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Capitán Trueno. Tras los pasos de una gran obra

Coloquio Juan Barja • Patxi Lanceros

Fotografía Miguel Balbuena

Ni nostalgia ni reivindicación de un género supuestamente menor como el cómic: la exposición en torno al Capitán Trueno que organizó el CBA entre finales de 2016 y comienzos de 2017 fue un intento de hacer justicia a una obra fundamental de la literatura española de los años cincuenta del pasado siglo, capaz de tender puentes entre la alta cultura y la cultura popular y de abrir un sinfín de ámbitos para la reflexión. O eso, al menos, se desprende de la conversación que mantuvieron dos fans de este cómic: el filósofo Patxi Lanceros, comisario de la muestra, y el poeta y ensayista Juan Barja, director del CBA y principal impulsor de la exposición.

Estudio de personajes de Paco Nájera
Primer número de El Capitán Trueno, «A sangre y fuego», 1956
Primer número de El Capitán Trueno, «A sangre y fuego», 1956
Antonio Bernal, «Un mar de lava», portada para Trueno Color, 139, 1972
El Capitán Trueno Extra, 223, «Angkor, la misteriosa», 1964
Aventuras Bizarras, 1, «La máscara del dios olvidado», 1987
Antonio Bernal, «Su propia tumba», portada para Trueno Color, 297, 1975
El Capitán Trueno Extra, 423, «El secreto de la máscara», 1968
Trabajos previos para la portada de Trueno Gigante 10, 1964
Antonio Bernal, «La caravana misteriosa», portada para Trueno Color, 170, 1972

El Capitán Trueno y la literatura universal

JUAN BARJA

Compré el primer cuadernillo de Capitán Trueno, A sangre y fuego, en 1956. Me gustó y empecé a comprarlo cada semana. Cuando poco después, con doce o trece años, empecé a leer eso que se llama a veces literatura universal –la Odisea, Moby Dick y tantos otros– me encontré con una situación completamente borgiana –aunque evidentemente yo no sabía entonces quién era Borges– y es que todo el mundo había copiado al Capitán Trueno: Marco Polo había copiado al Capitán Trueno; Salgari en Los pescadores de perlas había copiado al Capitán Trueno, y también lo había copiado Melville en Moby Dick, Swift en Los viajes de Gulliver, y hasta la Odisea y Las mil y una noches lo habían copiado abundantemente. En aquel momento me sorprendió muchísimo esa relación entre esa forma de literatura popular que es el tebeo, el Capitán Trueno, y la literatura en general. Ahora veo que lo sorprendente son dos cosas: la primera, que Víctor Mora, su creador y guionista, tomara tanto de la literatura, y la segunda, que tomara tan bien. Porque es habitual que el cómic y otras formas de narrativa popular beban de la literatura universal, pero no es habitual que se haga con tanta maestría. Cuando inauguramos la exposición alguna gente me decía: «ah, estáis reivindicando el cómic», a lo que yo invariablemente contestaba que no. No reivindicamos el formato cómic, como tampoco reivindicamos la novela o el ensayo: lo que reivindicamos es esta obra concreta.

PATXI LANCEROS

Creo que esa experiencia que comentas es común. Aunque yo empecé con el Capitán Trueno más tarde que tú –me incorporé en las ediciones de Trueno Color–, la experiencia fue muy similar: iba descubriendo con agrado aventuras, personajes, historias y, de pronto, cuando empecé a leer «literatura seria», muchas veces por obligación, otras por pasión, fui reencontrando los mismos personajes, las mismas tramas, los mismos desenlaces… Con la exposición lo que tratábamos era de dar cauce a esa experiencia, abrir el espacio literario argumentando que es muy posible que muchos de quienes fueron niños o jóvenes entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta entraran en contacto con alguna de las tramas de la literatura a través, precisamente, de un medio «fácil», por decirlo así, como es el Capitán Trueno. Por lo demás, alguna vez me has comentado que Mora era un hombre que se había nutrido mucho y desde muy joven de la cultura francesa: contrastando fechas de traducción, se sabe que había leído algunos clásicos cuando aún no estaban editados en España.

JUAN BARJA

El más sorprendente es el poema de Gilgamesh, que se traduce en los años treinta por primera vez desde las lenguas mesopotámicas.

PATXI LANCEROS

Algunos de los episodios centrales de Gilgamesh aparecen hasta tres veces a lo largo de los guiones que escribe Víctor Mora, se convierte en una especie de leitmotiv de la cuestión de la vida, de la post-vida, etc. También le fascinaba el ciclo artúrico. Y la mitología celta también está ampliamente representada.

Un guionista comunista

PATXI LANCEROS

Sin duda a Mora le influyó mucho el Príncipe Valiente (The Prince Valiant in the Days of King Arthur) de Hal Foster, pero hay una ruptura fundamental que yo creo que a la postre es decisiva y es que el Capitán Trueno es un héroe, sin duda, pero es también la cabeza visible de un grupo.

JUAN BARJA

En efecto, es una colectividad, una pequeña célula: Sigrid, Goliath, Crispín y los amigos que van encontrando en cada lugar…

PATXI LANCEROS

Desde que se incorpora Sigrid, casi al comienzo, aparecen siempre unidos, siempre solidarios. Y van encontrando y reencontrando a amigos y enemigos, aquí y allá, con lo cual se genera un cosmos reconocible, un mundo casi balzaquiano, donde hay espacios que se transitan y se vuelven a transitar y personajes que reaparecen varias veces, y eso hace que la historia funcione muy bien. Además los personajes están perfectamente diseñados, seguramente no para representar a la España del momento, pero sí para generar un tipo de identificación…

JUAN BARJA

Una identificación negativa, porque, igual que el Capitán y Sigrid no están casados, en España nunca sucede nada. En doce años que se estuvieron publicando las historias, el Capitán Trueno visita España dos veces, y en ambos casos viene y no hay ninguna aventura: viene de visita y se marcha de nuevo. En ese venir y marcharse, en ese no estar en España, yo leía ahí una especie de homenaje al exilio: el Capitán Trueno es la figura del exiliado por excelencia, y es significativo que, en su primera aventura, en el primer cuadernillo del Capitán Trueno, se encuentra con otra figura del exilio: Ricardo Corazón de León.

PATXI LANCEROS

Es el emblema mismo de una especie de caballero andante, exiliado, siempre añorando la patria, con su eslogan permanente «Santiago y cierra España», que pronuncia en China, en la India, en Australia, entre los incas…

JUAN BARJA

Y además lo pronuncia de un modo estratégico. Cuando estuvimos con Víctor Mora en Barcelona, le preguntamos si se ponía muy pesada la censura con lo de la boda con Sigrid, y él decía: «Bueno, si se ponían muy pesados, en un mismo cuadernillo decía dos veces ‘Santiago y cierra España’ y se calmaban». Y es que en el Capitán Trueno hay ciertas características que solo apreciamos más tarde, algo que disentía profundamente de la España de entonces desde un punto de vista sociopolítico. De hecho, como ahora sabemos, a su creador y guionista, Víctor Mora, lo llamaban casi cada mes a censura. Sin duda, era un tipo sospechoso: de izquierdas, había estado en la cárcel, al igual que su mujer, por ser militante del PSUC, el partido socialista unificado de Cataluña –que era en realidad el partido comunista de Cataluña–, habían pasado también los dos por el exilio en París, porque les molestaban mucho después de salir de la cárcel. Víctor Mora había querido ser escritor y no lo había logrado por motivos políticos: esta es una de las razones que explican que un hombre con una cultura tan amplia y con intereses en la escritura no publicara novela hasta los años sesenta. Lo llamaban para convencerle de que casara al Capitán Trueno con Sigrid. Me acuerdo de que cuando le preguntabas a Víctor sobre esto, él decía «y si los caso, ¿de qué como? ¡Se me acaba la historia!». Eso sí, alguna vez, para tranquilizar a la censura, dibujaba dos tiendas de campaña, para que él saliera de una y ella de otra, y así no hubiera problemas.

Por el ancho mundo

PATXI LANCEROS

El Capitán Trueno visita literalmente todo el planeta, recorre los cinco continentes aún antes de que hubiera cinco continentes, gracias a Ambrós [Miguel Ambrosio Zaragoza, el extraordinario dibujante original del Capitán Trueno], y gracias a la existencia del globo y otros artefactos. Lo que nos lleva a hablar de los otros dos temas que quisimos mostrar en la exposición: el encuentro del Capitán Trueno con la técnica y su relación con los lugares, los distintos espacios, tanto naturales como construidos. Es muy interesante ver cómo el Capitán Trueno gestiona la técnica del momento: catapultas, torres de asalto, etc.

JUAN BARJA

Y mensajes cifrados, palomas mensajeras, utilización de espejos para tecnologías robóticas, la pólvora cuando aún no existía en Europa, porque aún no lo hemos comentado pero el Capitán Trueno es de finales del siglo XIII…

PATXI LANCEROS

Pero tiene la suerte de encontrarse con Morgano, un mago ilustrado cuyo nombre procede del ciclo artúrico, que explica que no hay magia sino –como escribe Cervantes en el Quijote– cálculo e industria. Y que inventa un ingenio nunca visto, el globo aerostático, que permite a Trueno y sus amigos volar, atravesar mares y océanos, y visitar todos los lugares del planeta.

JUAN BARJA

Sí, yo los recuerdo en Tenochtitlán, por ejemplo, en el polo norte y en el sur, con los pigmeos en África, en Australia, entre los incas, en Egipto, en la Atlántida… Es un recorrido que llamaría acrónico, es decir, no es que ignore la cronología, sino que crea un espacio atemporal que permite utilizar simultáneamente diversas temporalidades, igual que utiliza simultáneamente como inspiración o como modo de estructurar la lectura textos de diferentes épocas y de muy distintas procedencias. Espacio y tiempo se abren de esa manera y se convierten en espacios sincrónicos, espacios universales.

PATXI LANCEROS

Al fin y al cabo, así es cómo funciona el espacio literario, o como funciona una biblioteca, que es también, si se quiere, una maquina acrónica. Y creo que eso Víctor Mora lo aprovecha fantásticamente. Es importante destacar que cuando nace el Capitán Trueno y durante casi todo el tiempo de su edición original, prácticamente el único medio visual de comunicación que había en España era el cómic. No existía la televisión. Estaba el cine, sí, pero no abarcaba toda la geografía española: el quiosco llegaba más lejos y más fácil, y por eso yo tengo la impresión de que fue en los cómics del Capitán Trueno donde muchos niños y jóvenes españoles vieron por primera vez la imagen de, por ejemplo, la muralla china, Tenochtitlán, el mar de los Sargazos, Machu Picchu…

Ese ámbito que muestra los espacios naturales y los espacios construidos es probablemente el que mejor funcionó en la exposición, y yo creo que se debe a la cuidadosa atención por los detalles que mantuvieron los ilustradores. Hay diferencias, por supuesto, pero los hay verdaderamente magníficos, que se documentan a la hora de construir un palafito, un castillo medieval o una pagoda. Yo creo que la aparición de tan distintos lugares y construcciones es en buena parte lo que hace que el Capitán Trueno funcione visualmente y atraiga al niño, al joven e incluso al adulto que lo lee. En virtud de esa acronía a la que antes te referías, en el Capitán Trueno conviven todas las épocas y, gracias a ese viaje universal que emprende, se encuentra con todo tipo de formas de habitar, desde las cuevas prehistóricas hasta lo que podría considerarse avances civilizatorios. Resulta impactante ver cómo los personajes aprovechan estratégicamente las posibilidades de los distintos lugares, hasta el punto de que el lugar es en cierto modo coprotagonista en la aventura.

Industria y no magia: ilustración

PATXI LANCEROS

Yo creo que la aventura más representada, literalmente aventura, de las que aparecen en la Biblia es el éxodo…

JUAN BARJA

Éxodos hay varios en el Capitán Trueno, pero no hay una apertura milagrosa del Mar Rojo, porque el Capitán Trueno no cree en milagros…

PATXI LANCEROS

En efecto, lo hemos comentado antes, hay dos vertientes de ilustración, una científica o intelectual y la otra, política, que son muy notorias. Según la primera, todas las formas de magia quedan desautorizadas, se las desvela como supersticiosas y tramposas. Y Morgano, aunque le llaman mago, es quien dice a Crispín que no hay magia, que hay ciencia. En cuanto a la segunda, el Capitán Trueno es sin duda un artefacto de ilustración política: posiblemente la palabra más repetida en toda la serie es la palabra justicia.

JUAN BARJA

Y la palabra libertad: siempre dice aquello de «levantaos contra el tiranuelo»; se pasa la vida levantando campesinos contra tiranuelos locales en una época en la que aquí muchos aún eran campesinos; y normalmente los tiranuelos solían ser bajos, gorditos y calvos…

PATXI LANCEROS

Sí, la referencia a la España de entonces apenas se ocultaba. Hay una crítica a cualquier forma de tiranía, a todas las formas de explotación y desigualdad. La espada del Capitán Trueno se pone siempre al servicio de la justicia: «Yo te ayudaré siempre que la justicia esté de tu parte», decía, en un homenaje no sólo a la novela de aventuras, sino también a la novela de caballerías.

JUAN BARJA

Lo curioso es que, así como el Quijote –otro artefacto narrativo de este tipo, por más que la comparación pueda parecer desmedida– fracasa sistemáticamente en cualquiera de sus aventuras, el Capitán Trueno no para de triunfar.

PATXI LANCEROS

En este sentido genera una tensión que creo que fue productiva entre el fracaso permanente, el fracaso sociopolítico que es España en los años cincuenta y sesenta, y ese triunfo constante del Capitán Trueno en todos los espacios.

¿Un cómic multicultural y feminista?

JUAN BARJA

Desde el punto de vista político, ya hemos hablado de la figura del exiliado, de la relación más libre con la mujer y también del grupo –él insistía mucho en la idea de colectividad, de una actuación a modo de pequeña célula que recuerda también un poco a las células comunistas–, pero hay otro aspecto esencial que aparece desde la primera aventura, y es el tema de los extraños: los que no son españoles ni cristianos no tienen por qué ser malvados, pueden ser buenos o malos, algo especialmente llamativo en el caso del máximo enfrentamiento, que era, cómo no, con el mundo islámico: ya en la primera aventura hay árabes buenos y, en cambio, aparece un cruzado malvado, un traidor…

PATXI LANCEROS

Sí, un cruzado cristiano que es traidor por ambición, traidor por codicia. Y esto se repite en otros muchos casos en donde hay emboscados que no son de otra raza, ni de otro color ni de una religión diferente. Mientras que Saladino, por ejemplo, aparece como un noble luchador, un noble soldado que merece el reconocimiento del Capitán Trueno. Esa sensibilidad «multicultural», como diríamos hoy, era francamente extraña en la década de los cincuenta y los sesenta, no sólo en España, sino incluso en el resto de Europa.

Y en cuanto a Sigrid, no es sólo la relación entre ellos dos, también es llamativa la independencia intelectual, moral e incluso física de Sigrid a lo largo de las distintas aventuras: no es la princesa que espera en su castillo, es un personaje independiente y muy bien trabajado. Parte de otro tópico tanto de la literatura como del relato popular, el de la princesa que no sabe que lo es: Sigrid ha sido criada por un pirata, con lo cual tiene la nobleza de cuna de los reyes y la valentía y la temeridad aprendidas durante la infancia.

JUAN BARJA

Merece la pena comentar que el pirata había sido antes un leal servidor de los reyes legítimos, los padres de Sigrid, en una versión más de esa idea que aparece un poco por doquier: en la cultura portuguesa, con don Sebastián, el Deseado, en el Barbarroja alemán, o en el propio Rey Arturo: la idea del rey justo que desapareció y que volverá algún día, ese rey que, tal y como se cuenta en la Edad Media, es casi el único rey justo que puede existir… Probablemente es una idea cristológica, esa idea del segundo advenimiento, cuando el dios que ha muerto volverá para solucionar los problemas del mundo.

PATXI LANCEROS

Además, el padre adoptivo de Sigrid, Ragnar Loghbroth –que tiene el nombre de uno de los personajes más importantes de las sagas islandesas– es pirata por despecho, en respuesta a una injusticia: un hombre que se ve obligado a la piratería porque se ve desposeído absolutamente de todo por la traición, tras la muerte de sus señores a los que sirvió fielmente.

¿Por qué el Capitán Trueno?

JUAN BARJA

Precisamente fue rumiando en torno al nombre de Ragnar, que en islandés antiguo significa el destino de los dioses o la caída de los dioses –un mito que luego pasa al mundo germánico y llega a la ópera de Wagner– como te enganché en esta aventura de la exposición sobre el Capitán Trueno. Por tu libro titulado, precisamente, El destino de los dioses y por saber que te interesan mucho las sagas nórdicas, recuerdo que te pregunté si habías leído los cómics del Capitán Trueno, porque, al fin y al cabo, tú eres diez años más joven… Pero resulta que sí lo habías leído y te interesaba tanto como a mí. Así comenzamos esta andadura en la que participaron también Juan Calatrava y José Manuel Sánchez Ron, catedráticos y estudiosos en ámbitos (arquitectura el primero, física y divulgación científica el segundo) que, en principio, nada tienen que ver con el cómic o la literatura popular. Y son ya muchas las veces que he tenido que desmentir que se trate de un proyecto relacionado de algún modo con la nostalgia, como tampoco tenía nada de generacional: lo que guio el proyecto fue la conciencia de que el Capitán Trueno, a diferencia de otros cómics, permite un acercamiento teórico privilegiado a cuestiones políticas, literarias, culturales y sociales. Y como en la España del franquismo la literatura popular y la narrativa juvenil estaban algo menos vigiladas, ahí se refugió buena parte de la oposición literaria al franquismo

PATXI LANCEROS

Sí, durante años el cómic, no sólo el Capitán Trueno, funciona como refugio de una oposición activa, de una oposición que está publicando con mucha sutileza lo que no se puede publicar en otros sitios en los que la vigilancia era tremenda, como los libros de texto u otro tipo de literatura. Aunque en cierto momento la censura se da cuenta de que el cómic es un medio de masas y acaba por reforzar la vigilancia.

JUAN BARJA

Desde luego, encontrarse en el año 56 con una viñeta en la que el Capitán Trueno se encuentra con una especie de columna de fugitivos demacrados, y dice en letras bien grandes algo así como «Vaya, vienen huyendo del hambre, de la guerra y de la represión», era sin duda sorprendente entonces.

Hay otro ámbito, junto con el de la literatura, el de los espacios y el de las técnicas, que no hemos abordado directamente en la exposición, pero que tiene una presencia importante en el Capitán Trueno, y que es el espacio del sueño. Tanto el héroe, como también Crispín o Goliath y otra serie de personajes con diversas heridas caen en diversos momentos en un estado de somnolencia, muchas veces inducidos por drogas, casi siempre medicinales.

PATXI LANCEROS

Efectivamente, ese espacio onírico aparece en muchas ocasiones, y algunas veces ese espacio onírico conecta con un espacio mitológico literario: por ejemplo, es a través de un sueño inducido precisamente por la bebida y la droga cuando el Capitán Trueno visita el Hades, siguiendo el recorrido de Ulises. Hay también dos aventuras en las que aparece en el laberinto del Minotauro, y recuerdo al menos otro momento de sueño en el que el Capitán Trueno cruza el puente del arcoíris, conectando en este caso con la mitología germánica.

JUAN BARJA

Quizás guarde relación con el interés por lo onírico de todo el siglo XX, desde Freud al surrealismo y todo lo que vino después –porque Víctor Mora era un hombre muy culto e inquieto–, pero me pregunto si también puede responder a algo más epocal: son los años cincuenta y sesenta, y estamos en los inicios de la contracultura, sobre todo en Estados Unidos, claro, pero también a España llegaban los ecos…

Cumbres narrativas

JUAN BARJA

En alguna ocasión he dicho algo que puede parecer disparatado y es que el Capitán Trueno es la obra narrativa más importante de la España de los años cincuenta y sesenta, bastante más importante que las novelas que normalmente figuran en la historia de la literatura de la época. ¿Por qué? Pues por todo esto: por las libertades de las que estamos hablando, por el ingenio, por saber tomar lo mejor de la literatura universal, por su respeto absoluto del código narrativo, con todas las cuestiones relativas a la personalidad y la tarea del héroe, por su relación con los demás y los criterios éticos fundamentales de justicia, equidad y libertad…

PATXI LANCEROS

El estatuto o la estatura como obra narrativa del Capitán Trueno es fácilmente constatable. Es un relato que permite atravesar no sólo los tres ámbitos que hemos abordado en la exposición –el de la técnica y los inventos, el geográfico y urbanístico y el político y literario–, sino aun otros muchos, y eso es algo que otros cómics no permiten. Hay muchos en los cuales los escenarios son absolutamente reiterativos, en los que la figura del héroe está definida de una manera estandarizada o en los que la trama recurre a trampas que son convenciones perfectamente visibles que no responden a ninguna necesitad interna narrativa.

JUAN BARJA

Como sucede en el cómic de superhéroes norteamericano: la típica estupidez de que al final el superhéroe despliega algún tipo de superpoder ahorrándole al guionista el esfuerzo de pensar. O como en Astérix: ¡uno no entiende por qué no toma la poción mágica al principio y nos dejamos de bobadas! Son obras falsamente narrativas que rompen el pacto fundamental con el lector que permite el desarrollo de lo que es la novela de aventuras.

PATXI LANCEROS

Pacto narrativo y de respeto: porque el autor debería respetar al lector y no introducir ese reiterado deus ex machina, esas argucias mágicas cansinas. En ese sentido, es cierto que el Capitán Trueno es una obra magníficamente construida.

JUAN BARJA

Otra cosa curiosa, muy poco habitual, es que el Capitán Trueno es un cómic con notas: a veces, en una viñeta, cuando plantea una cuestión científica o algo relacionado con una cultura poco conocida, aparece un asterisco en la aventura que remite a una nota que explica en cinco o seis líneas que tal cultura existió realmente o qué sucedió en tal momento histórico, o que aquel invento tuvo lugar realmente. En otras ocasiones la nota advierte al lector, precisamente, de que no debe creerse lo que aparece en la viñeta.

PATXI LANCEROS

En el caso del globo, por ejemplo, advierte de que el globo, que sepamos, no se inventó hasta mucho después, pero también ofrece una hipótesis probable, una explicación racional para la aparición del globo en una época tan temprana, que reza así: «¿Quién nos dice que entre los muchos inventos que han quedado olvidados en la historia, la industria humana –y no la magia– no inventara algo como esto?» Eran notas dirigidas a un público infantil o juvenil.

Alta cultura y cultura popular

PATXI LANCEROS

Además del paso tardío de Mora a las novelas, digamos, adultas, hay que destacar que su trayectoria como guionista de cómic va mucho más allá del Capitán Trueno: creó otros personajes, sin duda menores en comparación con la estatura del Capitán, pero también relevantes como el Jabato o el Corsario de Hierro. Y es que Mora se puede considerar un clásico de la narrativa española.

JUAN BARJA

A mi juicio, el Capitán Trueno forma parte de la narrativa –o de las tramas de la narratividad– con más derecho que otras muchas obras que sí aparecen en los manuales. Y al mismo tiempo, el Capitán Trueno destruye esa falsa dicotomía entre la alta y la baja cultura. Es un caso muy claro de cómo algo que normalmente se entiende como baja cultura contiene elementos tanto éticos, como políticos, sociales, históricos y literarios sin duda elevados. Sea como sea, esa dicotomía es actualmente una vieja codificación que se debería revisar. No estoy nada seguro, por poner un ejemplo, de que la Odisea pertenezca a la alta cultura: es cultura popular en muchísimos aspectos. Y lo mismo sucede con otras muchas obras.

PATXI LANCEROS

Sí, estoy de acuerdo: ¿con qué criterio decidimos que Shakespeare pertenece a la alta cultura cuando escribía para The Globe y participaba claramente de lo que era entonces cultura de masas?

JUAN BARJA

O Dante, que sin duda pertenece a la cultura letrada, pero de lo que está hablando es de una enciclopedia de los saberes medievales que todo el mundo que tuviera una cultura determinada conocía. En suma, esa dicotomía es una codificación muy del siglo XIX, como explican hoy en cierto modo los trabajos de Jameson o Žižek. Estoy convencido de que en cada gran obra se dan los dos polos. Es algo evidente cuando lees el Ulises de Joyce, un libro de alta cultura sin duda, pero que está lleno de cultura antropológica, de cultura de bar, de cultura freudiana, de un montón de cosas en un montón de niveles.

PATXI LANCEROS

Seguramente no podemos prescindir de esa dicotomía, de esa tensión entre un polo más o menos ideal de la alta cultura y otro de cultura popular, y seguramente tampoco podemos prescindir de alguna de las críticas mejor elaboradas a la cultura popular o a la industria cultural o como se la quiera llamar, pero, desde luego, hay que evitar caer en las formas más rutinarias de ese planteamiento, atendiendo a la interacción, viendo la dialéctica que existe entre la alta cultura y la cultura popular, en términos generales y también en cada gran obra. A la postre, es un planteamiento mucho más eficaz e interesante que establecer polos separados que no permiten hacer un análisis histórico, ni cultural y ni siquiera ideológico. Los análisis que parten de esa dicotomía se quedan siempre muy cojos, y en ese sentido el Capitán Trueno sí es un modelo de interacción entre la cultura popular y la alta cultura.

EXPOSICIÓN EL CAPITÁN TRUENO. TRAS LOS PASOS DEL HÉROE
10.10.16 > 29.01.17

COMISARIO 
PATXI LANCEROS

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