En Les fleurs du mal no hay el más leve esbozo de descripción de la ciudad de París. Sólo eso bastaría para distinguirlas decisivamente de la lírica posterior ‘de la metrópoli’. Baudelaire habla en medio del rugido de la gran ciudad como uno que hablara entre el oleaje, y su discurso es claro en la medida en que es perceptible. Mas a él se mezcla algo que lo daña, y prosigue mezclado a ese rugir que lo lleva más lejos y le otorga su oscura significación.
La metrópoli como laberinto. De él en consecuencia forma parte la imagen del minotauro albergada en su centro. El hecho de que éste vaya a traer la muerte al individuo no es lo decisivo. Lo decisivo es la imagen de las fuerzas portadoras de la muerte a las que él mismo encarna. Pero esto también es algo nuevo para los habitantes de las grandes ciudades.
La centralización y la megalomanía han creado una ciudad artificial donde el parisino [...] no está ya en su casa. Por eso, en cuanto puede, la abandona; nueva necesidad sobrevenida, la manía de ir de veraneo. Mas también, a la inversa, en la ciudad desierta de habitantes, el extranjero llega a fecha fija; es lo que ahora llaman "temporada". Así el parisino, en su ciudad, encrucijada hoy cosmopolita, adopta el tipo del desarraigado.
Dubech-D'Espezel. Histoire de Paris, París, 1926, pp. 427-428. Cit. en Obra de los pasajes, E 3 a, 6
El insensible aislamiento de cada uno de los individuos centrados sólo en torno a sus intereses privados, se manifiesta más crudo y repugnante cuando más se los fuerza a concentrarse en un pequeño espacio; y por más que sepamos que dicho miope egoísmo y aislamiento es ahora el principio universal donde se constituye el fundamento de la actual sociedad, éste nunca aparece con tanta claridad y desvergüenza y tan autoconsciente como aquí, entre la muchedumbre ciudadana.
Friedrich Engels. Die Lage der arbeitenden Klasse in England, Leipzig, 1848, pp. 36-37. Cit. en Obra de los pasajes, M 5 a, 1
¿Quién de nosotros, en sus grandes días de ambición, no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical mas sin tener ritmo ni rima, siendo tan adaptable como tensa para adaptarse a los impulsos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia? Del continuo habitar la gran ciudad, con sus innumerables relaciones, nace un ideal tan obsesivo.
Charles Baudelaire. Le spleen de Paris, R. Simon ed., París, pp. 1-2. Cit. en Obra de los pasajes, M 10 a, 2