose ahí dos de mis pasiones: el periodismo y la literatura–, fue un ejercicio de reconstrucción de mis raíces, titulado finalmente Las genealogías [publicado en España en 2006 por Pre-Textos]. Pero yo siempre digo que mis textos son aparentemente autobiográficos, lo son en la medida en que lo puede ser la ficción.
En tu última obra, Por breve herida, das otra vuelta de tuerca y haces un ejercicio de registro sobre el propio proceso de la escritura. La obra es una suerte de sala de espera donde dialogas con algunos de tus referentes, como Poe o Francis Bacon...
Eso es, hago autoficción de la escritura. La autorreferencia es constante, pero no a mí, sino a esos referentes culturales que han sido cruciales en mi vida. He tardado dieciséis años en escribir esta obra. Todo gracias a mis benévolos y pacientes editores de Sexto Piso.
Estás vinculada a la joven literatura que se está desarrollando en México, precisamente en torno a proyectos como Sexto Piso...
Sí, sigo y converso con autores como Yuri Herrera, Valeria Luiselli, Emiliano Monge. Se está gestando una literatura de frontera que conecta con uno de mis intereses, la literatura judía vinculada al desplazamiento. Son libros intergenéricos, donde encuentro ese viaje entre géneros del que hablábamos antes con Perec. Ese viaje está también en W, el recuerdo de la infancia de Perec. En esta suerte de renacimiento del fascismo que estamos viviendo, es preciso también generar una nueva literatura. Si en la literatura judía del siglo XX leíamos el horror como movimiento característico del siglo, esta nueva literatura nos ha de mostrar qué será lo característico del XXI.
¿Qué está pasando en México alrededor de las declaraciones racistas contra los mexicanos a raíz de la toma de poder de Trump?
Se está sintiendo una revulsión, aunque el muro de hecho ya estaba ahí, pero, claro, ahora se explicitan muchas cosas. Y surge la pregunta constante de cómo podemos resistir...
Desde aquí percibimos a México como un estado fallido, incapaz y casi hasta partícipe de la violencia.
El poder político está totalmente atravesado por la estructura del Narco y por la corrupción. Esto genera una lógica de violencia y lo peor, muchísima desigualdad. Lo más inconcebible es el tema de los feminicidios, y no solo en nuestra frontera norte. Pero mira, si hablamos de reacciones, en torno a esto ya parece que está habiendo levantamientos por todo México, o movimientos como Ni una menos en Argentina, pero al mismo tiempo, ¿cómo entender que las mujeres hayan votado por Trump? En México se está creando una candidatura en torno a López Obrador, pero tenemos que esperar a ver qué sucede en las elecciones el año que viene.
¿Crees que la literatura puede tener respuestas para todo esto?
En México se ha escrito demasiado sobre el narcotráfico, es hora de que la literatura pueda reflejar estas nuevas manifestaciones de la violencia. Sergio González Rodríguez (reciente y tristemente fallecido), por ejemplo, hizo una indagación buenísima de la cuestión de los feminicidios en su obra Huesos en el desierto (Anagrama, 2006). Hay que cuestionar la crónica inmediata, los textos coyunturales, preguntarnos por el papel de la literatura hoy día.
El cuerpo y, en concreto, el cuerpo de las mujeres, ha sido precisamente otra constante en tu obra.
Durante mi vida académica pensé y estudié a fondo a mujeres como Sor Juana, María de Zayas –una autora que le hizo competencia a Cervantes–, o La Malinche. Esta última, la mujer que encontró a Cortés, se la representa en las crónicas a través del órgano de la lengua, ya que hizo de traductora, entre otras funciones. ¿Ves? Vuelve la idea de la fragmentación, esta vez del cuerpo de la mujer. Y conectada con el lenguaje. El cuerpo femenino, mi cuerpo también, ha sido un elemento crucial de mi trabajo, sí.
¿En qué estás trabajando ahora mismo?
En mi nueva obra estoy explorando en torno a la falta de jerarquización de todo lo que recibimos, por ejemplo, en el caso de la información en la que vivimos sumidos: las noticias más banales aparecen con la misma importancia que las cosas más terribles. Estoy explorando sobre ello...
Como última curiosidad, ¿qué pasa con los zapatos y Margo Glantz?
Fíjate que tuve un problema recientemente en mis pies y tuve que regalar todos mis zapatos a mi hija mayor. Y está fascinada.
¿Son un fetiche para ti? Lo exploraste en la novela Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador (Anagrama), una de tus obras más conocidas para el público español.
Tiene que ver con lo que hablábamos del cuerpo anteriormente y con el cuerpo de mujer, en concreto. La protagonista en este caso vivía su historia conectada a la realidad sólo por sus zapatos. De firma, claro...
Apetece quedarse charlando un buen rato más con esta gran conversadora mexicana. Pero ella tiene que correr, con sus nuevos zapatos, a otras citas con la prensa, con lectores, en otros lugares, otras ciudades. Nos despedimos de esta viajera, escritora, coleccionista, periodista, académica, profesora... Y no necesariamente por ese orden.
© Silvia Nanclares, 2017. Texto publicado bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0. Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente por cualquier medio, siempre que sea de forma literal, citando autoría y fuente y sin fines comerciales.
06.04.17
PARTICIPANTES ESTER BENDAHAN • MARGO GLANTZ
ORGANIZA UPYD-ALDE / MAITE PAGAZAURTUNDÚA