A la traducción de La tempestad [realizada por Wieland] le siguió la de otros veintiún dramas de Shakespeare. Para apreciar aquellas traducciones conviene recordar esas palabras que Goethe les dedica en Poesía y verdad: «Lo que surte su efecto de manera sólida y profunda, lo que de verdad nos educa y nos alienta, es aquello que queda del poeta al traducirlo en prosa. Lo que nos queda entonces es el puro y perfecto contenido».
La poesía es el lenguaje natural del mundo antiguo, mientras que la prosa aparece más tarde en su condición de lenguaje adecuado a las reflexiones racionales. «Los distintos autores de las naciones gentiles [...] debieron darles forma a sus primeras lenguas cantando»: eso dice la tesis 59 del libro primero de la Scienza nuova de Vico.
La fuerza expresiva del lenguaje heroico se basa en que no sustituye a la prosaica, sino que dinamita la mudez.
Para elaborar una buena prosa es preciso subir tres escalones: el musical, en el que hay que componerla, el arquitectónico, en el que hay que construirla, y el textil, en el que tenemos que tejerla.
Maurice Barrès. La folie de Charles Baudelaire, París, p. 54. Cit. en Obra de los pasajes, J 13, 5
¿Quién de nosotros, en sus grandes días de ambición, no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical mas sin tener ritmo ni rima, siendo tan adaptable como tensa para adaptarse a los impulsos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia? Del continuo habitar la gran ciudad, con sus innumerables relaciones, nace un ideal tan obsesivo.
Charles Baudelaire. Le spleen de Paris, R. Simon ed., París, pp. 1-2. Cit. en Obra de los pasajes, M 10 a, 2